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miércoles, 20 de marzo de 2013

Atáxica por unas anginas

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Estrella Pita Sixto, paciente de ataxia espinocerebelosa, de Galicia.

Me llamo Estrella. Padezco una ataxia de herencia dominante que, como no se corresponde con ninguna de las 37 ataxias espinocereblosas (SCA's) conocidas a día de hoy. En mi familia, por nuestro apellido, la llamamos “Ataxia Pita” (con i).

Mi abuelo paterno (Victorino), a sus 20 años, ya casado con mi abuela, y esperando su primer hijo, se marchó a Argentina. No buscaba a su mamá como Marco. No tenía a nadie a quien buscar. Sus padres habían fallecido siendo un niño de corta edad, y su única familia era una tía que hizo de madre y padre. Como tantos otros emigrantes iba buscando fortuna. En Buenos Aires, como chófer particular y hombre de confianza de Mr. Hall, un magnate del té, pasó los siguientes 22 años.

Cuando con 42 años, regresó a su pueblo gallego. Comprobó que la platita que había ganado y enviado, se había empleado muy bien. Comprobó también que su tía ya era una anciana. Su esposa ya no era la joven que lo había despedido con lágrimas rodando por sus tersas mejillas. Y su hijo... ¡su hijo era un hombre de 21 años!... A veces imagino al abuelo mirando con tristeza los platillos de una balanza...

De Argentina, además de plata, se trajo unos raros andares, que a los vecinos les llevaron a pensar que no sólo se había aficionado al té. Para el abuelo y los de casa, se trataba de un mal aire que lo había “cogido” en Buenos Aires.

Como en aquella época, tener un sacerdote en la familia daba prestigio, el cura de la parroquia y mis abuelos decidieron que en la familia Pita tendría que haber uno (o sea, mi padre (Wilfredo). La opción era sí, o sí. Negarle algo al párroco, era impensable. A su madre y a su tía, a las que siempre había obedecido a la voz de "¡ar!", era igualmente impensable. Y enfrentarse al “señor del mal aire”, nunca lo había hecho.

La noche anterior al día previsto para marcharse al Seminario de Mondoñedo, se la pasó al raso meditando. La Naturaleza fue sabia. El frío atacó a su garganta. Unas anginas del tamaño de fresas impidieron el viaje. En su estado febril, habló de lo que jamás se hubiera atrevido... y los intrigantes le dieron la opción de decidir por sí mismo.

Por unas anginas, la Iglesia se perdió un mal sacerdote. Yo gané un padre maravilloso... al que también “cogió” “el mal aire”.

¡Gracias por todo, papá! ¡Te quiero!.

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2- Sección "Video del día":

A juego con el relato de Estrella (con diferencias... el abuelo Victorino sí regresó), se inserta un video musical, de 3:48 de duración, alojado en 'Youtube', que le dededicamos a ella y a su familia. Canta la cantante gallega Ana Kiro (1942-2010). También, además de imágenes, tiene la emotiva letra en texto. La canción se titula 'El abuelo':



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3 comentarios:

  1. Gracias, Estrella.
    Tú, el abuelo Victorino, y Ana Kiro, me habéis hecho llorar :-)
    Un abrazo.
    Miguel-A.

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  2. Buena narración de una buena persona,trabajadora y comprometida.Yo también doy gracias a esas anginas que me permitieron conocer a un ser humano de los que enseñan cosas grandes, de las de verdad.Es un agran homenaje a un hombre que supo enseñar amor y trabajo a su hija asi que lo homenaje es bueno y merecido y en alguina parte ese progenitor se sentirá feliz.

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