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viernes, 2 de agosto de 2013

'Deja obrar al maestro...'

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.

No sé por qué esta pequeña anécdota ha venido a mi mente con tanta nitidez. Tal vez algunos acontecimientos en mi vida hayan suscitado tal recuerdo. Sin embargo, no es de mi interés hablar de los citados hechos, sino de la historieta evocada.


No tengo claro cuando ocurrió, pero lo situaría hacia la mitad de la década de los años 70. La aparición de los tractores en nuestro mundo rural, apenas había cambiado nada en la tareas de la recolección. Los procesos de segar, trillar, y beldar, seguían siendo los mismos. En cuanto a la trilla, la diferencia era que antes una pareja de vacas, o mulas, arrastraba un sólo trillo.. y un tractor una trailera de 4 o 6.

Si el lector/a fuera un poco perspicaz, se daría cuenta de que las proporciones de trabajo no cuadran. Y así es, efectivamente. El tractor, visto a nivel personal, no evitaba trabajo. La demanda de mano de obra en la ciudad, facilitó la emigración rural en busca de mejores oportunidades. Quienes quedamos, arrendamos las fincas de quienes se fueron. Y, si como hemos dicho, los procesos de recolección eran los mismos, había que hacer esfuerzos casi sobrehumanos... para realizar trabajos que antes hacían entre 4, o 6... y todo pagar los préstamos de la compra de los tractores agrícolas... que, en teoría, iban a evitar trabajo. ¡Paradojas de la vida!.

La paja (residuo de los cultivos, una vez separado el grano, mediante aire) se dividía en "blanca" y "negra". Eran nominaciones, no colores. La blanca, de color muy claro, era de cereales... apenas tenía valor... algún año ni la compraban. La negra, de color dorado, era de leguminosas, y mas valorada... la compraban para pienso de los animales durante el invierno... en su totalidad, una vez comprada, iba destinada a la región cántabra... y claro, el precio guardaba relación con la humedad primaveral y el volumen de hierba almacenado por los ganaderos para el invierno.

Envasar aquellas pajitas trilladas, para poder trasportarlas, era una dura tarea, que hoy no realizaría nadie... y si lo quisiera hacer, los salarios actuales harían completamente inviable la operación de compraventa. Algunos jóvenes de mi edad lo llevaban a cabo: se ganaban algún dinerillo extra para sus gastos durante el año. El envasado consistía en meter la paja, prensándola con sus propios pies, en sacas de unos 30 kilos.

La anécdota a contar, es que estaban cargando con paja un camión en nuestra era... mejor dicho, ya habían atado la carga. Eran cinco filas de sacas sobre la caja del camión... varios atados transversales, y dos longitudinales. Cansado de estar de pie, por mi incipiente Ataxia de Friedreich, me senté en el suelo... detrás del camión,... a su sombra, pero a una distancia prudencial, para no estorbar.

Los operarios arrastraban las sacas con las uñas. El pajero (comprador), que era más fino, usaba para ello un garfio de pirata. De pronto, se vino hacia donde yo estaba, la trasera del camión... y se lió a rasgar sacas con el gancho... y a tirar al suelo paja por los agujeros hechos. Ante mi mirada, atónita, me dijo.

- ¡Tú, deja al maestro obrar, aunque sea un burro!.

Se fue... Y... volvió con una gariada de paja selecta.... y rellenó, a mano, uno por uno, los huecos antes realizados.

Os considero con inteligencia más que suficiente como para no necesitar explicación de la treta con que pretendía embaucar a los ganaderos, presuntos compradores.

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2- Sección 'PowerPoint del día'.

Para visionar y/o guardar este archivo PowerPoint, pinchar en: The Brothel Paradise.

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