Por Juan Conesa Arias, paciente de Atrofia multisistémica, de León.
Notas del administrador del blog:
Con su permiso, por supuesto, en este blog, por capítulos, vamos a editar la novela 'Los casos del teniente Llamazares', autoría de Juan Conesa Arias, paciente de Atrofia multisistémica, de León... La citada enfermedad, que causa ataxia, es una nominación relativamente moderna de una parte de las antiguas OPCA's (atrofias olivo-ponto-cerebelosas), grupo en el cual, antes de las diferenciaciones genéticas, también se incluían las, ahora, SCA's (ataxias espinocerebelosas).
El ritmo al que serán editados los capítulos en este blog, no está fijado, ni podría predeterminarse... pues la obra novelesca está aún en incipiente fase de escritura, e iremos editando a medida que los textos estén disponibles. Concluiremos cada capítulo con un "(continuará)", pero sin fecha fija. Eso sí, se hará constar cada día los enlaces a capítulos anteriores... para que nadie pudiera perderse el hilo de la novela..
LOS CASOS DEL TENIENTE LLAMAZARES - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - I
Juan Conesa Arias |
Por eso, habían aparcado el coche en la Avenida de San Marcos, a la altura del Hotel Quindós, y les había dicho a los gorilas que iban en el coche de atrás, siguiéndoles como perros de caza olfateando la presa, que se marcharan. A Ramiro le apetecía ir de putas y no era aconsejable que nadie les viera. Por el prostíbulo no había problema, allí eran conocidos y nadie iba a soltar ni palabra, eran de confianza. Y tenía las mejores putas de todo León.
Y ahora volvían para coger el coche. Hacía frío, cosa normal en León y en las fechas que corrían, cercanas a la Navidad. El aire, glacial, cortaba la respiración cuando uno lo metía en los pulmones. “Eso es que hay nieve alrededor” hubiera dicho cualquiera. En León siempre hay nieve alrededor, incluso en verano. Y eso es una verdad absoluta que cualquiera puede corroborar. Por eso exhalaban un denso vaho cuando respiraban mientras caminaban cruzando el puente. Por eso y por el alcohol que habían ingerido, que apestaba sus alientos.
Empezaba a formarse una niebla, de esas que se pegan al suelo y que no se apartan de él en dos o tres días, como si fuera la mortaja de un cadáver, igual de blanca e igual de fría. La calle estaba en absoluto silencio y sus pasos retumbaban sobre los pretiles del puente, sonado como si fueran pasos de claqué.
- Ten cuidado, Ramiro –dijo él– no querrás dejarte la crisma en alguna de los cantos rodados del suelo… Anda, que vaya ideíta la de Paco Raquetas [1] de empedrar este puente y dejarlo como estaba antiguamente. Con esta humedad, se puede uno resbalar y dejarse los sesos en el suelo.
- Ya llevo cuidado. ¿Te imaginas que me caigo, y que, mañana, sale en El Diario “El Presidente de la Diputación se rompe la crisma después de echar un polvo en una conocido prostíbulo”? –dijo, adelantándose un poco, trastabillando a causa de la borrachera- Tendría gracia, ¿no?.
- Siempre tienes que estar de cachondeo… Yo lo digo por tu bien. –y mientras decía esto, iba sacando del bolsillo interior de su abrigo una pistola.
Ramiro notó un frío aún más gélido que el que les rodeaba en la coronilla. A la vez, una presión como de un objeto metálico que se apoyaba en ella. Fue lo único que notó, porque el disparo, que sonó después, no llegó a oírlo del todo.
Justo un microsegundo después su cabeza estallaba en mil pedazos y él caía a plomo en el suelo.
El que disparó miró a un lado y a otro. Aunque el disparo seguía resonando en su cabeza, en la calle seguía reinando el silencio. Nervioso, se guardó de nuevo la pistola en el bolsillo del abrigo y miró hacia donde Ramiro estaba tendido. Ya se había formado un gran charco de sangre en el que se podía ver algún cuajarón de color blanco. Casi vomita al verlo. Pero tenía que seguir, tenía que terminar el encargo que le habían hecho. Por eso, metió la mano en el bolsillo derecho del abrigo, sacó la carta, y se la puso encima del pecho a Ramiro. Era un encargo raro, pero el que se lo había hecho también era un poco raro. Aunque se conocían desde la época de la Universidad, nunca le había llegado a comprender.
Ahora estaba todo hecho. Cogería el coche y se iría a su casa del pueblo. Allá le estaban esperando con el dinero. Después, cogería el avión en Avilés para Londres. Al fin y al cabo, el cabrón de Ramiro se merecía esto y más…
[1] Paco Raquetas es el apelativo como se conoce en León a Francisco Javier Fernández Álvarez, alcalde de León entre 2003 y 2004, y 2007 y 2011.
(Continuará).
Fuente: Blog del autor: http://tenientellamazares.blogspot.com.es/
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2- Sección: 'Cortometraje':
'Mantis', en el cual participa como interprete Cristina Saéz Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza ... vídeo de 12:38 .... alojado en "YouTube".
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Gracias, Juan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.