Por Bartolome Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich, residente en Barcelona.
Notas del administrador del blog:
1- Mañana es la onomástica de Bartolome Poza, paciente de Ataxia de Friedreich, y dentro de cuatro días será su 78 cumpleaños... Que sepa yo, es "el abuelo" del colectivo atáxico español, aunque Diego Sánchez Cordero, atáxico de Don Benito (Badajoz), le sigue a corta distancia, sin competición, por supuesto :-)
2- He telefoneado a casa de Bartolomé para felicitarlo. He hablado con Bibiana su esposa. Durante los últimos años ya no he podido hablar directamente con él: Su disartria es ya muy pronunciada, y hablar le requiere mucho esfuerzo... pero lo peor de todo es que ambos padecemos déficit auditivo... Bibiana me ha dicho que, dentro de lo que cabe, Bartolomé está bien.
3- En el blog nos unimos a las felicitaciones, insertando un poema suyo... Debido a las características progresivas de su enfermedad, Bartolomé ya no está en condiciones de escribir. Este poema está fechado en "Barcelona, Agosto del 2004". Y forma parte de su libro "Sentimientos de una vida".
El silencio de la tarde:
Mis ojos miran con nostalgia la soledad de la tarde.
La vista se pierde en el vacío del horizonte
donde imagino minúsculos veleros
moviéndose como suaves motas de algodón
entre brumas marinas.
El mar, adentrándose en mis entrañas...
Y yo... en las suyas...
Siento la dulce felicidad de lo imposible...
Mi dulce sangre, enajenada,
se mezcla con la suya en sus anchas venas,
dándome vida eterna,
en este atardecer de púrpura escarlata,
viviendo el ocaso del día.
Sosiego del sol que pierde en el horizonte
sus rayos de oro viejo
como una inmensa naranja desgajada.
Esparciendo sus últimos estertores de luz...
Las escarpadas montañas
parecen gigantes alargando sus sombras
fundiéndome en ellas.
Voces lejanas acarician el alma,
que volar quiere,
desdoblándose entre ecos de silencios
quebrados por sonidos de viento
que hieren sentimientos dormidos
de pájaros ausentes,
cuyos trinos cesaron en el tiempo.
Dentro del corazón sólo hay silencio...
¡Mudo!
Cierro los ojos viendo...
sin ver...
con melancólica tristeza...
el ayer...
viviendo, con placentera alegría, el presente,
que no quiere pensar en el futuro...
Se pone el sol...
El alma de ternura duerme...
Queda la tarde en silencio...
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Mis ojos miran con nostalgia la soledad de la tarde.
La vista se pierde en el vacío del horizonte
donde imagino minúsculos veleros
moviéndose como suaves motas de algodón
entre brumas marinas.
El mar, adentrándose en mis entrañas...
Y yo... en las suyas...
Siento la dulce felicidad de lo imposible...
Mi dulce sangre, enajenada,
se mezcla con la suya en sus anchas venas,
dándome vida eterna,
en este atardecer de púrpura escarlata,
viviendo el ocaso del día.
Sosiego del sol que pierde en el horizonte
sus rayos de oro viejo
como una inmensa naranja desgajada.
Esparciendo sus últimos estertores de luz...
Las escarpadas montañas
parecen gigantes alargando sus sombras
fundiéndome en ellas.
Voces lejanas acarician el alma,
que volar quiere,
desdoblándose entre ecos de silencios
quebrados por sonidos de viento
que hieren sentimientos dormidos
de pájaros ausentes,
cuyos trinos cesaron en el tiempo.
Dentro del corazón sólo hay silencio...
¡Mudo!
Cierro los ojos viendo...
sin ver...
con melancólica tristeza...
el ayer...
viviendo, con placentera alegría, el presente,
que no quiere pensar en el futuro...
Se pone el sol...
El alma de ternura duerme...
Queda la tarde en silencio...
Precioso poema y muchas felicidades
ResponderEliminar¡Feliz cumpleaños, Bartolomé.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.