Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.
"A veces, haciéndose uno el tonto, siembra en los demás una semilla, que se transformará en el árbol que te dará la sombra de la paz contigo mismo". (Darío Pérez de la Torre).
Hoy es el cumpleaños de Darío, alias "el maestro", para el grupo de atáxicos. Es paciente de ataxia paraneoplásica. Para no extenderme y llenar un folio, lo ubicaré como "ciudadano del mundo", pues han sido muchas las ciudades y países donde ha vivido este ex-piloto de aviación. Actualmente, creo, reside en Madrid... y está totalmente retirado de este mundillo de la ataxia.
Darío fundó conmigo, en 1997, la página web de Hispano-Ataxia, y la lista de correos HispAtaxia... mejor dicho comenzó él solo, o yo con él: pues yo, por aquel tiempo, no tenía ni pajolera idea de informática. Le conocí a través de una amiga mutua en Canadá... Resulta que su padre había nacido en una población a tres kilómetros de aquí... y él había venido a veranear varios años en su infancia. Fue imposible coincidir por la diferencia de edades. ¡Misterios de la vida...! ¿O es el tópico de que el mundo es un pañuelo?.
Darío y yo somos muy diferentes en carácter... casi opuestos. Yo soy un ingenuo... y él parece estar de vuelta de la vida. Aunque, para entenderle, sería necesario tener en cuenta algunas circunstancias de su vida. Porque, como decía determinado filósofo: "Yo soy yo y mis circunstancias". La verdad es que ha sido conmigo, a través de internet, como un padre: Un seguro de vida. Batiéndose el cobre, por mí, en todos los líos donde ingenuamente me metía.
La ataxia a Dario le llegó con un inicio muy tardío... casi, o sin casi, a los 50 años, y, además, de forma, digamos, repentina. De tener un cáncer de pulmón, y estar desahuciado, para sorpresa de todos, familiares, y médicos incluidos, pasó a írsele el cáncer, y quedarle una ataxia paraneoplásica (de la cual hay muy poco descrito). Supongo que tal experiencia influye en la forma de ser de cualquiera.
Seguimos con un artículo suyo:
Mi bici. Por Darío Pérez de la Torre.
Mi afición por las bicicletas viene de mi más tierna infancia, y yo, que presumo de comprender cualquier cosa, no entiendo que los demás no sientan esa pasión.
Salió el tema de las bicis en la visita que acaba de hacerme mi amigo Pedrito. La culpa la tuvo mi bici, y la falta de afición por el ciclismo que tiene mi hijo.
Resulta que hace trece años me arranqué el trauma juvenil de haber tenido que usar una "burra", de 25 Kg., con más parches en las ruedas que tonterías dice Pocholo Martínez en media hora... y, además, siempre con problemas de plato, cadena, bielas, pedales... no, de frenos no tenía problemas: no los tenía, y frenaba con la suela de mi alpargata contra la rueda de atrás.
Total, que hace trece años me fui a Andorra, y mandé hacer una réplica exacta de la de Greg Lemond, que fue el ganador del Tour de Francia de ese año. ¡Un Stradivarius de las bicis!.
Ahí empezaron mis problemas: Antes, cuando salía y paraba a almorzar, no tenía el mínimo reparo en dejarla a la puerta del bar... ¿pero ahora? Cualquiera dejaba esa joya al alcance, no ya de un ladrón, sino de cualquier aficionado. ¿Quién no perdería la cabeza?.
Y dejé de darme baños en el mar, por más sola que estuviera la playa. Pero todo era poco, comparado con los comentarios de otros aficionados cuando los alcanzaba, o me alcanzaban. Me sentía el rey de la velocidad, y gozaba como una orca con una foca.
Salía con amigos veinte o veinticinco años menos que yo, y los traía de vuelta hechos un trapo. Ya digo, una gozada. Tiene cuentakilómetros por radio, y en el reloj quedó marcada la máxima velocidad alcanzada, 78 Km/hora... fue un descenso, de Ronda a S. Pedro de Alcántara... la subida la hice en coche. Bajé empapado en endorfinas (droga gratificante natural del cuerpo).
El cuentakilómetros quedó parado marcando exactamente 1.000 Km. He decidido venderla, y Pedrito se va a encargar de ello. Me dice: "¿Sabes como aprendí a montar en bici?". Pedrito es de Santa María del Campo Rus, un pueblo de La Mancha, de Cuenca. De allí, emigró a Valencia, y hoy es un muy buen chapista... y más listo que el hambre. Continúa: "Espiábamos al practicante, cuando entraba a una casa, dejaba la bici a la puerta: momento que aprovechaba la pandilla para pillarla y por turnos darse una vuelta, y volverla a dejar a la puerta".
El año pasado, coincidió con el practicante. Y sepamos de una vez, que es Jesús, el hijo del hermano Eustaquio. El hermano Eustaquio también había sido practicante del pueblo. Y lo de "hermano" es porque, en ese pueblo, a las personas mayores y de respeto, se les antepone el "hermano" al nombre propio. Tras los saludos y preguntas correspondientes, díjole Pedrito a Jesús: "Una cosa tengo que confesarte: aprendí a montar en bicicleta en tu bici... bueno, yo y toda mi pandilla. ¿A que no lo sabías?".
Y le contestó Jesús: "Lo que tú no sabes es que tu generación aprendió a montar en mi bici... pero los de la siguiente, aprendieron a conducir con mi seiscientos".
A veces, haciéndose uno el tonto, siembra en los demás una semilla, que se transformará en el árbol que te dará la sombra de la paz contigo mismo.
(Darío, un 5 de Junio del año 2003).
Fuente del artículo: Boletín nº 18 de FEDAES.
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2- Sección "Viñeta de humor, políticamente incorrecta":
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Darío, ¡felicidades "viejo"... digo, chaval :-) !.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguelón.
Un relato muy enternecedor
Eliminar¡Felicidades, maestro!: ¿ya no vives en Valencia?
ResponderEliminarUn abrazo apretado:
Pequeño saltamontes ;-)
No nos conocemos pero las bicis y la ataxia nos unen. FELÍCIDADES
EliminarMiguel, y esa firma ??
pakokabarcos de lugo
FELICIDARÍODES...
ResponderEliminarCris-maña
Paco, Darío siempre me llamaba "Miguelón".
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