(Por Cristina Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza).
Nota del administrador del blog: Para recordar la introducción a la serie de capítulos de 'Historias de la guerra civil española', pinchar en: Presentación....
HISTORIAS DE LA GUERRA CIVIL - CAPITULO XI: 'La postguerra fue casi peor que la guerra'.
Cristina Sáez Vallés |
En los años de postguerra hubo grandes persecuciones:
(Maquis (guerrilla antifranquista) - Wikipedia, la enciclopedia libre):
“El maquis, también conocido como la guerrilla, Resistencia española, o GE (Guerrilleros Españoles), fue el conjunto de movimientos guerrilleros antifascistas de resistencia en España que comenzó durante la Guerra Civil.
El casi inmediato estallido de la Segunda Guerra Mundial, sorprendió a gran parte de los excombatientes republicanos en territorio francés. Muchos de ellos se incorporaron a la Resistencia francesa en lo que fue la Agrupación de Guerrilleros Españoles.
A partir de 1944, con los ejércitos alemanes en retirada, varios de estos guerrilleros reorientaron su lucha antifascista hacia España. Pese al fracaso de la invasión del Valle de Arán en ese año, algunas columnas consiguieron progresar hacia el interior, y enlazar con las partidas que habían permanecido en el monte desde 1939.
El periodo de máximo apogeo guerrillero fue el comprendido entre 1945 y 1947. A partir de este año se intensificó la represión franquista, que poco a poco fue terminando con las partidas o grupos. Muchos de sus integrantes murieron o fueron detenidos (lo que en muchos casos supuso igualmente la muerte), otros escaparon a Francia, o Marruecos.
En el año 1952 se procede a la evacuación de los últimos contingentes de importancia. Desde ese año, quienes aún resisten en el monte, negándose a elegir entre exilio o muerte, luchan ya casi exclusivamente por la supervivencia.
El final del maquis lo marcan las muertes de Ramón Vila en 1963 y de José Castro en 1965”.
He querido poner esta introducción sobre los maquis, para narraros una anécdota que mi madre siempre me contaba, y a ella le impresionó mucho.
A principios de los años 40, una conocida del pueblo, se puso a festejar con un guardia civil. Ella y su familia vivían en las afueras de Caspe, en una torre, donde criaban animales y trabajaban el campo. Mi madre dice que los padres de esta chica eran muy buenas personas, y jamás se metían con nadie. Trabajaban mucho, de sol a sol. Pero su hija no era como ellos. Esta chica se puso a trabajar en la ciudad, porque no le gustaba el campo. Vivía en la pensión de una tía de Lolín, y allí conoció al guardia civil.
De vez en cuando, Rosita, (la llamaré así, ya que mi madre no recuerda su nombre, ni quiere recordarlo), iba a visitar a sus padres a la torre. Uno de esos días, vio a un hombre joven que entraba en la casa. Rosita se acercó hasta la casa, y se puso a escuchar detrás de la puerta. El recién llegado hablaba con sus padres. Les contaba que eran tres jóvenes… estaban escondidos por los montes… y necesitaban comida.
Los padres de Rosita le dieron algo de comer… y le dijeron que fueran el domingo los tres, por la noche, cuando hubiera menos luz. Para entonces, les habrían preparado un saco con comida, otro con ropa, alguna manta, y un colchón viejo que guardaban en el granero. El joven le dio las gracias, y salió.
Rosita, que se había escondido para que el hombre no pudiera verla, entró en la casa hecha una furia. Les dijo a sus padres haberlo oído todo… les llamó locos… y amenazó con denunciar a “esos rojos”.
Su padre le contestó que no era mala gente… que eran jóvenes, y tenían hambre… y, como buenos cristianos, debían ayudarse unos a otros. Le pidió a su hija que no dijera nada. Rosita les advirtió que podían ir a la cárcel por encubrir a unos maquis. Su padre le aseguró que no eran maquis… que sólo eran tres chicos asustados que les había tocado luchar en el bando perdedor.
Rosita se marchó enfadada, porque sus padres le hicieron prometer que no denunciaría a esos hombres, porque ello significaría su muerte… y ella no querría tener ese cargo de conciencia toda su vida.
Cuando Rosita volvió a la pensión y vio a su novio, en la cena, no le dijo nada, pero no podía dejar de pensar en el asunto. Al día siguiente, antes de ir a trabajar, fue directamente al cuartel de la guardia civil. Ese domingo, por la noche, tres jóvenes maquis, fueron abatidos a tiros por la guardia civil.
Los padres de Rosita lloraron su muerte, no sólo porque eran unos críos indefensos, que nunca hicieron mal a nadie, cuyo único delito fue pertenecer al bando derrotado, sino también porque sabían que había sido su hija quien los había denunciado… por… no se sabe muy bien el motivo… por mucho que ella se empeñara en decir que lo hizo por sus padres… por ser su deber como española… por defender a la patria… y por lealtad a su novio, sargento de la guardia civil.
Lolín Vallés, madre de Cristina |
Epílogo:
Mi madre (Lolín) vivió una guerra. Era una niña que tuvo que madurar antes de tiempo. Nos desea, a sus ochenta y seis años, que no conozcamos nunca la guerra, que no nos toque pasar lo que ella, y muchos otros, tuvieron que pasar. Fue un conflicto bélico donde luchaban hermanos contra hermanos. Una guerra que parece no acabar nunca… que, después de casi ochenta años, aún sigue existiendo odio y rencor. Hay que saber olvidar. Recordar sólo para darnos cuenta de que algo parecido no debe volver a pasar.
El respeto, la educación, la solidaridad, el amor, deberían regir nuestras vidas. Eso dice mi madre… y yo creo que es un buen consejo.
FIN.
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Gracias, Cristina.
ResponderEliminarRecuerdos a tu madre.
Abrazos.
Miguel-A.