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jueves, 10 de diciembre de 2015

La danza del vientre (relato)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Mamen García, paciente de Ataxia de Friedreich, de Guadalajara.

Nota del administrador del blog: El pseudónimo literario de Mamen García es María Narro


Cuando era niña, los relatos de la abuela dejaron una huella indeleble en su alma... relatos con los que aprendió a amar Estambul. Sus callejuelas, zocos y mezquitas fueron el escenario de mil aventuras:
Aventuras en las que un apuesto y poderoso sultán la convertía en su princesa... historias, que le ayudaron a crear otro mund: El mundo de sus sueños, donde se convertía en la más bella Sherezade, que bailaba engalanada con una hermosa serpiente la danza del vientre...

Una mañana en la que distraídamente miraba los anuncios del periódico, los ojos de Calista quedaron hipnotizados:
"¿Desea aprender a bailar la danza del vientre? Llame al 57069. La danza oriental enriquecerá su vida sexual".
Tomó nota del número. Ya no para enriquecer lo que era inexistente a sus treinta años -salvo aquel novio con el que supo perdió la virginidad sólo porque encontró sangre en su tanga después de un agudo dolor-, sino para enriquecer su mundo de sueños.

- La danza del vientre, no es sólo un movimiento de caderas -decía Yhasmina, la instructora, en su primera clase-, es el encuentro con vuestra feminidad.
Sólo había mujeres allí, aunque según dijo, también los hombres la bailaban. Después hizo una demostración. Con la diminuta cintura al descubierto, moviendo rítmicamente el vientre, las manos, el cuello... Calista quedó extasiada.

En la segunda clase, todas fueron con pantalón de cintura baja. De algunas compañeras, junto con su cintura, quedaban al aire algunos kilos de más, pero eso no importaba: Sólo era importante el movimiento. Empezó la música. Muchas risas la siguieron... aquello no era tan fácil... Yhasmina les pedía que bascularan su pelvis, que se acordaran de cuando hacían el amor.

Las carcajadas aumentaban, pero alguna lo empezaba a conseguir.
Para Calista era un imposible. Sus caderas estaban rígidas. Cerró los ojos e intento imaginarse sola, pero nada, sólo movía sus caderas de lado a lado. Se acordó de sus sueños: ¡La serpiente!.
Mas, lo único que consiguió fue un aumento de carcajadas, dos palmaditas en el hombro, y la voz de Yhasmina, que le preguntaba:
- ¿Qué haces?.

La noche siguiente había luna llena. Siguiendo los consejos de Yhasmina buscó un lugar solitario, donde fusionar su cuerpo y alma. Llevaba consigo un casstte con música instrumental de la danza del vientre. Aunque casi estaban en otoño, Calista se dirigió al río: Sabía que el agua facilitaba los movimientos, y conocía un lugar como salido de sus sueños: un recodo cerca de una pequeña corriente, donde el agua era tan nítida como un espejo.

Puso la música. Se quitó la ropa, las gafas, soltó su pelo, y hechizada por una pálida desnudez que apenas conocía, se adentró en el río.
El agua le cubría poco más de la cadera y, sin saber cómo, la música se fue apoderando de su cuerpo. Empezó a moverse rítmica y cadenciosamente. El agua helada le acariciaba entre las piernas... alzó los brazos, e irguió sus pechos... juntó las muñecas y, acariciando un rayo de luna, empezó a girar. Su respiración se agitaba...

Alberto había acudido, como siempre a finales de verano, a coger cangrejos. La música le había paralizado, y el baile de la inusitada diosa abultado el pantalón.
Calista, sin gafas, vio en una sombra a su sultán, paladeando el onanismo mutuo más generoso.

Fuente: Este texto de Mamen es un capítulo de su libro 'La culpa siempre la tienen ellas'... y puede hallarse también en uno de los blogs de la autora: http://ellass27.blogspot.com.es/2015/06/la-danza-del-vientre.html.

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2- Sección 'PowerPoint de humor del día'

Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, pinchar en: Los políticos y el caos.

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