Por Miguel-A. Cibrián), paciente de Ataxia de Friedreich.
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Nota previa: "Villanueva de Odra es la población rural donde nací, en el año 1954... y, salvo los cursos que estuve en internados durante mi época de estudiante, he vivido hasta mis 61 años. Actualmente, resido en la ciudad de Burgos".
Pocas labores han cambiado tanto en tan poco tiempo como ésta de lavar. Y, aunque pudiera parecernos que en este capítulo estamos hablando de cosas del "illo tempore", en esta ocasión hablamos de prácticamente anteayer: Recordemos que, como explicamos en el capítulo "plaza y fuentes", hasta el año 1975 en Villanueva de Odra no se metió el agua corriente en el interior de las viviendas... y, por tanto no hubo posibilidad de instalar una lavadora... ni antigua, ni moderna
Villanueva de Odra (iglesia, tojo, y puente)... Fotografía de autor desconocido |
Estos versos han sido extraídos, en forma de imagen, de un álbum sobre Villanueva de Odra. Ignoro quién ha sido su autor... o, al menos, posible adaptador... Obviamente, nadie lavaba 'debajo' del puente, sino unos metros más abajo del puente... si bien, también se lavaba unos metros más arriba... así como en la zona del río conocida como 'El Cañamar', o 'los pasaderos'... En realidad, este trabajo no sólo era efectuado en el río, también en cualquier corriente de agua, como el arroyo de San Millán, o el arroyuelo del molino. Cada cual elegía su lugar de lavado en función de la cercanía con su vivienda, o de la cantidad de agua que llevara la corriente, según la época del año.
Para esta labor, siempre de extremada dureza, pero mucho más en las épocas frías del año, la mujer podía servirse de dos útiles: El lavadero, un tablón con patas solamente en un extremo, y el rodillero, una especie de cajón sin un lateral y provisto de una almohadilla, cuyo servicio consistía en preservar las rodillas de la mujer de la humedad de las orillas del agua.
En estas fotos, de autor desconocido, se muestran tales útiles para lavado: La primera está tomada en el arroyuelo del molino... La segunda fotografía son útiles para lavar en casa, con agua de la fuente, o de un pozo: El recipiente es un balde, de base grande, con poco fondo y con dos asas.
El jabón podía ser comprado (el famoso marca 'Lagarto'), o casero, hecho de tocino y sebo, derretido y mezclado con "sosa" -¿oxido de sodio?- (como se explicó en el capitulo dedicado a "la matanza del cerdo")... En la actualidad, pienso que ha sido muy permisivo legislando la composición de jabones y otros productos de limpieza, redundando en gran perjuicio para las aguas de las corrientes fluviales y su fauna.
Lavar en el río... Fotografía extraída de Internet |
El trabajo de lavar llevaba tiempo, sobre todo las sábanas y otras piezas blancas: Tras un jabonado abundante y un frotado enérgico en la ropa sobre el lavadero con el extremo sin patas metido en el agua, la tendían en un suelo con hierba, donde permanecía varios días al sol, regándola frecuentemente. Después, aclaraban la ropa otra vez en el río, luego la daban un baño en agua con añil -azulete- (misterioso misterio: tintar la ropa de azulete para que blanqueara más)... Y tras el secado y recogido, el último toque en esta tarea, antes del guardado, era un planchado con aquella antigua plancha de chimenea, cuyo interior rellenaban de ascuas.
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Ahora pego un corto extracto, relacionado con el tema anterior, perteneciente a uno de mis viejos escritos:
... ... "Volviendo al cambio climático, uno de los primeros recuerdos de mi niñez es la bajada a lavar la ropa al arroyo (entonces no había lavadoras y tampoco teníamos agua corriente en el interior de las casas, al menos en esta población rural). Iba con mi tía, ya difunta, que era 10 años mayor que mi madre... como estaba casada y no tenía hijos, nos quería con locura. Yo, a esa edad, era capaz de escuchar el murmullo de arroyo, observar su agua clara, ver las flores entre las ovas aguantando las corrientes, y todas las bellezas cantadas y de por cantar por los poetas.
Arriba había un césped donde se tendía al sol las sábanas blancas (entonces siempre eran de color blanco), las echaban azulete y las regaban frecuentemente para que el sol no las tornase amarillentas ni abrasara la textura del tejido [cosas de la época y del escaso poder adquisitivo... las sábanas habían de ser casi eternas... y cuando se deterioraban por el roce de los talones o del culo se le echaba un remiendo y a seguir adelante... tantos remiendos que la superficie remendada podía ser superior al original... :-) . ¡Así era la vida!].
El campillo de tender la ropa entre el verdor de la hierba, y motivado por el frescor de los frecuentes riegos, estaba tapizado de diminutas margaritas blancas. ... ...
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