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sábado, 7 de agosto de 2010

Larrasoaña - Prólogo (continuación)

Blog "Ataxia y atáxicos"
(Por Maria Blasco, escritora y paciente de Ataxia de Friedreich, de Pamplona).

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Prólogo de "Bosquejando recuerdos" (continuación).

Ia a la primera parte.

Antes de comenzar con el relato, considero oportuno aclaraos alguna cosa a aquellos lectores que no hayáis conocido los años 70 en los que hice mi aparición al mundo. La televisión tuvo una gran importancia e influencia en nuestra generación y es que, en aquella época, solamente había un canal que emitía por las tardes: en invierno a las seis y media y en verano mas temprano: desde las tres con el telediario.

Así que todos los niños de entonces, veíamos las mismas series o dibujos animados. En verano, después de comer cuando apretaba el calor y no se recomendaba salir a jugar a la calle, permanecíamos formales, pero en cuanto terminaba la película de la tarde, que nos ilusionaba a todos, escapábamos escopeteados a la plaza del pueblo que era nuestro punto de encuentro. Teníamos todos los niños de España, los mismos héroes televisivos. Es como si pudiera afirmarse que la televisión por aquellos años, fuese un habitante más, un compañero en todos los pueblos y ciudades del país: dedicado especialmente a los niños.

Ignoro el año en que se construyó la carretera general pero cuando se hizo, como la circulación era muy escasa, pasaba por en medio del pueblo: por su calle principal: la calle San Nicolás. No fue hasta finales de la década de los 70 que se construyeron las actuales variantes (este mismo año, 2008, se está pavimentando de nuevo el pueblo así que es posible que varíen algunos detalles de los que menciono).

Yendo a Larrasoaina desde Pamplona, la variante de entrada es la que todos los chiquillos conocíamos como la "variante pequeña" porque tenía una pequeña cuesta de inclinación. La de salida, situada en dirección a Urdanitz, era más pronunciada y en contraposición la llamábamos “la variante grande”. [Esto último se percibía mejor en la bicicleta, de la que no se separaban los niños por aquel entonces, ni a sol ni a sombra emulando a los chicos de Verano Azul. (Serie televisiva).]

Recuerdo el follón que se armó con la colocación en las variantes, de las señales que anunciaban el nombre del pueblo:

Primero, en los años de transición a la democracia, permaneció la antigua, la que se conocía de toda la vida: “Larrasoaña”, pero más adelante, surgió un nuevo problema; el euskera ya tenía su propia ortografía aunque olvidada durante la dictadura de Franco (que para erradicar los nacionalismos atacó gravemente a las diferentes lenguas españolas).

Con la llegada al gobierno del partido socialista, las señales de la carretera se pusieron en euskara: “Larrasoaina”, con las consiguientes quejas de algunos vecinos que argumentaban diciendo que habían cambiado de nombre a su pueblo. En cuanto cambió de nuevo el gobierno por uno más conservador, volvieron a cambiar las señales por otras en castellano: “Larrasoaña”.

También entonces, hubo varios vecinos que protestaron diciendo que regresábamos a la época del franquismo. Más que nada, se puede discernir que se trata de un problema político más que otra cosa.

Los vecinos no tuvieron más remedio que acostumbrarse al cambio, o… no sé, quizás haya más información y ahora se sabe que las dos grafías son correctas; porque llegó un momento, en el que ya no se escucharon más quejas.

En mi narración recurro indistintamente, a los dos nombres; tanto en euskara como en castellano. Primero, para armonizar estas dos realidades que en muchas ocasiones aparecen enfrentadas, pero también utilizo esa estrategia para acercar presente y pasado.

Me explico: cuando empleo la grafía en castellano, en cierto modo, la aplico como arcaísmo pues es como yo la recuerdo de niña, y cuando transcribo el nombre del pueblo en euskara es una forma de hacer más presente la narración porque esta última forma se ha utilizado en tiempos más modernos y parece que actualmente, tiene más aceptación. Lo mismo sucede cuando me refiero a otros términos geográficos del valle y también con los apellidos.

Otro punto que desearía precisar es sobre la numeración de los portales que ha sido un desbarajuste durante todo el siglo XX:

Más o menos a mitades del siglo XIX tuvo lugar la numeración de los portales de los edificios, ya que anteriormente se conocían las viviendas por el nombre de la familia que la habitaba. (Aún, se conservan algunos nombres que se remontan a cientos de años atrás.) En los pueblos se mantiene esa costumbre porque al ser una población pequeña se conocen todos los habitantes entre sí.

A partir del siglo XX la estructura del pueblo ha cambiado bastante: han desaparecido algunas casas y se han construido otras muchas. De 1970 a 1985, todavía se conservaba la antigua numeración pero más adelante se intentó ajustar los números para que coincidieran con la nueva ubicación que habían tomado al incluirse las nuevas viviendas que se habían construido alrededor de la calle principal: San Nicolás.

Esta nueva concepción significó un auténtico caos porque algunos vecinos decidieron cambiar el nuevo número que le correspondía al portal y otros prefirieron borrarlo porque sabían que el pueblo iba a seguir creciendo y que en apenas dos años, iba a variar el número asignado. Tanto es así, que mi casa que antiguamente era la número 7, ha llegado a ser la 18, la 24, etc. En la actualidad parece que se tiende a conservar la numeración del casco antiguo; así, mi casa es ahora el numero 5 porque la vivienda numero 1, desapareció ya en el siglo XIX.

Todas estas características y muchas otras se dieron en mi pueblo desde 1970 hasta el actual siglo XXI, y no sólo allá sino en gran parte del territorio.

Sé que tal vez, espere demasiado de mis pretensiones pero no por ello voy a dejar de intentarlo. Cualquier otro, podría hacer esto mejor que yo: una persona que tenga más edad y que pueda recordar mejor los acontecimientos. Pero compruebo día a día que las cosas no son como queremos, o como pensamos que pueden ser más provechosas. Nadie se decide a realizar este trabajo, y el tiempo no perdona, no se detiene; ahora es el momento adecuado para realizar esta tarea, así que no me queda más remedio que efectuarlo. No desearía ofender a nadie y desde luego, imagino que lo más fácil para lograrlo implicaría evitar nombres propios, pero entonces, no conseguiría lo que pretendo realizar desde un principio. Repito la idea para que quede claro que los sucesos y personas no fueron exactamente como yo los describo, pues no olvidemos que una pintura (más o menos lo que yo pretendo realizar) siempre es subjetiva y que además un niño no entiende de otras razones que las que ve; es decir, que en mi visión infantil sólo percibía las realidades superficialmente.

No he mencionado otro importante motivo que me impulsó a escribir este relato. Sucedió en uno de los paseos que me daba por el pueblo en verano, entonces me percaté del cambio físico que estaba dando la villa: Se están construyendo diferentes chalés que amplían el casco urbano y de igual modo, se están renovando o reconstruyendo edificios en los que vivieron los personajes a los que me refiero. Estos edificios han sido vendidos a extraños que nada tienen que ver con sus antiguos moradores. No es que esto me parezca mal, creo, en el fondo, que esto forma parte de la evolución en una sociedad; sin embargo, a mí, que he conocido a estas gentes, y han formado parte de mi infancia, adolescencia y juventud, efectivamente, me entristece que este conocimiento se pierda.

Parece que una parte de mí, o de cualquiera que compartió conmigo aquella época muriese o desapareciese en el olvido con ellos. Con esta pequeña narración logro algo que ha sido eternamente, codiciado por la humanidad: la inmortalidad o perpetuidad del espíritu.

A propósito de la numeración de los portales, he de señalar que en la obra, a la hora de ubicar una vivienda utilizo el número antiguo, el que recuerdo de cuando era niña. Adjunto un plano en donde se observa la estructura de pueblo viejo y de los chalés que se han ido construyendo hasta la fecha. Cuando nombre a algún vecino también describiré su casa para que cualquiera que lo lea o conozca el pueblo pueda identificar la vivienda y conozca quién residió en ella, sin ningún otro fin.

Por último, quisiera dejar claro, que el trabajo que tenéis entre las manos comenzó en el 2007 y se ha extendido hasta el 2009 y que no se trata de algo estrictamente histórico sino que como ya he advertido anteriormente, se basa en testimonios orales y propios recuerdos novelados a mi forma y manera. Su realización ha recibido bastante cariño, dedicación, esfuerzo e investigación por mi parte, así que espero que disfrutéis de su lectura, como yo me he recreado al plasmarlo.

Y sin más preámbulos comenzaré ya a hablaros de mis viejos vecinos comenzando por los más próximos a mi casa, el número siete de la calle principal y única de Larrasoaina, la calle San Nicolás.

Venta del libro "Bosquejando recuerdos": El libro se vende en las librerías de Pamplona, el corte inglés, elkar... Por internet, a 20 euros, en http://www.auzolan.com , y en http://www.elkar.com , y en Canarias, en una asociacion benefica deportiva: http://www.triwww.com
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Tenemos que aprender....

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