Por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria.

Por fin, pude escabullirme de los malos olores y vapores de la cocina. En la salita, vi que estaban convocados mis dos hijos, muy concentrados y callados, lo que era raro en ellos. El menor me dedicó una sonrisa cuando llegué, y me abrazó tiernamente. El otro infante estaba pálido mientras revisaba los dibujos de su hermano.
El autor de las imágenes se fue. Y me arrodillé junto a mi otro vástago para apreciar el motivo de su aflicción. Empezó a pasar hojas tatuadas con sus caricaturas, calcos, y copias... sus dibujos e imaginaciones. En la última página pude comprobar por qué el niño estaba tan alarmado: Los monigotes del papel habían tomado vida, y parecía que estuvieran buscando una salida a aquella dimensión.
Los dos corrimos a refugiarnos en un armario...

Nota de administrador del blog:
Para ver en la página web de "Ataxia y atáxicos" una breve descripción, y cómo adquirirlos, de los cinco libros publicados por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria, pinchar en el siguiente enlace: Cinco libros de Pilar Ana Tolosana.
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2- Sección "Cuéntame cómo pasó :-)":
He tenido guardado, durante más de 10 días, un gracioso texto de humor. Pretendía haberlo pegado en el blog cualquier día que el artículo fuera menos extenso. Pero -cosas de la brujas informáticas- me ha desaparecido. ¡Vaya putada! No me hubiera importado narrarlo de memoria... con más o menos detalles... más bien "menos", por la necesidad atáxica de abreviar :-) El problema es que, como paciente de Ataxia de Friedreich, eso de teclear, ya se me está poniendo grave... pero... "querer, es poder... sólo hay que poner imaginación" :-)
No me digas que no te lo cuente, porque te lo voy a contar de todas formas :-) Ya sabes que, si no te gustara, la historia se corta pinchando en la "X" del ángulo superior derecho de la pantalla :-)
Querer, es poder... sólo hay que poner imaginación.

- Señora, la granja del tío Pedro me pilla de camino de regreso a casa. Si quiere acompañarme, voy a pasar a unos metros de su puerta.
Ambos iniciaron el trayecto por un camino de tierra, salpicado de charcos, por donde, de vez en cuando, se cruzaban con alguna carreta tirada por caballos.
De repente, el granjero se detiene ante un estrecho sendero, y, mirando a la mujer y buscando su aprobación, le dice.
- Conozco un atajo siguiendo este sendero solitario. Ahorraríamos un par de kilómetros. ¿Quiere que tomemos esta vía?.
- ¿Solitario ha dicho? -replica ella, haciéndose la víctima-. ¡Pues, no sé!. Aunque viuda, soy joven y atractiva. ¡Y cómo sé, que, aprovechando la soledad del terreno, no me va a poner contra un árbol, y me va a violar?!.
- ¡¿Violarla, yo!? ¡Señora, pero no ve que eso es imposible! Si les soltara, estos animales huirían por el campo, y no habría forma de atraparlos de nuevo.
-¡¡Joder... querer, es poder... sólo hay que poner imaginación... el pato lo dejas en suelo... lo tapas con el cubo... encima ponemos mi maleta para que no lo levante... y las gallinas te las podría sujetar yo misma... coño!!.
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¡Gracias, Pilar Ana!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.