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lunes, 25 de marzo de 2013

"El cisma del burro"

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.

Seamos, o no, creyentes, y aunque cada cual pueda vivir estas fechas a su manera, hoy comenzamos la llamada Semana Santa. Si bien, conectándola con el punto de vista religioso, voy a contar una anécdota humorística. Por supuesto que, con mi historia, no pretendo herir a nadie a causa de su ideología religiosa. Y, por otra parte, ni siquiera sé lo que hay de verídico en cuanto voy a narrar. Me lo han contado hace poco. Sucedió hace más de un centenar de años, y no queda nadie para preguntar. ¡Si al menos, viviera mi abuelo... tal vez supiera aclararme algo! Pero ya hace 19 años que falleció.

Desde mi punto de vista actual, esta irrisoria anécdota tiene bastante sentido, pues contesta a una pregunta que nunca tuve necesidad de hacerme, porque siempre lo vi así... y lo acepté con toda la naturalidad del mundo. Por ejemplo, nadie se pregunta por qué el sol cada mañana sale por el éste... o por qué la vaca tiene cuernos. Siempre lo vio así... y eso le basta para no cuestionarse nada al respecto.

En esta pequeña población había, y sigue habiendo, una Cofradía, llamada de la ‘Vera Cruz'. En mi familia paterna (la materna no es de aquí), no había cofrades, pero asistían con total regularidad a los ritos y a las procesiones de Semana Santa. Yo esto siempre lo vi así, y no necesitaba darme una razón para que no lo fuera. Desde luego el baremo religioso no hubiera explicado absolutamente nada: En mi familia había curas y monjas... y, sin embargo, no cofrades.

La Cofradía, entre otras cosas, poseía cuatro o cinco imágenes (lo conocido como pasos de Semana Santa)... dos pequeñas findas rurales... y una destartalada casa (hoy ya no existe), llamada así ‘la casa de la Cofradía'. Tal casa estaba situada en un extremo del pueblo, pero, a la vez, una zona céntrica para nosotros los niños: Aunque, como si fuera en plataformas distintas, estaba muy cerquita de las escuelas y de la iglesia. Por tal motivo, el de hallarse en distintos planos, a pesar de la cercanía (sólo unos metros), los niños íbamos poco por allí.

La torre del campanario de la iglesia era utilizada como frontón de juego de pelota... y ésta se rodaba allá con frecuencia. Pero yo nunca bajaba a buscarla. Aunque aún no tenía Ataxia de Friedreich, no era ágil. Lo otros niños se lanzaban por aquella pendiente a toda velocidad. La pelota, dando saltitos, llegaba hasta el río. De todas formas, yo estaba solamente de mirón: No jugaba, porque me era imposible golpear con la mano una pequeña pelota en movimiento.

Aquella casa sólo la abrían durante los últimos días de Semana Santa. Los niños decían: "Vamos a rezar una estación". Íbamos. Yo no sé lo que rezarían los demás, porque ya salían nada más entrar. Yo no me quedaba en aquel lúgubre lugar, por supuesto. ¡Cualquiera se quedaba allí solo! Era bastante tétrico para un niño. Lo describo:

La entrada exterior de la casa daba acceso a un portal con dos puertas interiores. La de la izquierda llevaba a una especie de capilla oscura. Si, tenía dos ventanas, pero estaban totalmente cerradas. A la izquierda había una fila de bancos (para unos 40 fieles)... al fondo una mesita con una cruz y dos velas encendidas, simulando un altar... y en el pasillo sobre otra larga mesa un ataúd de cristal con una imagen de Jesucristo (era el paso procesional llamado ‘El Santo Entierro')... y varios velones encendidos, simulando la velación de un cadáver.

La otra puerta interior daba a una escalera muy poco oblicua para subir al segundo piso, que, sin tabiques, ni muebles, ni cuados ni pinturas en las paredes, era un salón... donde alguna vez se hacía teatro. Y aquí viene el origen del pequeño cisma: Para determinada escenificación se necesitaba un burro. Y unos quería subir un burro al piso superior.... y otros decían aquel era un lugar sagrado... y allí no podía meterse burros. Discutieron... y varios cofrades abandonaron la Cofradía.

Y yo me pregunto: ¿Qué tenía aquel lugar de sagrado? ¿Por estar encima de la presunta capilla? ¿Y cuántos aguerridos mozos se necesitaba para subir un burro por aquella pingada escalera? ¿O le pensaban anestesiar para que no soltara coces?. Bueno, brutos sí eran, pero no tontos: Lo más probable es que pensaran desmontar la escalera, de forma provisional, y, por el hueco de la misma, subir al burro, mediante poleas

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2- Sección "Viñeta del día":

Seguimos con discusiones tontas: Esta viñeta me ha sido enviada por Ramón Moreira, paciente de ataxia, de Galicia:


¿Y tú qué opinas...?

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