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jueves, 21 de abril de 2016

Once: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes (Capítulo 3 - II )

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Juan Conesa Arias, paciente de Atrofia multisistémica, de León.

Notas del administrador del blog:

Con su permiso, por supuesto, en este blog, por capítulos, vamos a editar la novela 'Los casos del teniente Llamazares', autoría de Juan Conesa Arias, paciente de Atrofia multisistémica, de León... La citada enfermedad, que causa ataxia, es una nominación relativamente moderna de una parte de las antiguas OPCA's (atrofias olivo-ponto-cerebelosas), grupo en el cual, antes de las diferenciaciones genéticas, también se incluían las, ahora, SCA's (ataxias espinocerebelosas).

El ritmo al que serán editados los capítulos en este blog, no está fijado, ni podría predeterminarse... pues la obra novelesca está aún en incipiente fase de escritura, e iremos editando a medida que los textos estén disponibles. Concluiremos cada capítulo con un "(continuará)", pero sin fecha fija. Eso sí, se hará constar cada día los enlaces a capítulos anteriores... para que nadie pudiera perderse el hilo de la novela.
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Anteriores
1- Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - I
2- Segundo: Capítulo 1 - II
3- Tercero: Capítulo 1 - III
4- Cuarto: Capítulo 1 - IV
5- Quinto: Capítulo 1 - V
6- Sexto: Capítulo 2 - I
7- Séptimo: Capítulo 2 - II
8- Octavo: Capítulo 2 - III
9- Noveno: Capítulo 2 - IV
10- Décimo: Capítulo 3 - I

LOS CASOS DEL TENIENTE LLAMAZARES - Dúplex de Reyes - Capítulo 3 - II

Juan Conesa Arias
- Y así lo encontramos. Con los sesos esparcidos por toda la mesa y la puñetera carta en el bolsillo de su camisa…
La música había bajado de tono hacía mucho en el Delon, porque los únicos que quedaban en el bar eran Llamazares, Camino y el propio Manolo, que estaba en su rincón de la barra, secando los vasos con un trapo.
- ¿Y por qué me cuentas esto a mí? ¿No debiera ser un secreto de la policía? Porque, si no recuerdo mal, el juez ha decretado esta misma tarde el secreto del sumario… -De repente, sus ojazos morenos relumbraron con una chispa de complicidad- ¡Ah! Ahora lo entiendo… ¿Qué quieres que averigüe, Maurín...?
- No sé, quizá sólo sea una corazonada, pero me parece que no puede haber sólo un lío de faldas. Porque si no, ¿qué coño pintan en esto las cartas?.

- ¡Bastos, no te jode! –dijo, desde su rincón, Manolo.
- Manolo, vale más que esto no lo cuentes ni a tu puñetero padre que subiera ahora de los infiernos…
Manolo cogió la segunda botella de Ballantines del botellero, una Coca-Cola y un par de vasos, uno de ellos bien provisto de hielos y ron, y fue a sentarse en el sillón con ellos, no sin antes servirse una enorme taza de café solo.
- Mira, Maurín… Parece mentira que no me conozcas ya, después de tantos años. ¿Le dije algo a tus padres cuando a los dieciséis marchaste con esa furcia con la que te encoñaste? -Sacó una lata cuadrada, del tamaño de un paquete de tabaco, que contenía todo lo necesario para aliñar un buen porro, y se puso a liárselo
- Pues eso… -siguió diciendo Manolo-. Y no te creas que me costó poco, porque tu madre estaba bien jodida... ¡La pobre, con lo buenina que era…

Mauro no le hizo ningún caso. Simplemente, cogió la botella de Ballantines, y se sirvió una buena ración, sin hielo, como a él le gustaban las cosas, auténticas. Después se repantingó en el sofá, dándose el lujo de mirar las cautivadoras piernas de Camino. Mientras, Manolo había acabado de liar el canuto, lo encendía, y se lo pasaba a la mujer después de haberle dado una calada dejando que el espeso humo le cegara durante un instante los ojos.

- Me gustaría saber qué es lo que hay detrás de todo este follón. -Camino le pasó el porro a Llamazares- ¿A ti no, Caminín? Podría ser una buena exclusiva, ¿no te parece?.
- Siempre que hubiera algo, claro. Pero, ¿y si no? ¿Qué salgo ganando yo en ello?.
- ¡Joder! ¿Te parece poco volver a estar en el mejor garito de León con tus dos mejores amigos y fumando estos trallazos tan buenos que os aliño? –dijo Manolo, echando una calada profunda del cigarrillo que le había pasado Camino-. ¡Ah!, y bebiendo de violín mi mejor whiskey y mi mejor ron…

Los tres dieron una sonora carcajada, mientras en el local se comenzaban a oír los primeros compases de "Up where we belong".

***

Aquella mañana la lluvia hacía que el agua se filtrara por todos los huecos posibles. Incluso por dentro del alma de las gentes de la calle, vistas pasar por el teniente a través del cristal de la ventana del despacho que compartía con Pepe. La gente parecía andar como cansada, abrumada por tantos días de lluvia, y como si el agua helada que caía del plomizo cielo leonés les fuera diluyendo todas sus alegrías.
En algún sitio no muy lejano a la comisaría se dejaban oír los pitidos de los claxons de los coches en algún atasco, provocado por todos aquellos que cogían el coche sólo los días de lluvia, y que, con su inexperiencia, hacían que el tráfico en esos días fuera insoportable.

- No se lo va a creer, Llamazares…
Llamazares vio la imagen de Pepe entrando en el despacho reflejada en el cristal de la ventana, cubierta de todos los churretes que miles de días de lluvia habían dejado marcados. Lentamente, se dio la vuelta, sintiendo como si el mundo hubiera tenido la genial idea de girar en sentido contrario sólo por fastidiarle.
- Acaba de llegar el informe de balística sobre la pistola -continuó diciendo Pepe-, y resulta que con esa pistola se mató al presidente de la Diputación, y fue con la que se suicidó Eiroa…
Llamazares levantó una ceja y frunció los labios en lo que pretendía ser una sonrisa, quedándose a medio camino.
- ¿Y...? ¡No me jodas, Pepe... eso lo saben ya hasta los negritos del África Austral…!
- Pues que el arma es una Llama nueve milímetros…
- ¡Joder, Pepe...! Eso ya lo vi. ¿Recuerdas que la tenía en la mano ese desgraciado cuando lo descubrimos con los sesos desparramados en la mesa de comedor de su chalet?.
- ¿Me va dejar terminar, o me callo... me voy a tomar un café, y le dejo con las ganas?.

La media sonrisa en la boca de Llamazares se abrió en una mueca de sorpresa, a la vez que alzaba sus cejas. “Mauro, te estás haciendo viejo… Pepe nunca se hubiera atrevido a decirte una cosa así hace diez años…”
- Ya veo que es lo quiere saber… Bueno, pues resulta que ese tipo de pistola se usaba en los años sesenta y setenta en la político-social. Luego, con la democracia, el gobierno dejó de mantener la mamandurria del gerifalte del régimen que era dueño de la fábrica, y cerró. Así que, esas pistolas sólo se pueden obtener de gente que las adquiere a coleccionistas, y que las vuelve a hacer utilizables.
Llamazares dejó cerrar la boca, y comenzó a escuchar más atentamente a lo que Pepe le decía. Aquello empezaba a tener buena pinta. Como siempre, Pepe no le decepcionaba…

- Sólo había tres personajes que hicieran eso. Uno en Murcia, que murió el año pasado de un infarto. El segundo es muy viejo, y se pudre víctima del Alzheimer en una residencia de ancianos en Alicante…
- ¿Y qué pasa con el tercero? –El interés iba creciendo en Llamazares. Quizá ese tercero fuera la punta de un hilo del que tirar para conseguir esclarecer el asunto de Ramiro Fernández y su amigo el tesorero.
- Pues que es asturiano…
- ¡Joder... como si es de marciano! ¿Y qué...? ¿Tienes su dirección...? ¿Sabes dónde le podemos encontrar...? ¿O es que le has encargado que te saque un abono de temporada en el Molinón…?
- La verdad es que he llamado a nuestro amigo Arias en Gijón, y no podrá ni imaginar lo que me ha dicho…
- ¡Que le van a dar el premio Príncipe de Asturias de las Humanidades al cabrón de la pistola!..
- ¡Que le den, Mauro! El cabrón de la pistola, como usted dice, está en el anatómico forense de Oviedo, con una flamante corbata de sedal de la mejor calidad alrededor de su cuello, desde cuatro días después del asesinato del presidente de la Diputación.

(Continuará).

Fuente: Blog del autor: http://tenientellamazares.blogspot.com.es/

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