Por Jerry López, paciente de ataxia, de México.
Explicación previa del administrador del blog.
Anteayer, en su muro de Facebook, Jerry López, paciente de ataxia, de México, recordaba un lance de su vida, del 2007, con las siguientes palabras:
Una madrugada del 31 de octubre del 2007, a eso de las tres de la mañana, mi hijo, que tenía entonces 18 años, nos despertaba en medio de un espeso humo: Nuestra casa se estaba incendiando. Ahora, suena un poco distante, pero en ese momento, de alguna manera, nuestras vidas cambiaron. Los daños fueron muy grandes, pero las reparaciones para que todo volviera a la normalidad, fueron aún mayores: y es que nunca nada puede volver a ser normal.
Desde ese día, todas las noches hago atáxicos rondines varias veces por la madrugada... ya sea con sueño, o con insomnio. De ese modo, mis horas de sueño se interrumpen por intervalos, con sus beneficios y sus consecuencias. Los beneficios son gozar del silencio y la paz que da la inmensidad de la noche, cuando todos duermen, sin teléfonos, sin ruidos, y sin gente tocando a la puerta... y las consecuencias son, tal vez, estar embrutecido y somnoliento durante el día. En todo caso, los beneficios son mayores.
Al hilo de estas palabras, se rebusca en Hispano-Ataxia el relato, en fresco, poco después del suceso, del propio Jerry:
*****
La madrugada del 31 de octubre (a eso de las 3:15) nos despertó mi hijo, pegando gritos. No podíamos reaccionar: una densa capa de humo negro nos impedía ver nada. El calor era bastante fuerte. Era obvio que se trataba de un incendio.
Afortunadamente, salimos a la calle, no sin batallar buscando las llaves, que estaban bastante calientes al igual que la puerta, que es de herrería. Al abrir, el humo salió acompañado de una ola de calor más intenso: lo que nos provocó algunas quemaduras, que parecerían de sol, principalmente en la cara y ojos. Al cerciorarme de que estábamos bien, aunque ligeramente intoxicados, como pude, dando tumbos, entré, y detecté las llamas en el despacho. Como éste, da a un patio donde hay una tinaja grande siempre con agua, con ella pude apagar las llamaradas, aunque poco faltó para electrocutarme, pues el fuego había comenzado por un corto circuito.
Los daños, ya con el fuego apagado y el humo disipado, comenzaron a verse. Aunque fueron cuantiosos, la verdad es que pudieron haber sido peores. Honestamente, fuimos afortunados. El hecho de que mi hijo nos despertara, nos salvó de una desgracia mayor. Las cosas materiales que se quemaron, son eso, cosas materiales.
Los últimos años los he pasado mal: poco trabajo, que se traduce en grandes deudas... y de salud, mejor ni hablar. Me sumí en días depresivos, que se han convertido en años repulsivos, contradiciendo vilmente ese espíritu optimista y luchador que siempre quise tener, o mostrar... y que en algún tiempo, hasta pude compartir.
Pero todo cambia, o nos hace cambiar. Incluso, esa misma madrugada maldecía también a mi "putataxia" que me impedía moverme con agilidad y rapidez para auxiliar a mi familia... sin recapacitar que, a fin de cuentas, lo hice porque esa "putataxia" no me ha limitado con demasiada saña, aunque tiene lo suyo... y no se trata de comparaciones, sino de aceptación y crudo reconocimiento... se trata hasta de agradecimiento, aunque parezca insensato, porque, de otra forma, no quiero ni pensar en lo que pudo haber pasado... se trata de no tratar, sino de hacer... se trata de entender ese mensaje codificado que nos metieron en el cerebro y no hemos querido descifrar, que dice que, para comenzar, debemos luchar con lo que tenemos y con lo que podemos, y no seguir lamentando lo que no podemos o no tenemos.
Curiosamente, cuando salimos de casa, afuera, hacía demasiado frío: sólo llevábamos las pijamas y un tremendo susto, nada de dinero, nada de papales importantes, nada de recuerdos, nada. En casos así, nada importa más que salvar la vida. Y eso, me hizo pensar y sentirme más afortunado que los cientos de miles de personas que por guerras, por catástrofes, o por ese maldito exterminio nazi, salen de sus casas envueltos en tremendos frío y miedo, con la única esperanza de sobrevivir aún a costa de perderlo todo y de dejar atrás aquello por lo que alguna vez lucharon y pusieron todo su esfuerzo. Aquí, les comento que en el estado de Tabasco (donde vive la familia de Toño Magaña) se sufrió una terrible inundación, y no he podido preguntarle si su gente está bien, pero espero que sí
. Poco a poco, hemos ido reparando la casa. Hemos visto las muestras de cariño y apoyo de quienes menos esperábamos. En fin, lo malo, veces, suele pasar demasiado rápido... y, casi siempre, trayendo, contradictoriamente, al parecer, cosas mejores. Esperemos que así sea: con esa quemazón se haya quemado ese disléxico mensaje negativo que nos ha atormentado ya bastante. Así, también limpiamos, a la vez, limpiamos ese hollín que nos ennegrecía el alma y no nos dejaba ver a la esperanza. Limpiamos y renovamos ese sentimiento que alguna vez pensamos que se había perdido, y tan sólo estaba opacado. Y así pues, amigos, mi lección no es otra que agradecer, en lugar de maldecir... es renovar en lugar de querer recuperar lo que ya está perdido... es comenzar de nuevo con lo que verdaderamente vale la pena, y no tratar de reparar aquello que en definitiva ya es irreparable. Es, en mi caso, retomar lo bueno que alguna vez tuve y retomar esa medida que va de mi cabeza al cielo, y no del suelo a mi cabeza... es dar y compartir, porque a fin de cuentas nada, nada, me voy a llevar cuando venza mi fecha de caducidad, y de nada, además, me serviría.
Escuchaba en la tele a una presentadora que dijo algo que me gustó: "Dios no hace porquerías, entonces no permitas que NADIE te trate como tal". En este foro de HispAtaxia, Dios es demasiado controversial: para algunos no existe, para otros sí. En lo personal, odio y rechazo todo tipo de religión, pero creo en alguna forma en Dios, muy a mi modo, y sin que me sangren las rodillas. Pero, si les parece, pueden sustituir eso de Dios no hace porquerías por "La naturaleza no hace porquerías". El caso es que es cierto.
No había querido escribir, porque mi chip estaba equivocado, pero me doy cuenta de que sigo siendo ése que tiene sus cosas buenas y sus muchas malas... que es buen malo, o un malo bueno... que, "putatáxicamente" hablando, sigue para bien o para mal (y eso habrá de descifrarlo el destino) en su mismo camino aunque con diferentes zapatos, y esta vez un poco mas ajustados, porque nada ni nadie me va a hacer tambalear con todo y mi "putataxia".
He dicho varias veces que "la vida me debe", y eso suena petulante, soberbio, y prepotente. Pero, con todo respeto, es cierto. Y no sólo me debe a mí, les debe a todos y cada uno de ustedes, les debe sus familias que los auxilian y cuidan, les debe a miles y miles de gentes oprimidas, saqueadas, torturadas, asesinadas, discriminadas y engañadas. No sé ustedes, pero yo pienso comenzar a cobrarle a la vida. Y pienso cobrar caro y con intereses. Esta vez, amigos míos (hablando metafóricamente) primero voy yo, porque si no pensamos primero en nuestro yo, no podremos pensar en los demás. A veces, apretamos demasiado los sentimientos por temor a hacer el ridículo, o para no molestar a los demás. Y lo cierto, es que si no nos hacemos espacio nosotros mismos, nadie nos lo va a hacer.
He recibido cientos de "mailongos" con mensajes positivos, que provienen en su mayoría de reenvíos ".pps". Casi todos son buenos, aunque demasiado refritos... otros, algunas veces, excelentes... y otros, lo desconozco, porque los borro antes de abrir, y espero, con lo dicho, no ofender a ningún reenviante. Yo también reenvío. En cambio, me gusta leer los sentimientos de la gente cuando son propios, aunque parezcan simples. Todos tenemos algo que decir, aunque nos parezca tonto. Me gustan más unas simples palabras, no rebuscadas, llenas de calor humano, escritas con tinta de corazón, que enormes pensamientos enviados y "reecontrareenviados", que escribió hasta Judas en nombre de Jesús. No pretendo molestar a nadie. Lo que digo es que todos tenemos algo que decir sin necesidad de ponerlo en palabras de otros que ni siquiera sabían que existíamos. ¿A qué viene todo esto? A nada, si no tenemos nada, y a mucho, porque valemos mucho sin necesidad de que a otros les importe etiquetarnos con código de barras caduco y sin valor. Es, amigos míos, el decir que valemos por propia cuenta, y no sólo por cuenta propia... que nadie, por mucho que nos importe, tiene el derecho a poner palabras en nuestras bocas y, ni mucho menos, pensamientos en nuestras mentes.
Nada nos perjudica más que nuestras propias limitaciones, y no digo de las físicas, sino las que no tienen límite, espacio, densidad, o masa... sin sonar demasiado científico, valorar lo cómodo y conocido (también por comodidad), sin atrevernos a explorar lo desconocido y lejano.
En fin amigos, me alegra verlos.
Un abrazote.
Jerry (monito-tiznado).
********************
Gracias, Jerry.
ResponderEliminarRecuerdos a Laura.
Abrazos.
Miguel-A.