La pagina web de "Ataxia y atáxicos" (información sobre ataxia, sin ánimo de lucro) es: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/


martes, 31 de julio de 2012

'La noche de la patata'

Blog "Ataxia y atáxicos".
Extraído (excepto fotografías) del blog Noches de BV80. Fecha: 14/05/2012.
Autor: "El tercer hombre".
Original en: La noche de la patata.

Nota del aministrador del blog:

Este relato, editado en el blog "noches BV80", el 14/05/2012, está referido a una simpática a ventura, ocurrida hace 30 años. El protagonista es Vicente Sáez Valles, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza. También se menciona a su hermana, Cristina, afectada por la misma enfermedad.... "BV80", como explicará el autor a continuación, es el nombre del local donde hacían teatro.

Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!.

La noche de la patata - Una noche en el BV80 con Ed Harris

Ya han pasado más de tres décadas, y todavía no he conseguido olvidar el olor a rancio de aquella bodega repleta de trastos viejos, objetos de atrecho e instrumentos musicales, donde nos cambiábamos, nos maquillábamos, y nos poníamos nerviosos antes de salir al escenario. Pero de entre todas las noches, en las que entregábamos nuestras almas a cambio de unos aplausos, o unas sonrisas, nunca podré olvidar aquélla en la que mi amigo Vicente me mostró el guión de su inmortal "Patata".

Ya pertrechados, patata en mano, dispuestos a subir los peldaños de la escalera que conducía hasta el escenario, escuchamos un fuerte tumulto que provenía desde la entrada del local. Nos miramos, nos encogimos de hombros, incrédulos, sin poder evitar que se nos escapase una breve sonrisa de emoción en la creencia de que era por nosotros por los que se había generado tal alborozo y griterío. Así que, sin dudarlo, avanzamos hasta el centro del escenario sorteando las mesas, y tratando de no chocar con las columnas que lo perfilaban.

Tamaña fue nuestra sorpresa, al observar que todos los clientes del local nos daban la espalda, con la mirada puesta en los acontecimientos que se producían justo donde nosotros no nos encontrábamos. Mas, Vicente no se iba a amilanar, ni el resto tampoco, por tan nimio percance. Estando, como estábamos, curtidos ya en mil batallas con los borrachos escandalosos, los necios aparatosos, y los graciosillos de poca monta, que solían perderse por el garito.

- ¡Yo como patatas! –exclamó Vicente, a pie de escena, a pleno pulmón con los ojos desorbitados y el rictus desencajado.

- Espera un momento. Ha entrado Ed Harris, y está firmando autógrafos en la puerta –informó una joven morena, muy atractiva, situada en la primera mesa, al lado de la columna de la izquierda... lo que hizo dudar a Vicente, por un momento, sobre si debía proseguir, o no, con la interpretación.

- ¡Yo cómo patatas! –replicó sin hacer caso a las recomendaciones de la joven que se volvió de nuevo a mirarlo. Una amplia sonrisa brotó en sus labios al observar aquel demudado rostro y como los ojos apuntaban a caérsele de las órbitas.

– ¡Yo cómo patatas! –insistió Vicente exagerando más si cabe la expresión de su cara.

– ¡Yo cómo patatas! –reiteró, y reiteró a grito pelado... exagerando cada vez más su gesto, hasta conseguir que todos los presentes acabaran sentados en sus sillas, y le prestasen atención.

El propio Ed, intrigado a causa de aquellos bramidos emitidos por tan pintoresco personaje, que aparecía sobre el entarimado con el rostro embadurnado de blanco maquillaje y ataviado con una túnica hecha con un saco de patatas, se aprestó a sentarse en una de las primeras mesas, junto al escenario, que amablemente le fue cedida. A pesar de no entender ni papa de castellano, pronto, una sonrisa brotó en el rostro del famoso actor, contagiado por las risas del resto del público. Su acompañante, una rubia de bote, muy, muy sexy, le traducía al oído los textos de la representación, mientras aprovechaba para echarle mano a la entrepierna.

En uno de los momentos, Vicente, sin rubor, el cual había perdido una noche de domingo, saliendo del apretado escenario, se dirigió hacia la mesa del famoso actor.

- ¿Tú comes patatas? –exclamó, apenas a unos centímetros del rostro de Ed, que quedó rociado del rocío bucal de Vicente.

Con un gesto de interrogación impreso en el rostro permaneció el tal Harris, alucinando durante un instante, a caballo entre el pánico y la vergüenza... mientras sentía cómo se clavaban en su cuerpo las miradas del resto de los presentes.

Fue entonces, cuando, con la mayor de las sornas típicamente aragonesas, rió Vicente su propia gracia, llevando al resto a una carcajada colectiva, en el momento en que empezó a golpear, sin el rubor que había perdido, con su mano derecha la calva del actor, de forma reiterada. Aprovechando el desconcierto del actor americano, Pili y Cristina le cogieron de las manos, arrastrándolo hasta el centro de la escena.

– ¡Él es un Yankee, y no come patatas! ¡Él come boniatos! –gritó de nuevo Vicente, señalando, al americano actor, con el dedo, para escarnio de todo el público, que irrumpió en una tremenda carcajada general.

Ed trataba de mantener la calma, sin entender nada de nada... cuando, dos tipos, como armarios, irrumpieron en la escena... probablemente, con el fin de rescatar a su jefe.

- Él sí come patatas –exclamó Cristina, sujetando el bíceps de uno de los matones, mientras Pili hacía lo propio con el otro.

Encantados por los halagos, con una sonrisa en los labios, empezaron a mostrar sus tallados músculos al respetable, a la vez que se iban desprendiendo de la ropa entre vítores y alabanzas.

No recuerdo muy bien cómo terminó la noche. Quizá todo sea producto de mi imaginación, o tal vez no. Ya han transcurrido tres décadas, y mi memoria empieza a fallar; pero de lo que sí me acuerdo, es del olor a rancio que tenía la bodega donde nos cambiábamos antes de actuar.

Dedicado a mi buen amigo Vicente, a su hermana Cristina, y a mi querida Pili, que fue la primera chica a la que le vi las tetas en mi vida: una noche mientras nos cambiábamos en aquella bodega con olor a rancio... pero eso es otra historia.

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2- Sección "PowerPoint del día":

Para visionar y/o guardar este PowerPoint, pinchar en: ¡Mujeres de armas tomar!

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