Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich, residente en Barcelona.
Otro maravilloso amanecer:
¡Otro maravilloso amanecer!.
La dorada claridad rompe las nubes,
suspendidas en el aire entre cortinas rasgadas...
Las telarañas de la oscura noche
pierden su arabesco misterioso.
Se diluyen como diminutas y brillantes gotas de fría escarcha,
dejando ver las estrellas del alba,
ocultas, tras ellas en el cielo.
Párpados de infinitos ojos pierden su luz,
muriendo cegados por la diáfana claridad
de la eminente salida del astro rey de la mañana:
¡El Sol!.
Suaves rayos anaranjados,
entre montañas dentadas,
se esparcen entre las nieblas,
hiriendo los ojos del alma.
El corazón de sentimientos se inflama,
oyendo el sonido lejano de mar:
Desafiante...
Poderoso.
Las anchas aguas de plata y cristal
se congelan en el recuerdo de otros amaneceres:
Horizonte perdido de mi atribulada mente
que pasa, como corriente impetuosa,
bañando el alma...
Caminante... yo.
Camino sobre ella como el viento...
Vuelo errante en el cálido cielo,
sin temor a lo eterno...
Soplo de vientos me llevan a otros lares,
llenos de cariño y de recuerdos.
¡Recuerdos de recuerdos!
¡Pozo profundo de aguas cristalinas,
donde sacio la sed de los deseos!.
Las estrellas parecen sonreírme
cuando las miran mis ojos soñolientos,
moviéndose levemente en los confines del Universo
de un infinito cielo azul:
techo transparente...
romántico...
En el firmamento se reflejan los sentimientos del corazón,
en cada instante sublime de la vida.
¡Imposible saber donde me hallo!
¿Arriba...?
¿Abajo...?
¿O de lado...?
Todo cuanto veo parece una bóveda sin principio ni fin...
Sólo la difusa luz de los planetas
que, exhalando suspiros de muerte, desaparecen...
Otros, en cambio, nacen de la nada...
¿Estaremos solos?
¿O la mágica sonrisa del amanecer es delirio de mis sentidos?
Dejo la pregunta en el aire en esta romántica aurora.
¡Otro maravillo amanecer!.
***** ¡Otro maravilloso amanecer!.
La dorada claridad rompe las nubes,
suspendidas en el aire entre cortinas rasgadas...
Las telarañas de la oscura noche
pierden su arabesco misterioso.
Se diluyen como diminutas y brillantes gotas de fría escarcha,
dejando ver las estrellas del alba,
ocultas, tras ellas en el cielo.
Párpados de infinitos ojos pierden su luz,
muriendo cegados por la diáfana claridad
de la eminente salida del astro rey de la mañana:
¡El Sol!.
Suaves rayos anaranjados,
entre montañas dentadas,
se esparcen entre las nieblas,
hiriendo los ojos del alma.
El corazón de sentimientos se inflama,
oyendo el sonido lejano de mar:
Desafiante...
Poderoso.
Las anchas aguas de plata y cristal
se congelan en el recuerdo de otros amaneceres:
Horizonte perdido de mi atribulada mente
que pasa, como corriente impetuosa,
bañando el alma...
Caminante... yo.
Camino sobre ella como el viento...
Vuelo errante en el cálido cielo,
sin temor a lo eterno...
Soplo de vientos me llevan a otros lares,
llenos de cariño y de recuerdos.
¡Recuerdos de recuerdos!
¡Pozo profundo de aguas cristalinas,
donde sacio la sed de los deseos!.
Las estrellas parecen sonreírme
cuando las miran mis ojos soñolientos,
moviéndose levemente en los confines del Universo
de un infinito cielo azul:
techo transparente...
romántico...
En el firmamento se reflejan los sentimientos del corazón,
en cada instante sublime de la vida.
¡Imposible saber donde me hallo!
¿Arriba...?
¿Abajo...?
¿O de lado...?
Todo cuanto veo parece una bóveda sin principio ni fin...
Sólo la difusa luz de los planetas
que, exhalando suspiros de muerte, desaparecen...
Otros, en cambio, nacen de la nada...
¿Estaremos solos?
¿O la mágica sonrisa del amanecer es delirio de mis sentidos?
Dejo la pregunta en el aire en esta romántica aurora.
¡Otro maravillo amanecer!.
Nota final del administrador del blog:
Debido a las características progresivas de su enfermedad, Bartolomé ya no está en condiciones de escribir. Este poema está fechado en Barcelona, agosto del año 2004. Y forma parte de su libro "Sentimientos de una vida".
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