Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.
Para ir a partes de este relato, pinchar en:
I- Para buscar fantasmas (I).
II- Para buscar fantasmas (II).
- Mira, no somos nada ni tú ni yo en la vida. Yo he estado casado... he estado divorciado... soy licenciado en filosofía... he sido fiel... he sido infiel... estoy doctorado... he trabajado... y me he jubilado. Pero he hablado con poca gente en mi vida.
El paciente movió el cuerpo entero, en una convulsión que involucró a la joven.
- Estás de vuelta de todo, ¿eh?
- De todo no, me falta poder conversar sin ser esclavo de mi imagen como minusválido, y poder liberarme del peso de mis fantasmas de querer curarme, de no poder andar, de estar sometido al dolor.
- ¡Ah! –la chica quedó sin habla y el enfermo sonrió satisfecho porque su inyección moral había causado alguna mella en ella-, ¿pero por qué me cuentas todo eso?
- Porque siempre me has gustado.
- Nos conocemos hace tres días, desde que viniste a hacerte esas pruebas y ese análisis.
- Es suficiente para saber que eres la más hermosa entre las mujeres que he conocido. ¡Y eso que incontables amantes han pasado por mis brazos!
- ¡Cuánto te vanaglorias de lo qué hiciste cuando podías hacerlo! O es una fantasmada, o ahora no lo haces. ¿Por qué la megalomanía? ¿Por qué me siento tan poca cosa cuándo hablo contigo?
- Perdona si te han ofendido mis groserías... ¡Soy un simple guasón moribundo!
- No pienso sentir compasión por ti. No la busques.
El se convulsionó entero: en una lágrima, un sollozo, o tal vez en una sonrisa. Fue el momento de sus vidas. Desde la escasa luz del corredor, la silueta de la joven entró completa en el espacio de sus fantasmas, y él comenzó a buscar.
- La compasión me habla de lo que sientes: es ajena a mí, o a mis intenciones. No sé lo que hago... no sé lo que busco, pero no dejo de buscar. Por favor: olvida las novelas rosas, las clases de psicología para enfermos terminales, ven, y ayúdame.
La enfermera joven volvió a enrojecer. Por un momento, dirigió sus ojos a ese enfermo, que estaba tendido frente a ella. Les separaban dos metros. Ella no variaba su rigidez, y pensaba de pie, viendo la necesidad en la penumbra. Parecía concentrada, atenta, pero miraba al infinito: nunca nadie le había planteado tan claramente sus deseos.
- ¡Cómo se entere mi marido!
- ¿Por qué se ha de enterar? ¿Crees que quiero hacer el amor contigo?
- ¡Ah...! ¿No...? –en ese instante se le cayó el mundo, y enrojeció.
- Soy tonto. ¡Ibas a hacerlo!
- No, iba a controlarlo.
Ella intentaba salvar los papeles de la quema. El magnetismo de ese paciente le hacía dudar de ella misma, perder el control. Aunque tal vez se tratara de su interior, su inseguridad, sus miedos, y no tanto de la seducción de ese mentecato.
- No me lo creo. Te ibas a acostar conmigo, pero he metido la pata... y ahora, no, ¿verdad?
- No, se ha perdido la “magia”, se ha esfumado.
Ella intentó arreglarlo todo, como si hubiera sido un chiste... hasta hacía pasos como de ballet.
Él se enfadó:
- ¡Vale! –gritó-. Ayúdame.
No funcionó. Ninguna sonrisa aparentaba seguridad. Era un juego de miradas complejo y asfixiante: Los momentos duraban como días, y la atracción estaba reñida con la ley... con ese cúmulo de obviedades que llenan el juego de amor de ese minusválido, y la que le cuidaba.
- ¿Qué quieres?
- Hace semanas que no hablo con nadie. ¿Quieres que vayamos a ver las estrellas?
- ¡Pero si es de día!
Por vez primera ella sonrió, y se sentó relajada a los pies de la cama del paciente de la setecientos veinte. Él la sedujo, y ella se abandonó. No lo pudo pensar... ella encontró la forma de dejar de pensar: se entregó al amor para enfrentarse a sus desdichas.
- ¡Hombre! ¡Hasta ahí llego! Sólo es una forma de hablar.
(Continuará mañana).
Nota del administrador del blog:
Para acceder a una breve semblanza de Vicente (escrita por su hermana, Cristina, también paciente de Ataxia de Friedreich), hacer click en: Semblanza de Vicente Sáez Vallés.
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2- Sección "PowerPoint del día":
Para ver y/o guardar el PowerPoint, pinchar en: Sistema operativo 'Esposa.1'.
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