Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Pilar Ana Tolosana, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria..
Notas previas del administrador del blog:
1- Para adaptarlo al sistema blog, este relato de Pilar Ana ha sido dividido en dos partes. Aunque a las noticias referidas a la enfermedad suele dárselas prioridad de edición, se intentará editar los dos capítulos en días consecutivos. En cualquier caso, siempre se hará constar los enlaces a las partes anteriores.
2- Este relato un Segundo Premio en un certamen de FRATER. Pilar Ana afirma recordarlo siempre con cariño, porque fue una de las cosas que le ayudó a continuar escribiendo.
La chica del corazón tatuado (Primera parte).
- II parte -
- ¡Es qué eres un tarugo! -exclamó Sara sentada en el suelo.
Dos señoritas, encargadas de atender el hipermercado, fueron hasta la zona desastrada y, nerviosas, empezaron a chillar. Al oí los chillidos, las cajeras también hicieron aparición en escena. Luego llegó el encargado avisado por el personal de seguridad.
- Me van a echar... me voy. El jefe ya no me aguanta. Desde aquella vez que incendié la trastienda, porque tenía alucinaciones de Daniel Ducret con Marujita Díaz... Me dijo que otra como esa, y me desterraba de la ciudad... -decía el encargado.
- ¡Qué va! Si ha sido culpa del idiota éste. Tú no has tenido nada que ver en todo esto -le comentaba una de las cajeras con la que tenía una relación amorosa secreta.
El encargado comenzó a mirar mal al ocasional ayudante de Sara, y de los estantes de la derecha cogió una botella de champú, y se la tiró al torpón. Un minuto más tarde, todos los empleados empezaron a tirarle cosas al chico... a ver quien le atizaba más fuerte. Él corría desconsolado por los pasillos del hiper con toda la tropa detrás, que le insultaba y faltaba al respeto. Sara pilló por sorpresa al chico atajando por el pasillo de los maquillajes, y le explosionó un tomate en la parte izquierda de la cara.
- ¡Bien por la chica del corazón! -exclamó el encargado eufórico por el acierto del tomatazo.
- ¿Cómo? ¿Por qué te llama la chica del corazón? ¿Acaso lo tienes? -preguntó el chico profanado.
- Acabo de explotarlo contra tu cara. No tengo ese músculo inservible -contestó Sara con mal genio.
- Ya me parecía a mí -replicó el muchacho escondiéndose detrás del puesto de frutas.
Hasta allí llegó el encargado con un cuchillo en la mano, e hizo amago de saltar por la barra que conducía a las frutas. Sara se adelantó hasta el lugar de la escena.
- ¡No haga tonterías! Nos hemos divertido a costa de este chico, pero ya vale -explicó Sara abrazando a la que iba a ser la víctima de aquel hombre.
- Me van a echar por su culpa... -valoraba el encargado.
- Nadie va a echar a nadie, si usted no hace uso del cuchillo -dijo un guardia de seguridad, apoyándole una mano en el hombro.
- No sé, estoy confundido -repetía el armado.
- Deje todo como está, no complique las cosas -añadió Sara.
El hombre se acercó temerariamente, y Sara forcejeó con él para quitarle el arma blanca. La pelea acabó con tan mala suerte que ella quedó tendida en el suelo en el charco de su propia sangre. Luego, entre el guardia de seguridad y el chico de las gafas lograron arrebatarle el cuchillo al encargado, para que no se suicidara.
- ¡Pobrecilla, pobre chica! -exclamaba una de las cajeras que se había inclinado hacia Sara para atenderla.
- Llamaré a una ambulancia -dijo el otro guarda dejando su puesto al lado de la herida.
El carnicero ayudó al chico y al guarda, que sujetaban por los brazos al encargado.
- Esto es un ataque de nervios -expresó coloquialmente, ocupando el sitio del chico con gafas y dejándole así que pudiera acercarse a Sara.
- ¿Cómo está la chica? -preguntó al carnicero antes de acudir al lado de la joven.
- No creo que la herida sea muy profunda. Se pondrá bien... Pero has tenido suerte. Si el chalado éste te pilla a ti, te hace chorizos, chaval.
El muchacho acudió al lado de Sara, que se quejaba por el dolor sufrido en el costado. Le cogió la mano, dulcemente.
- ¡Cómo duele! Es como si me hubiera clavado una daga en el corazón -exclamó Sara, estremeciéndose.
- Es que te clavó el cuchillo en el corazón -respondió quitándose las gafas.
- Pero... ¡qué tonterías dices! La herida es en el lateral... -razonó la chica enfadada.
- Tú tienes un corazón tatuado justo donde te han apuñalado... -susurró antes de que los camilleros se la llevaran en la ambulancia hacia el hospital.
A los pocos días le dieron el alta, y Sara pudo volver a su casa, aunque un poco magullada y con algunos vendajes en la zona de la herida. Abrió la puerta y dejó las llaves encima del mueble, para ir corriendo a abrazar a su madre.
- ¿Eh? ¡Pero qué haces tú aquí...! -exclamó nerviosa al ver que estaba con su madre el chico del hipermercado.
- Buenos días. Me llamo Manuel Lopera Ibarreta. Bueno... realmente... iba a venir un asistente social cuando tú avisaste que tu madre estaba sola, pero preferí hacerme cargo yo mismo -explicó sin dejar de mirar a Sara.
- Se ha portado muy bien conmigo estos días, hija -balbuceó la madre en defensa del muchacho.
Sara se quedó de pies mirándoles muy seria. De pronto esbozó una sonrisa y luego se acercó hacia su madre para darle un afectuoso abrazo y detallarle todo lo ocurrido.
(FIN).
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Notas del administrador del blog:
1- En el enlace: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/ESCRIT/V-PIANTO.htm, puede hallarse la descripción y forma de adquirir los ocho libros autoría de Pilar Ana Tolosana.
2- No obstante, la penúltima novela de Pilar Ana, 'El circo de la noche' también puede adquirirse en la Tienda virtual de STOP-FA... donde se vende, por Internet... y cuyos beneficios de venta se destinaran íntegramente al proyecto de investigación en Ataxia de Friedreich.
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Feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn abrazo.