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miércoles, 28 de marzo de 2018

Cuando la vida nace... y es arrebatada

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich, residente en Barcelona.

Notas del administrador del blog:
Debido a la progresión de la enfermedad, Bartolomé ya no está en condiciones para usar ordenador. Este poema está fechado en el año 2004, y forma parte de su libro 'Sentimientos de una vida'.
Bartolomé nació, y vivió hasta en los 25 años, en Jódar (provincia de Jaén)... Reside en Barcelona...


La paz atesoró
lo que en su vientre
formó la confusa estrella
por la enjundia de la existencia ardiente.

La vida anida con la energía de un Océano.
Fuertes y suaves manos acarician,
con ternura,
la cintura de su amante esposa.
Su delgada cintura se dilata
por el hijo que lleva en sus entrañas.
Y habla con él, en silencio,
sabiéndose cómplice de tan sacro milagro.

Estrella fugaz de bonanzas.
Serena madre,
madre materia.
Médula, invulnerable,
besa, maravillada, el cuerpo
que palpita dentro de su ser.
¡Es el milagro de la vida!.

Se oye un doloroso gemido,
mezclado con el llanto del recién nacido.
¡Gime la vida!.
Sin saber que ha perdido su inocencia,
comienza la singladura de un ángel
encarnado en la materia.

El viento se hace brisa
al despertar de una vida.
Su madre, con mimo,
acaricia el desnudo cuerpo de su hijo
dilatado por el calor de la placenta.

Brazos de madre,
con tierna caricia,
rodean su pequeño cuerpo.
Sus pechos amamantan,
por vez primera, al hijo.
¡Nacimiento de la existencia!.
...prolongación de otra.
La madre mira al hijo, gozosa,
sin darse cuenta del caudal de ternura
que fluye del manantial del alma.

Hondo suspiro,
anhelante de amor y cariño,
por tener en sus brazos a su querido hijo:
¡Ángel trémulo ardiente nacido!
Principio y final de una convivencia desglosada
por un efímero espacio de tiempo:
el parto.

El cordón umbilical es seccionado,
dejando indefenso al cuerpo,
que empieza su singular cruzada por la existencia,
prólogo del tránsito por la vida.

El nacido palpó manos y piernas,
vigorosas de energía.
Extendió, límpidas sus manos,
con sabiduría incipiente,
acariciando lo que ansía:
el calor de unos bustos en sus mejillas.
¡Oh, hermosísimo misterio de la vida!.


Labios de amor maternal,
con suavidad,
se posan en su rostro.
El candor y la inocencia
siente, sin percatarse,
que no apagan sus deseos por lactarse
los senos indulgentes de su madre.

Cuando la vida nace,
las caricias se atesoran con deleite en el tiempo.
La ternura de silencios plenos
espera salir de la verdad interior,
dejando de ser la nada,
como aparenta antes de la existencia.

Manantial de felicidad y amargura:
adheridas una a otra
como la hiedra a la pared
en la noche perfumada.
La felicidad brota de la juventud exuberante,
que vive el éxtasis de la existencia...

*****

Existencia arrebatada...
en temprana mocedad,
una triste mañana de marzo.

El alma, desconcertada, no entiende:
¿por qué ya no vive donde "habitaba"?,
y sí entre el amasijos de hierros,
rojos, por el carmesí
de la sangre inocente derramada.
Todo es silencio,
silencio de muerte.
¡Silencio de los silencios!.


La brisa de la mañana susurra, plañidera.
Fina lluvia con olor a pólvora mojada.
Es un amanecer de dolor y muerte.
Un huracán de sangrantes heridas,
por donde se escapa la vida,
cercenada por la locura humana,
en un escenario de vagones mutilados.

¡Madrid, Madrid!.
Herida de muerte.
Estelas de sangre escarlata
van dejando tras de sí por calles y plazas.
¡De Madrid al cielo!
¡Villa y Corte de los sueños!
¡Qué bien sonaba tu nombre!.

Con rostro cambiado para siempre,
por la cruel guadaña de la muerte,
que lo asola todo,
caminas con suspiros en el alma,
por dolorosos crímenes,
sin comprender los motivos.

No hubo sino silencios de amanecer.
No hubo sino pasos de fantasmas,
que, en silencio,
en el crepúsculo matutino,
como una bruma fantasmal,
vestida con harapos cruentos,
presa de mirada profunda,
volaban en la piedad de la mañana.

Sin tener anuencia a nada,
sus vidas han sido destrozadas,
entre metralla,
por manos asesinas de unos criminales,
que no tienen prerrogativa a la vida.

España llora...
llora lágrimas amargas de dolor...
llora por la pérdida de sus 192 hijos...
llora por 1.500 heridos y mutilados,
a manos de asesinos, sin alma ni corazón.

Mi cariño y compresión,
mientras viva,
a todos cuantos sufren, o han sufrido,
la pérdida de un ser querido
por muerte violenta,
o víctima del terrorismo.

Madres y padres,
que les disteis vida,
sólo os queda dolor por la ausencia de vuestros hijos.
Vivirán eternamente en el recuerdo,
mientras haya quienes no les olvidan.
Dolor y aflicción quedará mientras sean recordados:
¡El olvido es la muerte eterna!.

NOTA: Ruego me disculpen si algunas de mis frases fuesen crudas o duras, pero no he podido expresarme de otra manera: Yo perdí un hijo en un accidente de tráfico... y sé muy bien el dolor que siente la familia de las víctimas.

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