Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Miguel-A. Cibrián), paciente de Ataxia de Friedreich.
Combinado de seriedad con humor... .... Escribí esto hacia la mitad de la década de 1990:
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En la actualidad, algunos creen que las historias tipo Romeo y Julieta son cosas del pasado, propias solamente de tiempos medievales. Lo cual ni siquiera sería real, porque en el pasado se han llevado en muchísimas ocasiones los matrimonios de conveniencia. Hoy, en la sociedad del mundo desarrollado, cuando en teoría ése parece un aspecto más libre, se tiene del amor una idea más material importada de la expresión francesa: "faire l'amour". Según esa forma de decir, hacerlo, lo hacen, pero, quienes abusan de la expresión, y la viven, ¿sienten por el otro conyugue algo más allá de un deseo sexual incapaz de resistir los embates de cualquier circunstancia adversa? Hoy la gente se casa, se descasa y se vuelve a casar, o se junta, se separa y se rejunta, con una facilidad asombrosa.
Pero para poder generalizar, no ha de dejarse llevar por apariencias ni por las experiencias de cuatro pelagatos, con carnet de famosos los cuales pueblan las revistas denominadas del corazón: Todavía quedan por el mundo románticos no menos enamorados que los citados personajes protagonistas de la obra teatral del autor dramático William Sakespeare, y dispuestos a llevar su amor hasta la muerte. Y si no se lo creen, escuchen esta historieta de humor sucedida en medio del caos del juzgado de guardia de una gran ciudad:
Su señoría, el juez, intentaba poner orden a golpe de mazo en aquella ruidosa sala donde todos hablaban a la vez y entraban y salían sin ton ni son. Se trataba de enjuiciar por sentencia rápida el caso 6008, que correspondía un presunto ladrón a quien el dueño de una boutique había sorprendido en su establecimiento a altas horas de la madrugada. El Sr. Juez, después de leer para sí por encima de las gafas las acusaciones, recopiladas por el Secretario del juzgado, se encargó de recordar a los presentes en la sala el numerito en cuestión:
- Caso 6008. Proceso seguido contra el acusado Ángel Martínez, pillado "in fraganti" a las 12 de la noche robando en el comercio de venta de ropa femenina 'Caperucita Roja'.
Volvió a sonar el mazo para requerir silencio al público.
- ¡Silencio, por favor!.
Era el turno de interpelaciones del Sr. fiscal y, haciendo uso de su vez, planteó sus interrogantes al acusado:
- ¿Sr. Ángel, entró o no entró usted a robar en la fecha de autos a la mencionada tienda de ropa?.
- Protesto, señoría: El fiscal está coaccionando al acusado con interrogantes directos -intervino el abogado defensor de oficio-. Debería retirar la expresión "a robar".
- No ha lugar la protesta -replicó el Sr. juez, que ya se estaba durmiendo-. En la recopilación de hechos consta la expresión "in fraganti".
- Está bien. Está bien -corrigió el fiscal-. Aunque el Sr. juez no me lo pide, repito la pregunta según sus deseos: ¿Entró, o no, en la fecha de autos a la mencionada tienda de ropa?.
- Sí, lo confieso, he entrado. Y, además, he entrado cuatro veces el mismo día -respondió el acusado.
- ¿Cuatro? -preguntó el fiscal sorprendido, porque no podía esperarse aquella clase de respuesta-. Le advierto a usted que aquí no estamos de bromas, este juicio es muy serio. En el desempeño de mi oficio he oído siempre negar los hechos a los acusados, pero nunca multiplicar los delitos por cuatro.
- Solicito que se aplace la sesión para advertir al acusado que sus declaraciones pueden ser utilizadas en su contra pidió el abogado defensor.
- Solicitud denegada -replicó el juez mirando por encima de las gafas-. Esto es un juicio rápido. Tal solicitud sólo podría ser concedida en un juicio por el trámite normal. Continúe la sesión.
- Verá usted -se explicó el acusado-. Yo no he multiplicado los delitos por cuatro. Entendámonos: a robar sólo entré la primera vez.
- ¿Y las otras tres veces siguientes puede decirnos a qué entró usted?.
- Sencillo. Las otras tres veces entré para descambiar el vestido robado, porque no le gustaba a mi mujer el color del anterior.
En aquel momento, se acercó al estrado del Sr. Juez el propietario del establecimiento 'Caperucita Roja', víctima del robo y, en voz alta para que lo oyese bien el público, repitió:
- ¡Retiro la denuncia! ¡Retiro la denuncia!.
- Como demandante está usted en su perfecto derecho a retirarla -dijo en tono firme el magistrado-. El caso queda cerrado. Pero... ¿podría decirme la causa de su repentino cambio de parecer?.
- Señoría, no ve usted que el acusado es un pobre hombre que tiene más paciencia que el santo Job: ¡Cualquiera de nosotros sólo habría vuelto allí, no para descambiar el vestido, sino para descambiar a la mujer!.
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