Por Carmen Carnicero, paciente de Ataxia de Friedreich, de Granada.
Carmen Carnicero |
Escribo esto en una tarde de primavera. Desde mi ventana, veo los grandes árboles, centenarios, que rodean el río, mezclando la diversidad de verdes, con el blanco de las casas, y la brillante, pero tenue, luz del atardecer.
Momentáneamente, la claridad de la tarde se ha visto ensombrecida con nubes grises de tormenta, que dan al cielo un aspecto casi terrorífico, a la vez que acogedor, y, además, de una magnifica belleza. De repente, aparece, entre las nubes, un rayo, que ilumina el cielo grisáceo, manchándolo de morado, amarillo, anaranjado, y cobalto.
La lluvia, finalmente, ha refrescado el ambiente, dejando un atardecer precioso, con cúmulos amarillentos por el reflejo del sol de mayo.
***
Mi cabeza funciona muy bien. Pero, a mí que más me da, si me tratan como a una inválida (no-válida), y me mandan callar. Yo sólo quiero saber las cosas... sólo quiero que me lo expliquen. Soy lenta, pero si se me explica, me entero perfectamente. ¡Claro, para los demás, es más fácil dejarlo así...!
No tengo ni intimidad... no puedo ni llorar... ¡pues como no puedo estar sola...!
Siempre me he considerado normal: Me he casado, y he tenido un hijo. ¡Qué más normal que eso...! Pues no, ahora me tengo que concienciar de que no lo soy. Tengo muchas limitaciones además de las que pudiera tener cualquiera...
Estoy triste, decepcionada, vapuleada sicológicamente, y ofendida. En esto suelen influir las relaciones interpersonales... sobre todo si tienes pareja. Siempre habrá este tipo de sentimientos. en mayor, o menor medida.
Me acuerdo mucho del viaje que hicimos a Italia con mi hermano: Algún amigo que leía el futuro, no sé dónde -en las cartas, creo- me vaticinó que mi porvenir iba a transcurrir como una balsa... sin altos, ni bajos. ¡Humm, no sé...!
***
A los veintitrés años murió mi mejor amiga... Aún te extraño, Sesi. Se quedaba a dormir conmigo... en su casa, la Casería, que entonces era el lugar de encuentro de todo aquél que tuviera algún tipo de inquietud. Por ahí han pasado pintores, músicos, ... Ella estaba en el ordenador, y yo viendo una película. Habían venido dos amigos (de la pandilla de los arquitectos) con sus bicis. Estaban dormidos cuando sonó el teléfono:
- Un familiar de Sesi... ha tenido un accidente... ha muerto.
Solté el teléfono... llamé a Marga para que se pusiera ella... yo no podía hablar. Fue como si me hubiera caído un rayo, y me hubiera paralizado... el cuerpo, no la mente: No paraba de pensar en mi amiga.
Cuando te pica, te rascas. Pues yo no. Yo lo calmo con mi mente: desvío la concentración de ese punto, y hago que se me olvide... ya que con mis dedos no lo puedo hacer...
***
Llevo tiempo viéndolo. Y hoy, al decirlo en voz alta, ya veo claro lo que pasa en esta "civilización del espectáculo", que, tan hábilmente, describe Vargas Llosa: Es que todo el mundo va muy rápido, no hay tiempo para leer (no sólo literatura... que se me dice de la inmediatez de cualquier búsqueda, vía Google), ni para pensar, ni conversar, ni mucho menos para pararse a escuchar a nadie... aún a sabiendas que quien nos habla, tiene algo que decir.
Me ha surgido esta idea, tras ver a mi hermano, también paciente de Ataxia de Friedreich, haciendo un esfuerzo por intentar comunicar algo, dentro de una reunión con varios dialogantes.
********************
2- Sección "Video del día":
Este cortometraje, subtitulado en castellano, 'El circo de la mariposa', está alojado en "Youtube", y tiene 20 minutos de duración. Se inserta aquí por recomendación de Cristina Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza
********************
Gracias, Carmen.
ResponderEliminarLa vida es como viene, no como hubieramos querido que viniera.
Un abrazo.
Miguel1-A.