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martes, 8 de junio de 2010

Conciertos en soledad

Blog "Ataxia y atáxicos"
Por María Pino Brumberg, paciente de Ataxia de Friedreich, de Tenerife.

Aunque a muchos les pueda sorprender, ir en silla de ruedas no me supone ningún trauma, ni me sentiría diferente de los demás por ello. Pero claro, debido a las continuas barreras físicas y sobre todo a las mentales, me siento obligada a sentirme de ese modo: Diferente.

Desde hace años soy seguidora del grupo “Macaco”. El viernes fui al concierto que dieron en Santa Cruz. En el concierto no me encontré con muchas barreras físicas, aunque no habían baños para las personas discapacitadas, como yo… pero de las mentales habían “a punta pala”.

En circunstancias normales, a la mayoría de conciertos a los que acudo, siempre me digo que “voy a ver culos”. Por ello, una semana antes, llamé a un sinfín de teléfonos para localizar a alguien que trabajara para la empresa encargada del montaje de este evento: “LM Producciones”. Les sugerí que por favor pensaran en poner una tarima para las personas con discapacidad. Me dijeron que ya lo tenían previsto. Me encantó.

Cuando voy a un concierto que tiene tarima, normalmente sólo me dejan entrar con un acompañante... lo cual es lógico, dependiendo del tamaño de la tarima y del número de personas con discapacidad presentes en ella. Por teléfono me dijeron que si no había muchas personas que necesitaran estar encima de tal tarima, no habría problemas para que mis amigas pudiesen acompañarme. Soy tan ingenua que me lo creí.

Tuve que mostrar mi sonrisa más falsa que ancha en varias ocasiones: La primera de todas fue una de las cosas más “graciosas”, tal y como lo calificó, intentando justificarse, uno de los trabajadores de la Cruz Roja: y era que su ambulancia estaba aparcada en su totalidad sobre los dos únicos aparcamientos que había disponibles para las personas con discapacidad. Pero se arrimaron, y pudimos aparcar.

Mi amiga y yo entramos junto con las cerca de cuatro mil personas asistentes, y nos indicaron la zona habilitada para las personas con discapacidad. Pero los “guardianes” de la tarima (no sé exactamente cómo llamarlos... había gente de protección civil, de la Cruz Roja y de seguridad) no dejaban pasar a mi amiga... y eso que no había nadie más, y la tarima medía alrededor de 10 metros cuadrados. Afortunadamente, mi amiga hizo oídos sordos a las réplicas de guardianes, y les dijo que cuando llegaran el resto de nuestras amigas y empezara el concierto, se bajaría. Aunque, lógicamente, tratarían de subir y disfrutar del concierto junto a mí. Así que se sentó a mi lado en una de las sillas de plástico que tenían a disposición. Vino uno de los guardianes y le dijo: “te has salido con la tuya”...

Cuando llegaron nuestras amigas, tuvo que bajar, y ya no dejaron subir a ninguna más. La tarima sólo fue ocupada por mí, dos niños pequeños, que estaban en una de las esquinas (les habían retirado sus sillas de ruedas), y una chica embarazada a un lado. Estuve sola y apartada. Me dejaron notar lo diferente que me siguen tratando algunos. Para hablar, y salir en las fotos que sacaban mis amigas, tenía que estirarme a través de las barras.

A mitad del concierto, tuve que avisar a una de mis amigas para que me ayudara a bajar... “a ver culos saltando"... ya que quería pasar un rato con las compañeras, y ellas no podían subir a verme… por lo menos los guardianes dejaron que subiera a buscarme. Cuando bajé, fue un momento especial para mí, pero pronto me agoté, y subí de nuevo, ya que también quería seguir viendo, pese a todo, a Macaco.

A pesar de estas dificultades, disfruté del concierto. Valoré esa tarima, aunque estuviera sola, porque pude ver tocar y apreciar el estilo en el que canta el artista Dani Macaco. Pero reconozco que no fue un concierto que estuviera, para nada, a la altura del elevado precio de su entrada: veinticinco euros.

Otra cosa muy graciosa, es que la cerveza se acabó a la hora de empezar el concierto, cosa que jamás he visto ni oído que pasara en un evento de este tipo. Yo y mis amigas echamos de menos que tocara más canciones de sus anteriores discos, más reivindicativas, y características del genuino Macaco. Muchas de las que tocó, en cambio, eran más comerciales: de esas que las oyes una vez, y te encantan, pero que a la quinta ya te cansan.

Varias canciones salvaron el concierto, como “Mama Tierra” “S.O.S”, con lo que no faltó el tema de la naturaleza frecuente en las letras de este cantante, y su conocida y esperada “Moving”, donde también puso de manifiesto su amor a la tierra.

¿Qué más puedo decir? Así son las cosas, y así las cuento, aunque puedo quedarme muy corta.

4 comentarios:

  1. Gracias, María.

    Esto es más sosegado y menos ruidoso que los conciertos... pero también "en soledad" :-)

    Un abrazo.

    Miguel-A.

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  2. Te felicito por ir a conciertos y tratar de hacer cosas normales. Realmente valoro mucho eso.

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  3. gracias a los dos. este sábado iré, en el mismo sitio a ver a la mala rodrígueza y calle 13, a ver qué tal, aunque todavía no he llamado a naDie de la organización pa saber... aissssssssssssssss, ya les contaré, besotosssssss

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