Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.
Vicente Sáez Vallés |
Unos grilletes ennegrecidos por el paso del tiempo encadenaban a aquellos que pagaban su pena extrayendo piedras de otra piedra, y las llevaban a carretillas que otros presos empujaban. Nadie sabía que trabajo era más duro, siendo simples los tres: picar, cargar carretillas, o llevar carretillas.
Los uniformes separaban a vigilantes y vigilados, ya fuera de azul marino ajustado y rifle, sombrero de vaquero y gafas de sol o, con pijama de rayas finas azules y blancas horizontales, gorrito, tatuajes y grilletes.
Uno de los condenados se apoyó en el pico y se frotó las cuencas de los ojos para extender el sudor y, mientras suspiraba, vio a un compañero que silbaba una melodía:
- ¡Eh! ¿Te gusta la música?.
- ¡Ya lo creo!.
- ¿Tocas algún instrumento?.
- El piano, un poco...
- Ya... ¿Por qué estás aquí?.
- Trabajaba en una empresa de mudanzas, y me tocó trabajar en cargar al camión las cosas de la casa de un pianista famoso que vivía en un quinto piso. Por eso colocamos una polea en la fachada y sacábamos las cosas por la ventana. Y, en lugar de hacerlo con una cuerda gruesa, se me ocurrió atarlo con papel higiénico...
- Entiendo, ¿es por eso que en lugar de un pico golpeas la piedra con un clarinete?.
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Nota final del administrador del blog:
Vicente falleció en el año 2006. Para acceder a una breve semblanza del autor del texto (escrita por su hermana, Cristina, también, como él, paciente de Ataxia de Friedreich), hacer click en: Semblanza de Vicente Sáez Vallés.
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