La pagina web de "Ataxia y atáxicos" (información sobre ataxia, sin ánimo de lucro) es: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/


martes, 26 de agosto de 2014

Autobiografía de Bartolomé Poza (segunda parte)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich, residente en Barcelona.

Nota del administrador del blog

Mañana cumple 76 años Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich... antaño, uno de los cooperantes a la edición de esta publicación, ya no puede escribir... Su situación es comprensible vista desde el padecimiento de una enfermedad degenerativa, como la nuestra.

Como homenaje por tal aniversario, hoy pegamos la autobiografía de su libro “Sentimientos de una vida”. El texto autobiográfico es de hace 7 años (dato a tener en cuenta en una dolencia progresiva)... Si bien, intuyo que fueron bastantes más de 7. El dato que consta es tener 69 años, entonces... sí, pero no es dato de escritura, sino de cuando se colgó el libro en Internet.

Cuando la leí, me impactó fuertemente la autobiografía de Bartolomé. Tenemos, con frecuencia, la tentación de creer que la historia, en general, ha comenzado a partir de nuestra fecha de nacimiento. Nada más irreal. Y me temo que, sobre ella, las nuevas generaciones van a pensar lo de: "¡este tío, que cuentos se inventa!". Los entrados en años, a caballo entre uno y otro, al menos por referencia de nuestros padres, podemos asegurar que Bartolomé no se inventa ni exagera un ápice describiendo su vida tanto en mudo rural, huérfano de padre, como en su posterior etapa de emigrante. Esas cosas pueden sonar raras vistas desde la lejanía del hoy, pero fueron totalmente normales en aquellos tiempos.

Por su amplitud, se dividirá esta autobiografía en dos partes.


Para recordar: Autobiografía de Bartolomé Poza (primera parte).

Autobiografía de Bartolomé (II parte):

En junio de 1965 emigré desde mi pueblo, yo solo, buscando en tierras catalanas un mejor vivir. En el pueblo no había trabajo la mitad del año.

Arribé a Santa Coloma de Gramanet. Me coloqué de cartero interino, con la ayuda de mi hermano Manolo. Gané, en los 52 primeros días, unas 5.000 pesetas, más las propinas.

Tres meses más tarde, traje a mi familia a mi lado. Nunca debí haberlos sacado del pueblo. Pero la vida viene así... y así hay que torearla: con pies, cabeza, y manos... como se pueda.

Ganaba 3.000 pesetas al mes, y pagábamos 1.500 por una habitación alquilada, de unos 12 metros cuadrados de dormitorio (con derecho a cocina). La cuna del niño tuvimos que meterla bajo la cama de matrimonio, porque si no, no cabía en aquella pequeña habitación.

Me acuerdo, entre muchas cosas, de anécdotas (que de anécdotas no tienen nada, porque tenían lugar a diario) de varios hechos insólitos: como es el de no poder afeitarme con un maquina eléctrica (que me regalo mi hermana Cecilia para mi boda), porque el dueño de la habitación alquilada me dijo que sólo tenía derecho al gasto de luz de una sucia bombilla que usábamos por la noche antes de acostarnos.

También recuerdo que otra propietaria no quiso alquilarnos una habitación porque llevábamos un niño, y ella decía sólo querer alquilarla a matrimonios sin hijos.

Así fuimos caminando entre realquileres de un sitio para otro durante unos cinco años. Comiendo como podíamos, y yendo de vacaciones al pueblo con las extras de Navidad... ya que las 3.000 pesetas mensuales de sueldo no daban para mucho, por más que las tratáramos de estirar. ¡Cómo sería la cosa de boyante, que, por todo capital, tuve un día un duro (cinco pesetas) que me mandó mi suegro en una carta! Pero no podíamos regresar al pueblo, con un estrepitoso fracaso, después de cinco años.

Dios aprieta, pero no ahoga. Vino en ayuda nuestra, en forma de trabajo para mi querida esposa, cuando más falta hacía. La colocaron en una portería, por mediación de una señora propietaria, que vivía donde yo repartía de cartero (Doña Madronita Andréu de Klein... que Dios la tenga en su gloria por lo buena que fue con nosotros). ¡Todo cambió, como de la noche al día!.

Nos dieron vivienda (por 14 horas diarias de trabajo, más otras 10, al día "de guardia") en la Calle Bailén, de Barcelona. A mí aquello me pareció un palacio, acostumbrado a vivir en las pequeñas habitaciones alquiladas, con derecho a cocina. Era un ático de unos 52 metros cuadrados, distribuidos en cuatro habitaciones, water, cocina, y una bonita galería. Eso sí, no nos dieron nada gratis: durante muchos años, trabajamos 365 días al año, y 366 si la anualidad era bisiesta.

¡Ya teníamos dos sueldos que sumaban 6.500 pesetas... más las propinas! Pero no teníamos muebles donde comer, ni dormir. Todo nuestro ajuar se había quedado en el pueblo. Aunque todo se iba solucionando sobre la marcha: Por mesa teníamos unos ladrillos con sus respectivos asientos también de ladrillo, que hacían su apaño. Para dormir, compramos una cama por mil pesetas. Y unas viejas sacas de correos servían para que durmiera nuestro hijo.

Todo se iba arreglando económicamente, poco a poco. Y hubo hasta para comprar libros, y algún otro gasto extra que nos apetecía.

Pasaron los años con mil trabajos. Repartía la correspondencia en El Tibidabo... y siempre llevaba la Ataxia de Friedreich "a cuestas", como una coraza de las huestes del Rey Arturo.

A los diez años de casados nos llegó un segundo hijo, el 27 de junio del 1974, (jueves), a las tres de la tarde. Le pusimos por nombre Francisco. ¡Era tan amplio aquel "palacio" donde vivíamos, que nos faltaba otro niño!.

Todo era felicidad a pleno pulmón. Mientras, mi Ataxia de Friedreich se hizo tan ostensible que ya casi no podía trabajar de cartero repartidor.

Un día el Administrador (Don José María Espasa i Civil) se ofreció para hacernos el trabajo más soportable. Yo, ni corto ni perezoso, me presenté en su despacho, pidiendo, primero, permiso para entrar.

Me escuchó atentamente. Me tomó los datos, y me dejó ir... A los dos días, él mismo me llamó (ya se había informado sobre mi persona). Primero, me pidió perdón por su equívoco, ya que, a primera vista, me había tomado por borracho. Se interesó por mí. Viendo que no tenía curación, me dio opción a elegir trabajar sin jefes que me atosigaran.


Le pedí un puesto en una estafeta cerca de casa, (Sucursal 34, paseo San Juan número 196). Con gran sorpresa de los jefes, no falté al trabajo ni un solo día, hasta el fatídico día 11 de septiembre del 1988, (sábado). Ese día a las seis de la mañana moría en accidente de tráfico mi hijo Bartolomé, de 24 años, en un pueblo llamado Bellpuig (Lérida). Él conducía el coche, ya que era su dueño. Con él murieron tres amigos. Sin embargo, el que iba de copiloto salió ileso. Y nunca ha querido saber nada del accidente.

Francisco tenía 14 años cuando, por primera vez, conoció la tragedia de la muerte en el cuerpo sin vida de su hermano (a los 31 años aún no lo ha superado... tampoco nosotros). ¡Es lo más cruel que les puede pasar a unos padres que adoraban a su hijo: sobrevivir a su muerte. Pero la vida ha sido siempre muy dura para nosotros, y la hemos vivido con optimismo hasta ese funesto día en que aprendió el corazón a llorar, y el alma a sentirse demasiado pesada en mi cuerpo que, con mil problemas de salud, muere sentado sobre una silla de ruedas. ¡Pero es tanto el amor que tengo por la vida, que la vivo en cada segundo, minuto, hora, día, años, aunque sea entre dolores y quebrantos!.

A aquella estafeta del paseo San Juan, acompañado de mi querida esposa, estuve yendo a diario, durante 12 años. Hasta el día 10 de octubre del año 1990 en que me dieron de baja por gran invalidez.

Bibiana, Bartolomé, y Francisco (hijo de ambos... en el centro)
La primera vez que me senté en una silla de ruedas sentí una inmensa felicidad por ser un poco autónomo y por dejar de arrastrarme por calles y plazas.

Pasaron los años. Estuvimos 33 en la portería. Con pena, dejamos el cargo y la vivienda un año antes de la jubilación de mi querida esposa, para poder cuidarme las 24 horas del día. Pasamos a residir a un piso de propiedad de mi hijo Francisco.

Esta es la radiografía de una vida que muere por seguir viviendo con todas las fuerzas del alma. La imagen literaria de un cuerpo menudo, que apenas puede moverse, pero sigue soñando. La Ataxia de Friedreich y otras enfermedades que la acompañan han hecho presa de él desde hace más de 40 años. Sin embargo, aún no han podido impedirle hacer cualquier cosa que esté al alcance de sus manos.

Gracias a Dios, que es Él quien me "cuida". La ciencia médica no ha conseguido nada más que hacerme daño con cientos y cientos de pruebas, pero no han podido quitarme la Ataxia de Friedreich de encima.

Mi secreto ha sido el no dejar a la enfermedad vivir: Estar siempre activo... tener la cabeza en su sitio, y no dejar que penetre en ella la Ataxia de Friedreich, a pesar que hubiera tenido motivos para arrojar la toalla. La enfermedad sabe que me tiene seguro, pero solamente de cuerpo. La prueba de cuanto acabo de decir está bien clara. Estoy escribiendo en el ordenador, sin saber hacerlo... machacando tecla a tecla con una sola mano, porque la otra, la derecha, apenas la puedo mover.

Por último, pido perdón por las muchas y excesivas incorrecciones que pudiera haber tenido en este texto. No obstante, si a alguien mi escrito le sirviera para algo, me sentiría contento de saber que tanto trabajo escribiendo en mis condiciones físicas, no ha sido en vano, y ha tenido su premio. (Bartolomé Poza Expósito).

FIN

********************

4 comentarios:

  1. Gracias, Bartolomé.
    ¡Feliz cumpleaños, "chaval"!.
    Un abrazo.
    Miguel-A.

    ResponderEliminar
  2. bartolome,en primer lugar y en retraso feliz cumpleaños y espero que cumplas muchos mas...bien te dire que me ha encantado tu biografia, y en muchas cosas me siento identificada..yo si supiera escribir como tu me gustaria escribir mi vida..que ha sido tambien muy dificil..pero feliz por mis tres hijas y mi nieto..tu has tenido que pasar por la muerte de un hijo, que como bien dices es lo peor para un padre..me lo puedo imajinar..porque mi erun la tenia como a una hija, y hace dos años que nos dejo y no puedo superarlo...bien bartolome a mi me has ayudado mucho..y te mando un abrazo.. y animos para seguir adelante,lo mejor posible.lolin bo.

    ResponderEliminar
  3. Tu biografía ha causado en mi un fuerte impacto, no solo por las vicisitudes que has pasado sino también por el espíritu de superación que expresas en tus palabras. Hoy sin saberlo me he encontrado con mi tío y estoy muy orgulloso de conocerte un poco mas. mi padre me hablo en alguna ocasión de ti, de su hermano el cartero pero la distancia siempre fue un muro casi infranqueable. Hoy a través de las nuevas tecnologías te he descubierto y me siento muy feliz de recibir ese optimismo que despides. Un abrazo muy fuerte de tu sobrino Juan. Soy el hijo pequeño de tu hermano de padre José Poza Expósito. Tenemos en Facebook un muro familiar "Familia Poza" con bastantes nietos de tu hermano. Pepe Luis hijo de tu hermana Cecilia es el que me ha hablado de ti. Un abrazo tito Bartolo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Juan: Bartolomé esta ya muy afectado por su enfermedad degenerativa y retirado de internet... por lo que, como moderador del blog, no puedo tasmiterle tu texto. Su tlf. familiar es 93-266-40-71

      Eliminar