Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Diego Sánchez Cordero, paciente de ataxia, de Don Benito (Badajoz).
Se dice que hasta para nacer hay que tener suerte. Esa es la primera suerte, después viene la de la vida y, por último, la de la muerte. Hay para quién todas son buenas y hay para quien todas son malas. Unos nacen ricos, poderosos, sanos, guapos e inteligentes, y otros sin nada, o a lo más, con un mendrugo de pan bajo el brazo, enfermos, feos, y con pocas luces.
No se pude decir que todos salgan de la meta con las mismas ventajas. El dinero hace el triunfo mucho más fácil, y hasta los feos parecen más guapos, y los tontos, más inteligentes. Lo contrario de lo que pasa sin dinero: que los defectos aumentan de tamaños, y la fatalidad enseña la cara más fea. Ni siquiera la naturaleza es justa con los seres humanos. Los hay que nacen ya con premio y, en cambio, otros ya vienen con el castigo incorporado.
Y la suerte de la vida está muy ligada a la de nacimiento, que recibe con los abrazos abiertos a quien con poco esfuerzos viene con el porvenir resuelto. Nacer rey, o súbdito, esclavo, o amo. Y siempre estará la sociedad para recordarnos los motivos de la suerte y de la sabía naturaleza para que seamos diferentes y que los derechos no sean los mismos. Y, con la hipocresía de los cínicos mejor situados, se habla de la igualdad entre los seres humanos. Es cierto que se tiene la libertad para intentar cambiar el destino, pero el destino es incorruptible, sordo, y ciego, y siempre acaba haciendo lo que le da la gana. Deja que nos ilusionemos, porque sólo unos pocos consiguen el triunfo que hace que parezca que mejorará la situación de generaciones de sus herederos.. Los demás, caer y levantarse. Y la cuenta de resultados, más fracasos que triunfos. Millonarios, sin embargo, en calamidades, catástrofes, y enfermedades... que es con lo que más generoso se muestra el destino. Es vivir sin levantar cabeza, porque las calamidades atraen calamidades.
Y así vamos consumiendo la vida. Unos con las ventajas de su nacimiento, y otros con los inconvenientes del suyo.
Y también para morir hay que tener suerte. La muerte, aún siendo el final, no es igual para todos. La suerte no está en el momento que dejamos de respirar, está en lo que antecede. Está en la enfermedad, o en la fatalidad, y en la violencia. Está en una larga y lenta agonía, está en la soledad y el sufrimiento. Es suerte abandonar este mundo con rapidez y sin grandes dolores.
¡Suerte para nacer, suerte para vivir, y suerte para morir!.
Cuatro comentarios del propio Diego, en respuesta a comentaristas al artículo en su blog:
1- Teniendo suerte al nacer, la vida no se presenta tan jodida, y el futuro se puede ver con más alegría y optimismo. Pero si se nace pobre y feo, el paso por la vida se complica mucho. Las armas que nos han tocado no son las mejores para competir con éxito.
2- A pesar de la reflexión anterior, aunque no haya suerte, es emocionante nacer, vivir, luchar, envejecer y... Sin embargo, no es justo el reparto de armas para enfrentarse a la gran aventura de la vida.
3- No es que los menos favorecidos tengan que envidiar a los que tienen más suerte por nacimiento, pero reconozcamos que hay personas que llegan al mundo con la mitad de los problemas resueltos. Aunque siempre es el destino quien tiene la última palabra.
4- Vivamos la vida como los más afortunados. Aún en el peor de los casos, es una suerte haber nacido, y si, además, llegamos a viejos, no podemos quejaros de la aventura. Al final, todos hundidos en el pozo eterno de la oscuridad y el misterio.
Fuente: Suerte para nacer, para vivir, y para morir.
Comentario del aministrador de este blog:
Yo me debato entre creer en la suerte, o pasar de ella. Casi, prefiero lo segundo. O sea, cerrar los ojos... como quien no quiere ver. Con una enfermedad degenerativa desde la adolescencia, mirando mi propia feria, en vez de en la suerte, por mi parte, habría de pensar en la mala suerte. Y, desde luego, huyo no sólo de comerme el coco, sino también de tentar a tal señora. Ni participo en los sorteos (no vaya a er que me toque más de cuanto me ha tocado)... ni, por supuesto, le pongo perejil a San Pancracio.
Por no estar seguro, ni siquiera lo estoy de lo que es la suerte. Pienso en algo muy complejo, que concretamos con una sola palabra. Resumiendo, suerte sería que nos salgan las cosas a pedir de boca... incluso mucho mejor de cuanto hubiéramos imaginado y deseado. Aun así, no es tan fácil concretar el concepto. A veces, resulta que la tal bicha es maleable, ypuede torcerse... o, tal vez, nazca ya torcida. Pondré un par de ejemplos:
Hablando de la ludopatía, en psicología, hay un concepto llamado "la mala suerte de los ganadores". ¿No parece una incongruencia? La típica mala suerte sería de los perdedores. No, no hay error. Se refieren a los jugadores que en un inicio tuvieron una buena racha ganadora... que les llevó a engancharse al hábito del juego... como si fuera una droga maligna, de donde son incapaces de salir a pesar de haberlo perdido ya todo... hasta su dignidad personal.
Miro los periódicos, y veo sentados ante la Justicia a dos personajes, cuyos nombres no hace falta citar, porque acudirán ellos solos a la mente de los lectores. Hace muy poco tiempo, sin la menor duda, hubiéramos pensado, de ambos, que estaba siendo sumamente afortunados en la vida. Y, mal está eso de afanar... pero, puestos en ello, ¿por qué tales tipejos no se detienen en una cantidad que les permita llevar una vida cómoda, en vez se acumular cifras estratosféricas con malas artes? ¿Pensarán que tales riquezas pueden llevarse al más allá? Las cuentas españolas no superan la barrera de ultratumba. Las de Suiza, no lo sé... pero me parece que tampoco.
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2- Sección "Escucha... y calla :-)":
Siguiendo el tema expuesto por Diego, se enlaza con los audios de tres canciones, con cierto humor, de mi colección 'Ecos del Ayer':
1- De Emilio el Moro, pinchar en: Billetes verdes.
2- De Lolita Flores, pinchar en: Sarandonga.
3- De Manolo Escobar, pinchar en: La suerte.
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Gracias, Miguel Angel.
ResponderEliminarUn abrazo.
De nada, Diego. Gracias a ti.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.