La pagina web de "Ataxia y atáxicos" (información sobre ataxia, sin ánimo de lucro) es: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/


martes, 13 de junio de 2017

1- CLARIDAD - Segunda parte - (Sobre ruedas - Maternidad)

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Mamen García, paciente de Ataxia de Friedreich, de Guadalajara.

Notas del administrador del blog:
El pseudónimo literario de Mamen García es María Narro.
He solicitado permiso a Mamen García (María Narro) para copiar, por capítulos, en este mismo blog, su novela autobiográfica. Y se hará... a no ser que muera en el intento :-) ... ninguna de ambas cosas me da miedo :-)
He dicho "copiar", como de costumbre (por respetar los formatos del blog). Es imposible mejorar nada, puesto que la presentación original, por parte de la propia autora, es inmejorable. Y puede verse en el blog: http://claridadlanovela.blogspot.com.es/.
Aquí se editará en días NO consecutivos, haciéndose constar los enlaces a capítulos anteriores
:
Capítulo 1 - I // Capítulo 1 - II // Capítulo 1 - III // Capítulo 1 - IV // Capítulo 2 - I // Capítulo 2, II // Capítulo 2, III // Capítulo 2, IV // Capítulo 3, I // Capítulo 3, II // Capítulo 3, III // Capítulo 3, IV // Capítulo 4, I // Capítulo 4, II // Capítulo 4, III // Capítulo 4, IV // Capítulo 5, I // Capítulo 5, II // Capítulo 5, III // Capítulo 6, I // Capítulo 6, II // Capítulo 6, III // Capítulo 7, I // Capítulo 7, I // Capítulo 7, I // Capítulo 7, II // Capítulo 7, III // Capítulo 7, IV // Capítulo 8, I // Capítulo 8, II // Capítulo 8, III // Capítulo 8, IV // Capítulo 9, I // Capítulo 9, II // Capítulo 9, III // Capítulo 10, I // Capítulo 10, II // Capítulo 10, III

Segunda parte: La segunda parte de la novela pega un giro, y empieza desde el final: 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1.
7- Clara oscuridad // 6- Teniente, sin galones // 5- Calidoscopio virtual // 4- Haciendo el pino // 3- El sueño de una noche de verano, o ciudad accesible // 2- Apaga la luz // 1- Sobre ruedas - De mayor quiero ser... // 1- Sobre ruedas - Nueva vivienda // 1- Sobre ruedas - Audífono


1- CLARIDAD - Segunda parte - (Sobre ruedas - Maternidad):

Lo peor de aquellos días en los que decidí dejar de llorar y aprender a vivir sobre ruedas, fue salir a pasear por el parque: Mientras mi marido guiaba mi silla de ruedas, algunas mujeres, con las cuales había jugado a las muñecas cuando éramos pequeñas, guiaban el carrito de su bebé. Tenía veintisiete años, y no lograba comprender como había permitido que me inutilizaran para ser madre.

Aquellas... todas las mujeres que empujaban el cochecito de su hijo, tenían otra cara: cara de orgullo por haber parido. Y yo las envidiaba a todas, y me despreciaba a mi misma. Pensaba que sólo teniendo un hijo, obtendría un puesto digno en la vida... a ojos de todos... a ojos de la sociedad...
A mis propios ojos.

Cuando mis amigas parían, y yo iba a conocer al bebé, me adueñaba de la alegría que presidía la habitación, del olor a recién nacido que suspirábamos todos... Y cuando llegaba a casa, una mierda de vacío me cortaba las entrañas.
Sólo quería tener un hijo, siempre había querido tener uno. Y fue cuando volvía a aprender a vivir... que mi volcán de la maternidad parió todo su dolor.

Estuve así varios meses, y pude haber acabado con mi vida y con mi matrimonio, pero era incapaz de razonar, de darme cuenta de mi realidad y la de los demás.

Tenía cerca de mí a mujeres que en su depresión post-parto lo pasaban peor que mal, alguna que no podía más con sus lloros y “no guta”, había quien intentaba alargar una relación hueca con la llegada de los hijos, y hasta otras que se sentían menos mujeres, porque un aborto interrumpía su gestación... Pero yo no veía nada de eso. Todo lo que rodeaba la maternidad era perfecto, y yo un ser inútil, que había renunciado a tener hijos... por amor.

Y fue un hecho espantoso, espeluznante, ocurrido a una amiga, a la que no veía desde hacía años, lo que me empezó a abrir los ojos, lo que me atizó una violenta patada, lanzándome fuera de mi burbuja de auto-compasión.
El topicazo de siempre: no es oro todo lo que reluce. Nunca nada es lo que parece...

... Desde que habían nacido los gemelos, Amalia era la mujer más feliz del mundo. Eduardo, el empresario de moda, había engordado de orgullo. Tantos años buscando el embarazo que, cuando supieron que venían dos, muy lejos de asustarse, se regocijaron todavía más. ¿Quién no los envidiaba en una ciudad tan pequeña?.
La casa perfecta, el coche más potente, un negocio en alza continua, todavía jóvenes y guapos, y ahora... la familia ideal.

Amalia salía a pasear todas las tardes con sus bebés, iba con ella una chica que habían contratado para que les ayudara. Al mes de nacer los niños, la madre dejó de salir a la calle. Aprovechaba a dormir cuando no había llantos. Por su parte, Eduardo, después de terminar el periodo de felicitaciones paternales, empezó a dar muestras de que no aguantaba más sin dormir... si no lloraba uno, lloraba el otro... y si el otro despertaba al uno, lloraban los dos. Algún día se quedaba a dormir en la oficina.
Pero eran una monería, llorones, eso sí. Amalia llamaba cada dos por tres al pediatra para que acudiera a su casa: no sabía por qué lloraban tanto. Y si no le dolía la barriguita a uno, tenía gases el otro, ¿o era lo mismo? Se estaba volviendo loca. No dormía. Daba biberones, cambiaba pañales, los bañaba... y noches en vela, noches en vela, noches en vela.

María, la chica, por la noche no estaba, por eso Amalia decidió aprovechar el rato del paseo para dormir. Se olvidaba de calentar biberones, limpiar chupetes y mover sonajeros a ritmo de Machín, se tomaba dos somníferos y descansaba profundamente hasta que sus preciosos y adorados hijitos regresaban. Una sola pastilla no le hacía nada, porque las tomaba desde hacia años.
Una tarde, María regresó del paseo mucho antes de lo previsto, su familia la requería con urgencia. Los niños tenían casi dos meses. La madre se hizo cargo de ellos, la chica se fue. No notó nada raro.

Amalia colocó a cada uno en su cunita, y ella se recostó junto a ellos. Se volvió a quedar dormida y se olvidó de que les tocaba comer...
- Mami está muy cansada... esperad un poquito... dejad de llorar... por favor no lloréis... por favor... callaos ya... callaos... ¡que os calléis! ¡CALLAOS! ¡CALLAOOOOOOOOOOS!.
Eduardo entró en la habitación con tiempo de impedir que asfixiara, tapándole con la pequeña almohada, al segundo bebé.

A la madre la ingresaron en un psiquiátrico. Cuando supo que había matado a uno de sus hijos, se suicidó...

Que situaciones tan dramáticas, tan límites, sean las que te pongan derecha en la vida, resulta casi patético por lo real que es. A mí, aquella situación y más conociendo la débil personalidad de Amalia, me tocó: Me hizo pensar que en la vida no todo es parir y criar, hay mucho más... me hizo pensar, que en mi vida, iba a tener suficiente con cuidar de mi misma y alimentar, para que nunca muriera, a la niña que llevaba dentro.

Pero hay otras situaciones en la vida, también dramáticas, también límites, de las que jamás te conciencias si no tienes un caso cerca.
Resultaría absurdo pensar que un policía municipal que nunca se ha preocupado por que se respeten los escasos aparcamientos para minusválidos, que, un día, desgraciadamente, un familiar cercano se quedará en silla de ruedas, y cambiara su visión al respecto.
Como absurdo sería, que al hijo de un adinerado “mandamás” se le descubriera una enfermedad degenerativa, y éste padre, empezará a levantar trabas para que parte del dinero de todos, llegara a esos científicos que se dejan la vida en busca de una posible solución.
O, por suponer, absurdo vendría a ser, que algún día un diputado acudiera al congreso sobre ruedas. ¿Cómo accedería al edificio? ¿A su escaño? (Sería una gran lección para todos).
¡Hay tantos absurdos en la vida!... que deberían ser absurdos... Deberían.

(Continuará).

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Booktrailer de esta misma novela: (video de tres minutos, alojado en "YouTube").



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