Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich, residente en Barcelona.
El hombre y su desdén
Nuestro padre Adán salía
del paraíso llorando;
por su culpa, Dios le echaba,
y él se iba, cabizbajo,
como sale un inquilino,
tras sentencia del juzgado.
La manzana fue discordia,
fruta del primer pecado;
si la fruta era pequeña,
grande era el desacato.
Fuera del edén, se dijo,
un poco más animado:
“Todo animal es mi amigo.
El rey soy de lo creado.
El león, el toro, el tigre,
la hiena, y el leopardo,
y toda suerte de fieras
estarán bajo mi mando.
Pues así Dios lo dispuso,
y, gustosos, lo aceptaron.
Ellos me deben respeto,
y obedecen mis mandatos.
¿Quién pondrá poner en duda
mi poder para el reinado?”.
A pesar de sus palabras,
Adán no estaba tranquilo,
debido a una voz apagada,
que a su vera había oído,
cuando, muy desconsolado,
abandonó el paraíso.
Pero, ¿por qué preocuparse?
Y desdeñó los avisos
de aquella vocecita tenue,
de algún ser tan pequeñito,
que era invisible a sus ojos.
Por ello, el hombre se dijo:
“Si los grandes animales
son mis súbditos y amigos,
¿qué debo temer, ahora,
de un invisible bicho?
Ningún daño podrá hacerme
quien por mis ojos no es visto.
Nuestro padre Adán, con esto,
iba muy equivocado,
como después, todo el mundo
comprobó, tarde o temprano:
Y es que más que los leones,
o los tigres sanguinarios,
y las fieras más voraces
que en la tierra han habitado,
han perjucicado al hombre
aquellos “bichitos” raros
invisibles a los ojos
del padre Adán, infatuado.
Siempre fueron los microbios
quienes más hombres mataron.
Ello, una vez más, demuestra
la verdad del refranero,
que dice que para daño,
no hay enemigo pequeño.
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Gracias por tu fábula, Bartolomé.
ResponderEliminarBroma: Bueno, sí, Bartolomé... ¡pero te has olvidado de las anomalías genéticas! :-) ¡Cada loco, con su tema! :-)
Un abrazo.
Miguel-A.