Blog "Ataxia y atáxicos"
(Por Maria Blasco, escritora y paciente de Ataxia de Friedreich, de Pamplona).
Para ver el perfil literario de María Blasco, ir a:
http://www.mariablasco.com.es/
Miré los surcos amarillentos de tus ojos, y me di cuenta que todavía perduraba el invierno. Apretaba mis manos con fuerza, por ver si el calor borraba aquel frío intenso de mi interior. Froté también mis muñecas palpando los huesos, raspé mis labios con los dientes intentando recuperar el control, rompiendo con rabia la débil telilla que los cubría.
He hecho todo lo posible para mantenerme imperturbable como tú, pero nada de lo que hago parece inmutarte... nada de cuanto digo, hace mella en ti. Dime, ¿qué pinto yo en esta habitación?.
Siempre te has reído de la palidez de mis facciones, de mi torso, brazos, piernas, cuerpo entero... decías que parecía hecha de cadáveres albinos. Yo me enojaba por aquellas comparaciones, y cuando querías que te disculpara, me decías que hasta las magnolias debían envidiar mi piel. ¿Pues sabes una cosa? Si pudieras verme ahora, te darías cuenta de que rezumo luto. Ahora soy oscura, hasta mis lágrimas salpican ceniza. Y tú sin embargo, estás ahí con esa sonrisa irónica e inamovible.
¡Despierta! ¿No ves que estoy llorando? ¿No ves que si tú no estás, mi reloj no funciona? ¿Quién le va a dar cuerda? No, no me digas que ya es hora de que me compre uno con pilas, porque abofetearé ese rostro lánguido que mira al infinito.
Sé que siempre te ha gustado ser el centro de atención, pero mira que llegar a ese punto!¡Mira que dormir a pierna suelta, cuando estoy aquí desgañitándome en silencio! ¡Levántate hombre! ¡Que todavía hay mar, que aún pasea Lorenzo por los cristales sin pedirte permiso siquiera!.
¿Recuerdas? Sí, aquel día que llovía, y me dijiste que los ángeles se estaban duchando... yo te contradije, afirmando que estaban llorando... y tú me cogiste del mentón y aseguraste que los ángeles nunca lloran. Pues yo te juro que en estos mismos momentos está llorando uno. Se está deshaciendo en gotitas calientes, saladas y está inundando el hospital.
Por favor no me dejes, porque entonces... ¡ay! no sé... sabes que no me gusta el frío, que no podría abrigarme en tus manos, que tu risa me ensancha los pulmones.
¡No!
¡Que no salga la luna!
¡Maldito cuchillo creciente!
¿Quién te ha llamado? Esconde tu filo... que nadie te quiere aquí.
Corramos las cortinas... que jamás ilumine esa luz mortal la habitación.
Está llegando la noche... ¿Por qué oscurece tan pronto en invierno? Dejemos que la luz del verano llene nuestras vidas, y que el ocaso del sol nos encuentre juntos. Así, no lloverá, ni tendré frío, porque tus manos estarán conmigo para cubrirme con caricias tiernas que mitiguen mi inquietud. Así, no repararé en tus ojos cerosos, ni en tu inmóvil sonrisa que huele a muerte.
Me ha costado mucho abrirme, entregarme a alguien, y ahora que por fin te he encontrado, ahora que me he dado cuenta de lo que siento por ti, no te voy a dejar marchar.
Por lo menos dame una oportunidad para poder vivirla junto a ti, y date otra a ti para poderla disfrutar conmigo.
No te vayas. Dile a quien te esté metiendo prisa que tienes una cita a la que no puedes faltar. En fin, dile lo que quieras, ponle cualquier excusa... tú que eres tan imaginativo para estas cosas, y que siempre se te han dado tan bien.
Mañana CONTINUARÁ...).
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Gracias, Maritxu.
ResponderEliminarEs precioso: ¡Verso en prosa!.
Mañana colgaré la segunda y última parte del relato.
Un abrazo.
Miguel-A.
QUERIDA MARITXU....... ESTA PRECIOSO, HERMOSO ESCRITO.
ResponderEliminarDIOSA