Blog "Ataxia y atáxicos"
(Por Maria Blasco, escritora y paciente de Ataxia de Friedreich, de Pamplona).
Ver la primera parte de este mismo relato:
"Desafíos del invierno (I parte)"
Desafíos del invierno (continuación)
¿Me escuchas? Siento que estoy hablando al aire, y no me gustaría desperdiciar estas palabras que me cuesta tanto pronunciar... que salen de lo más hondo de mi ser... que son como aullidos de un lobo a la luna... quejidos, llanto, o como quieras llamarlo.
Acuérdate del mar, aquellos días en que solíamos mirarlo desde las rocas.
Sí, recuerda cómo al levantar la vista y observar en la lejanía cómo se funden las aguas con el firmamento tiñendo de un azul intenso el horizonte, se henchía nuestro corazón.
Recuerda cómo percibíamos la tranquilidad celeste de alta mar, al mismo tiempo que éramos testigos del sentimiento maternal del océano: de cómo mecía los barquitos, de ese lento vaivén que abrazaba con ternura la inmensidad.
¿Te acuerdas de cómo variaba el paisaje, oponiéndose brutalmente a la serenidad turquesa, cuando simplemente, bajábamos la vista a nuestros pies?.
¡Y allá estaba! ¡Allá rugiendo en el acantilado! Allá palpitaba la fuerza avasalladora, furiosa más bien, del mar. Allá, salpicándonos de espuma salvaje.
Decías que yo era como el mar, aunque nunca he sabido porqué dijiste eso. Cuando te lo pregunté sonreíste, me cogiste un mechón de pelo, y te encogiste de hombros.
Esa furia marina que tanto te impresionaba, es la energía que necesitas... que es indispensable para que vuelvas en ti.
Tendremos que rezar a las sirenas, y pedirles que te canten en exclusiva... a ver si te traen a este mundo.
Nunca debes cerrar los oídos a una melodía, aunque la mitología diga todo lo contrario: Porque si oyes el cántico de las sirenas, sabrás a dónde no tienes que acercarte. ¡Escúchalas, y vira el rumbo! Tu meta no está allá.
Estoy dispuesta a todo por ti, menos a viajar contigo de esa manera. Sabes que tengo mis principios, y que lo que más me gusta en esta vida es respirar y sentir.
¡No! ¡He dicho que no! Y si te empeñas, te juro que aprenderé a vivir sin ti, porque, aunque tú me ensanches los pulmones, no eres aire; aprenderé sí, y no te creas que viviré para sufrir por ti.
¡No! Disfrutaré de la vida por lo que no has podido vivirla tú, cada minuto, cada segundo que me quede con una vitalidad increíble. Sé que podré porque soy fuerte. Lo he heredado de mi madre. Soy como el helecho salvaje, que sobrevive a las bajas temperaturas... las pisadas no me derrumban, aunque puedan dejarme huella.
Mira que la berrea de los ciervos está en pleno auge. Mira que... ¡abre los ojos por favor!, y fija tu mirada en alguien, porque la has perdido en la nada, porque me estoy volviendo loca y estoy reseca, ya no me queda agua dentro, ni agua ni vida, porque tú me estás llevando contigo, y eso no es lo que quiero. No puedo remediar la pena, esa pena tan profunda que me está helando las entrañas.
Pero ¿sabes?: Existe el verano, y algún día venceré al invierno. Nunca, nunca dejaré que mi corazón se entumezca; otro ocupará tu lugar.
Me voy. Te dejo. No quiero seguir viendo esta podredumbre, esta aniquilación del alma.
Porque... me estás robando mi precioso tiempo, y tú... permaneces ahí como un pánfilo, sin ni siquiera inmutarte con mi llanto.
Si supieras como brilla el sol esta mañana. Hace un día de esos que te gustan a ti, con viento norte, pero completamente despejado.
No llores Javier, no llores amor... ¡Sí llora! ¡Dios mío, estás llorando! ¡Estás vivo! ¡Señor!.
-¡Enfermeras...!.
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Para ver el perfil literario de María Blasco, ir a:
http://www.mariablasco.com.es/
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¡Gracias, Maritxu!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.
Me ha encantado. Podría ser un monólogo teatral. ¿A que sí?
ResponderEliminarVUELVO Y LO REPITO..... DEFINITIVAMENTE HERMOSISIMO...... Q TALENTO TIENES PARA ESCRIBIR, GRACIAS.
ResponderEliminarDIOSA