Por Belén Hueso Balaguer, paciente de Ataxia de Friedreich, de Aboraya (Valencia).
"La vida no es un problema que tiene que ser resuelto. La vida es una realidad que debe ser experimentada". (Soren Kierkegaard).
"Cuando toca ir a la playa o exhibirse ante los vecinos en la piscina más cercana, es cuando mejor sienta leer algo así: "Con el interior que tienes, ¿por qué cambiar el envoltorio, bombón?". Y es que no hay mejor look que sentirse plena, a gusto con una misma y satisfecha con el trabajo realizado así como con los proyectos y compromisos por cumplir.
Cualquiera de nosotras puede comprobar cada día que no hay mejor maquillaje que la alegría, ni mayor atractivo que el que genera el buen humor. Del mismo modo, los peores enemigos también vienen de dentro. En nuestros reproches, exigencias, culpabilidades, miedos..., y por supuesto en nuestros complejos, suele estar el origen de esa necesidad asfixiante e imperiosa de cambiar «el envoltorio».
Complejos que se ven a menudo reforzados por esos estándares imposibles sin el mágico efecto de los retoques fotográficos y, ahora también, por la nueva ola de aplicaciones de teléfonos inteligentes que permiten a los usuarios ver los resultados de la cirugía plástica en su propio cuerpo antes de someterse a ella.
Podemos ver, por ejemplo, cómo nos sentaría un aumento de pecho sin tener que pasar por el quirófano. Tantas facilidades no hacen otra cosa que alimentar ese apetito insaciable que despierta cualquier operación relacionada con la cirugía estética. Así, todas nos apuntamos a esos cambios que parecen tan sencillos pero entrañan una transformación a veces drástica. Se trata de una cuestión que hay que estudiar y meditar mucho. Sin embargo, cada vez más mujeres se sienten presionadas para cambiar algo.
En Estados Unidos e Inglaterra esto se lleva al límite y se ha puesto de moda la Cenicienta, que consiste en el acortamiento de dedos de los pies, liposucciones de dedo gordo o incluso en limar los huesos para «disfrutar de unas sandalias abiertas». No, si al final sí que va a ser una ventaja eso de elegir el tamaño y el color de mis pies de mentira, y la manicura francesa, que además es permanente porque, por suerte, mis uñas no crecen". (Irene Villa).
Este texto en letra cursiva pertenece a una columna, del pasado mes de agosto, de Irene Villa que escribe semanalmente en: 'Yo Dona'. Me encantó el texto... me llegó al alma. Y es que tiene toda la razón: ¿por qué le damos tanta importancia al envoltorio?.
Que sí, hay que verse guapa y sentirse a gusto con una misma, pero no hay que exagerar, hay pequeñas cosas que, aunque no nos gusten, no podemos cambiarlas y hay que aceptarlas... Creamos complejos tontos que nos hacen sentir inferiores, nos frustran, o incluso nos anulan por completo. Yo este verano me he quitado unos pocos complejos, y me siento mejor... ¿Y tú?.
Cuidamos más lo de fuera, que el interior, sin tener en cuenta lo que realmente importa.
Os dejo el enlace a un artículo de Rosa Montero: De playas, celulitis y gaznápiros.
"Yo lloré porque no tenía zapatos, hasta que vi a un niño que no tenía pies"
Foto de portada del blog de Belén |
Fuente: El blog de la autora del artículo Papaiona.
Original en: Cenicienta
********************
2- Sección 'PowerPoint del día':
Canta 'Estrellita de Palma' (1920-1883).
Para acceder al archivo PowerPoint, pinchar en: Wondebra
********************
Gracias, Belén.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.