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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Episodio del cementerio (capítulo XI de 'Historias de la guerra civil')

Blog "Ataxia y atáxicos".
(Por Cristina Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza).

Nota del admimistrador del blog: Para recordar la introducción a la serie de capítulos de 'Historias de la guerra civil española', pinchar en: Presentación....

Cristina Sáez Vallés
Recordatorio retrospectivo (del capítulo anterior)::

Una tarde del otoño de 1938, Lolín acudió al cementerio con su amiga, Asunción. Después de depositar las flores (claveles blancos) en la tumba de su padre, cuando Lolín y su amiga se disponían a volver a casa, vieron a unos soldados que portaban un féretro cubierto con la bandera de España. El fallecido era un alto cargo del bando franquista que había muerto en el frente del Ebro. Lo enterraron en una fosa que encontraron abierta. Cuando acabaron de cubrir de tierra el féretro, pusieron una cruz, y uno de los soldados sacó una foto, y la pegó en ella con una masa de harina. Asimismo, escribió debajo, con tinta negra y con un pincel pequeño, el nombre, la fecha, los años que tenía cuando murió, y el cargo que ocupaba. Lolín memorizó bien estos datos. Las dos amigas sentían una gran curiosidad, y vieron todo lo sucedido, sin perder detalle.

HISTORIAS DE LA GUERRA CIVIL - CAPITULO XI: Episodio del cementerio.

Una tarde del verano del 39, estaban las mujeres y mozas del pueblo sentadas en la plaza del Horno, como de costumbre: charlando, riendo, hablando de unos y de otros, contando chistes, anécdotas... Vieron cómo se acercaba un coche de lujo. Éste paró. De él bajó un hombre, que parecía el chófer, ya que llevaba uniforme y gorra, y ayudó a bajar a sus dos ocupantes. Eran dos mujeres vestidas de luto. Una de ellas tendría unos cincuenta años. Pero los cincuenta años de entonces eran muy diferentes a los de ahora. Una persona de esa edad entonces era casi una anciana: por la forma de vestir, de peinarse, etc. La otra mujer era joven, y muy guapa. Ambas se parecían entre sí. Seguramente, eran madre e hija.

La más joven se acercó hasta el corrillo de personas, y preguntó a una mujer mayor:

- ¿Podrían decirme si vamos bien para el cementerio?.

La mujer, curiosa, preguntó si buscaban a alguien.

Entonces, la joven le contestó, con los ojos llorosos, que venían de Valladolid... que les habían dicho que habían enterrado a su hermano en Caspe... y querían ver su tumba para cerciorarse de que su hermano estaba allí... y así, hacer los trámites necesarios para poder llevarse el cadáver, y enterrarlo en su tierra.

- No va a ser tarea fácil -le respondieron-, pues hay muchos hombres enterrados en fosas comunes, y la mayoría, sin nombre.

- Nos han dicho que está enterrado el sólo, que en la cruz hay una foto suya, y está escrito su nombre.

- Lolín, entonces, prestó atención a lo que decía aquella “señorita tan guapa”. Cuando escuchó el nombre del hermano de la mujer, se levantó de un salto de su silla, y, en voz alta, dijo:

- Yo sé dónde está enterrado su hermano. Puedo acompañarlas.

- La mujer joven llamó a su madre, que se acercó al corrillo. Y, cuando su hija le contó que habían encontrado a su hijo y hermano, madre e hija se abrazaron llorando. Y pidieron a Lolín que subiera al coche, y les acompañara al lugar.

Lolín pidió permiso a su madre Pilar, y ésta le dejó ir con la condición de que no fuera sola. Entonces, Lolín pidió a su amiga Asunción que la acompañara, ya que ambas sabían dónde estaban enterrados los restos del teniente. Lolín se sentó delante, al lado del chófer, para guiarle. Cuando llegaron al cementerio, bajaron del coche, todos, menos la señora mayor, que estaba delicada de salud, y lloraba de pena y emoción.

Cuando las dos mujeres se cercioraron de que era cierto todo, dieron las gracias a las dos niñas y un sobre con dinero, por lo agradecidas que estaban.

Cuando volvían para casa, andando, abrieron el sobre. Había mucho dinero. Lolín quiso darle su parte a su amiga, pero Asunción no lo quiso... no le hacía falta: Provenía de una familia adinerada de Caspe, y comprendía que el dinero le vendría muy bien a Lolín, ya que su familia lo necesitaba de verdad.

Asunción era una de las mejores amigas de Lolín. Pero su madre no le dejaba apenas salir de casa... así que, con el paso del tiempo, a pesar de lo mucho que se querían ambas, se fueron distanciando.

(Continuará).

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