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sábado, 12 de abril de 2014

Raíces (séptima parte)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Mónica Meló Bo, familiar de paciente de ataxia espinocerebelosa, SCA.

Nota del administrador del blog:

Mónica Meló Bo
‘Raíces’ es un relato de la escritora valenciana Mónica Meló Bo, familiar de paciente de ataxia espinocerebelosa, SCA. Originalmente ha sido escrito en valenciano… si bien, esta versión en castellano nos ha sido traducida por la propia autora.

El argumento del relato es ficticio, aunque inspirado en personas reales… y donde la ataxia tiene un papel en el contexto. Es una narración llena de sensibilidad para cualquier faceta de la vida… pero que, para quienes “pacemos”, y padecemos, en los prados del sufrimiento, resultará de lectura casi imprescindible… para vernos reflejados en el espejo, y sacar provecho de la visión de nuestra propia imagen.

Por la amplitud del total del texto, relato largo o novela corta, para un formato blog, ha sido dividido en nueve partes… que se editarán en días consecutivos… salvo que, en el intermedio, surjan noticias que no admitan dilación
.

Para recordar: Raíces (I parte) ... Raíces (II parte) ... Raíces (III parte ... Raíces (IV parte) ... y Raíces (V parte) ... y Raíces (VI parte).

VII

     —¡Exacto! ¡Qué bien expresado! El dolor nos hace más ”vulnerables". Esta palabra tiene muy mala fama entre la gente, pero si superas el miedo y te adentras en esta vulnerabilidad, descubres que en realidad es poder. El miedo es como un holograma, debes traspasarlo para darte cuenta de que no es real. Y eso te da una libertad impresionante... de ser lo que realmente eres, de decir la verdad... en fin, como ya has experimentado la propia oscuridad, ya nada te asusta.

     Me quedé impactada por lo que decía Rut, era como mirarse en un espejo. Me reconocía en cada palabra que escuchaba de ella. Dentro de mí sentí un alivio fugaz como una caricia. Una caricia que iluminó algo en mí y, casi en estado de shock, con la ayuda del alcohol, me desembaracé por unos instantes de la mente, y dije como hipnotizada:

     —Y cuando resistes la presencia de las sombras, empiezas a notar que hay algo más que antes no veías. Podríamos definirlo como una especie de sabiduría, de comprensión profunda de las cosas. El dolor ha sido como la señal indicadora que te lleva allí donde realmente tienes que mirar. El dolor te hace cuestionártelo todo, buscar algo más... Hace que te crezcan raíces sedientas de agua...

     Ahora era Rut la que me miraba atónita, casi no parpadeaba. Después de un breve silencio denso me dijo:

     —Silvia, una reflexión así solo puede hacerla una persona que ha experimentado un dolor fuerte...

     Ya no podía detener el empuje de aquella fuerza desconocida que estaba ganando la batalla en mi desorden interior. La presencia y las palabras de Rut eran como un reclamo poderoso que, igual que un imán, atraía la parte de mí afín a lo que decía y la hacía surgir fuera con el ímpetu de una cascada después de una tormenta. Y lo solté todo:

     —Sí, también he probado el dolor profundo... por una madre a la que diagnosticaron ataxia espinocerebelosa, SCA cuando yo tenía poco más de veinte años. Tú sabes lo que es, puedes comprender lo duro que resulta ver cómo una persona que amas ve como se va reduciendo la capacidad de moverse, de caminar, incluso de hablar... Mientras es consciente del todo, de cómo va degenerando su cuerpo. Menos mal que unas complicaciones que le provocaron un ataque al corazón impidieron que continuara sufriendo. Pero eso no es todo. Cuando mi padre vio que mi madre dependía tanto de él, no lo pudo resistir y desapareció, dejándome a mí sola a cargo de ella. No te imaginas lo que le odié, no por tener que atender a mi madre, sino por el sufrimiento que le ocasionó. Por eso la intenté compensar lo mejor que pude, quería que se sintiera amada.
     —¡Madre mía! ¡Qué cabrón tu padre! Perdona, pero es que las personas así me ponen de muy mala leche. —Rut sacaba chispas casi literalmente, le había subido una llamarada a la cara y estaba encendida como una brasa.
     —Ya, fue un cabrón, pero cuando después de la muerte de mi madre acudió a mí desesperado con una depresión de caballo, me compadecí de él y le ayudé a salir de ella.
     —¡Uf! No sé si yo hubiera podido. Pero te comprendo, yo también pasé por el doloroso proceso de perdonar a mi padre.
     —Es lo que comentábamos antes, el dolor y el sufrimiento extremo te hace más permeable al sufrimiento de los demás, no lo puedes evitar...
     —Sí, ¡dímelo a mí! Por eso trabajo en lo que trabajo. Queramos o no, no podemos dejar de lado la sensibilidad, pero eso nos hace evolucionar, y a mí personalmente me hace más feliz.
     —¡Es verdad! No podemos desconectarnos de nuestra parte humana, como hacen los vampiros de aquella serie.
     —¡Pues eso es lo que hace la mayoría de la gente!


     Y nos reímos con ganas, lo cual nos ayudó a liberar la tensión del momento. No por mucho tiempo, porque de repente sonó mi móvil.

     —¿Quién será a estas horas? ¡Pero si son más de las doce! —dijo Rut, mientras yo cogía el teléfono.
     —Sí, no te preocupes, que en veinte minutos estoy en el hospital.
     —¿A quién tienes ingresado?
     —A mi padre, se está muriendo. A ver si llego a tiempo de verlo todavía consciente.
     —Espera, tengo el coche fuera aparcado, te llevo al hospital.

(Continuará el lunes).

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2- Sección ’PowerPoint de humor del día’.

Canta un antiguo romance 'Labazanca'.

Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, pinchar en: La peste.

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2 comentarios:

  1. cada capitulo es mas interesante..este me ha gustado mucho y emocionado...lolin bo.

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  2. He leído su relato en sus partes, en realidad me parece fascinante su adaptación lírica a una realidad de vida de nosotros los ataxicos1 LA EXPERIENCIA NOS NUTRE !!

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