Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria.
Nota del administrador del blog:
Este relato, "La sambera", de Pilar Ana Tolosana, paciente de Ataxia de Friedreich, ha sido divido en varias partes para ser editado en este blog. En principio, se intentará editar los capítulos, numerados, en días contiguos... aunque parece inevitable que algun día haya que intercalarse algún tema de actualidad.
"LA SAMBERA", (primera parte):
Acabé allí una noche de sábado... mejor dicho, una madrugada de sábado. Era un antro bastante pequeño donde regurgitaban luces rojas y violetas. Me limité a pedir una cañita, y a no demandar explicaciones a mis amigos de por qué me habían llevado allí. Sólo me enteré que el nombre del bar estaba relacionado con una ostra, o algo marino. No obstante, no quise saber más.
No hacía más que mirar absorto cómo al reservado de la derecha entraban parejas y más parejas, de lo más variopinto: Tanto que parecían salidas de un videoclip de Marcy Gray: ejecutivos trajeados que parecían recién retocados por las manos de una steticien, con espindargas anoréxicas, con aires de grandeza... enanos con calva e inminente barriguita con muñequitas rubias oxigenadas de risa fácil... culturistas cansados de engrasar sus músculos, con fofas actrices porno a las que se les transparentaba el tanga... Supongo que a mí me daría vergüenza pasar por esa alfombra roja de las singularidades, de lo vulgar y normal que soy.
Una mesa quedó libre, y Santos, y los demás, se abalanzaron sobre ella como si fuera lo último que iban a hacer en la vida. Santos era el cabecilla del grupo, algo machista y egocéntrico. Creo que por aquello del lideradgo, su misoginia se amplificaba.
Nos sentamos alrededor de la mesa, y empezamos a conversar sobre la fisiología perfecta al ojo humano de una mulata que con un cuba-libre bailaba al son de la música.
- Parece un ser celestial, pero seguro que es una manipuladota y una arpía -comentaba Santos, dando después una calada a su cigarro, y quedándose inmóvil como si fuera un mimo, en un gesto interesante, tocándose la barbilla con el pulgar.
- Tú siempre tan optimista, Santos -dije, sarcástico y divertido.
Decidí evadirme de tan banal coloquio, y me fijé en un balón de fútbol dispuesto sobre la pared, como si de un trofeo se tratase. Parecía que estaba suspendido en el aire, pero sospeché que estaba bien sujeto al tabique. Me levanté para observar de cerca las firmas que llenaban la superficie de cuero del balón...
- Sí, son las firmas del equipo de Brasil... Mi hermano, que es el dueño del bar, les tenía mucho afecto a los jugadores del club Palmeiras... aunque a partir de que saliera de Sao Paulo, han ido perdiendo el contacto. Están Ronaldo, Roberto Carlos, todos... De su pasada por el Gremio, tengo una camiseta de Gaucho: ¿quieres verla? -inquirió una chica bajita a mi lado, que floreció de la nada.
- ¡Ehhhhhhhhhhh...! ¿Quién? No, no, gracias... Es que yo soy más de water-polo y otros deportes acuáticos, ¿sabes? -contesté escurriendo el bulto.
- ¡Ah, perdona! ¿Te he molestado, entonces?.
- No, claro que no. Sólo, estaba mirando el balón por curiosidad. De todas formas, gracias por ser tan atenta.
Así es como empecé a hablar con ella... más que nada por compromiso. Pero prefería ese tipo de pláticas a las de mis compinches, sobre las transparencias que llevaba la pelirroja, o el escote de la morenita rellenita.
Según me informó su diminuta boquita, su nombre era Fabiola. Sus ojos azules eran mucho más expresivos que ella, y noté como si me hubieran echado un hechizo.. y jamás podría separarme ya de esos largos cabellos de olor a jazmín que le llegaban hasta la cintura.
El pelo oscuro la moldeaba, y le daba un cierto aspecto de hada de cuento... de un guardado misterio que se quería descubrir. Estaba engalanaba con un vestido color añil, que le llegaba hasta las rodillas, y calzaba unas sandalias plateadas de tiras con vertiginosos tacones. Era un sueño hecho realidad.
- Me gusta cómo eres -me confesó la chica, mientras se hacía churrillos con el pelo.
- También me encantó conocerla.
- Gracias, querría seguir viéndote.
- ¡Pues a la vista estoy! -dije. provocando la risa de Fabiola.
- En serio... Contigo se puede hablar, y yo necesito a alguien que me escuche. Lo he pasado muy mal.
- ¿Una preciosidad, como tú, lo ha pasado mal? -inquirí.
- Mi hermano me ofreció trabajo de camarera aquí. Hice las maletas, y me vine. Cuando llegué, esto no me gustó... Y sólo estoy aquí para hacer sustituciones y algún cambio de turno a las chicas... pero me gano la vida dando clases de portugués y francés. Es que... ¡en este bar hay cada cretino habitual! Es decir, clientes lerdos...
- Espera un momento, ¿vale?.
Dejé a la muchacha con la palabra en la boca. Sentí algo de carga en mi conciencia, pero Santos me estaba mirando con cara interrogante... y reconsideré que me debía más a mis amigos de juergas nocturnas, que a una inmigrante con nombre de reina, que acababa de conocer.
- ¿Qué tal con esa niña? ¡Qué ya te hemos visto todos! Te la estabas comiendo con los ojos -aludió Santos, mostrando interés.
- Se llama Fabiola, y es brasileña. Sólo conversábamos.
- ¡Ya! ¿Ahora se llama así? -rió.
- De verdad, sólo me estaba contando cómo llego aquí... y que su hermano es el dueño del local.
- ¡Uy! ¡Si además el chico va a dar braguetazo, y todo!.
- ¡No! Basta ya de reírte de mí, Santos.
- ¡Está bien! Pero tendrías que estar con la brasileira, y no aquí pelando la pava. ¡Eres más inútil...! ¡No sabes ni cuando algo merece la pena!.
- ¡Qué cosas! Ahora me viene a dar consejos el que lo más sentido que le ha dicho a una mujer es que le recordaba a los cruasanes que se suele desayunar, y que era como los polvoroncitos navideños.
- ¡Oye... qué no fue así! Yo le dije que tenía un cabello precioso, y le recomendé un champú anticaspa porque la vi como un poco nevadita por los hombros.
- ¡Qué poca sensibilidad! Pues ya, en vez de invitarla a un Lugumba, haberla alquilado un camión de arena para que metiera allí sus polvillos cabelludos.
- No me cambies de tema. Estábamos parlamentando sobre tu Fabiola. Esto que suena, si no me equivoco, es una Bossa Nova. Estaría bien que os echarais un bailecito -planteó Santos, a la vez que jugueteaba con el mechero.
De pronto, sentí una mano en la espalda. Era Fabiola. Desplegó un papelito, y me lo dio delicadamente. Luego, me dio dos besos, uno por mejilla, como diría Sabina en su canción, y se fue sobre sus firmes piernecillas, mezclándose entre el gentío.
(Continuará).
Nota: Para ver en la página web de "Ataxia y atáxicos" una breve descripción, y cómo adquirirlos, de los cuatro libros publicados por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria, pinchar en el siguiente enlace: Cuatro libros de Pilar Ana Tolosana.
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2- Sección "PowerPoint del día":
Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, hacer click en: No es lo mismo.
¡Ya! No es lo mismo estar jodido, que estar jodiendo :-)
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3- Sección "Artículo recomendado":
En esta sección, hoy pegamos un texto del diario satírico "La Badana", sobre "la jubilación a los 67 años"... y se ilustra con una viñeta de humor, copiada de otro sitio distinto.
Un grupo de niños huye de la guardería en busca de trabajo para poder cobrar el 100% de la jubilación:
27 de Enero de 2011.
Un grupo de niños, que acude a la guardería “Los tres cerditos” de Gata de Gorgos (Alicante), se dio a la fuga del centro nada más conocer el acuerdo alcanzado por el Gobierno y los agentes sociales, que establece en 38,5 los años que será necesario trabajar para cobrar con 65, el cien por ciento de la jubilación.
Los chiquillos fueron sorprendidos en unas oficinas del INEM demandando su primer empleo. En su curriculum exhibieron una inusitada capacidad para hacer pompas con la saliva y para decir gú-gú en varios idiomas. Los chavalines, que en el momento de ser localizados por la Policía Local llevaban los pañales pringados, lograron a duras penas explicar que no estaban dispuestos a perder el tiempo en el instituto, y mucho menos en la Universidad, para adquirir los conocimientos imprescindibles que les abran las puertas del mercado del paro y abogaron por rebajar la escolarización obligatoria hasta los 3,5 años.
Los chiquitines han exigido una reunión con la ministra de Economía, Elena Salgado, para expresarle su malestar, y pedirle que, ya que no pueden fumar para calmar la ansiedad, al menos les provea de chupetes homologados.
De confirmarse el encuentro, es muy posible que acudan también la ministra de Sanidad, Leire Pajín, el de Educación, Ángel Gabilondo y el de Fomento, José Blanco. A este último tienen previsto reclamarle también un tren eléctrico, aunque este extremo no ha podido ser confirmado porque ya se los habían llevado a la cama.
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¡Gracias, Pilar Ana!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.
De nada, encantada de colaborar en el blog.
ResponderEliminarBesos... Pilar Ana