Blog "Ataxia y atáxicos".
Por María Pino Brumberg, paciente de "Ataxia de Friedreich, de Tenerife.
¡Hola a todos!.
Por fin, está disponible mi nuevo libro 'Yo vine aquí a luchar'. Y, si me van a preguntar dónde, la respuesta es “en todos lados, desde cualquier ordenador del mundo, sin limitaciones”: Es decir, en la red de internet, en este enlace: http://www.bubok.es/libros/219588/Yo-vine-aqui-a-luchar.
El proceso de edición de este libro nace de mi voluntad de ser emprendedora e independiente. Publiqué mi primer libro en el año 2010: 'Con Alas en los Pies"... y en él conté cómo, desde que a los 13 años me diagnosticaron una enfermedad degenerativa, la "Ataxia de Friedreich. A pesar de eso, me he esforzado por llevar una vida creativa, completa y feliz... enfrentándome a muchos obstáculos de distinta naturaleza. He defendido, tanto como he podido, la integración de las personas con discapacidad... mis derechos, y los de los otros, utilizando algunos medios de toda la vida (como la escritura), y otros más modernos (como el correo electrónico, y las redes sociales).
Este libro ha nacido de mi voluntad de llegar más allá, más lejos, a más gente. Se trata de una versión actualizada de mi autobiografía, en el fondo y en la forma. He asumido el reto de autoeditarme, y ponerme al frente de mi propia obra.
Si quieren el libro en el formato tradicional, en papel, pueden pedirlo personalmente. o a través de una librería. Y si lo quieren en formato digital, podrán descargarlo instantáneamente a un precio muy bajo.
Les agradezco que me acompañen en esta aventura. Mery).
Fuente: Página web de la autora: María Pino Brumberg.
Original en: Ya llegó 'Yo vine aquí a luchar'.
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2- Sección "Historias de la abuela":
En esta sección, se pega un texto de humor, altamente ingenioso, en forma de carta de una a buela a su nieto... de autor desconocido... que me ha sido enviado por Ramón Moreira, paciente de ataxia, de Galicia:
'Toca la bocina si amas a Dios'
Querido nieto:
El otro día tuve una experiencia religiosa increíble, y que quiero compartir contigo. Fui a la librería cristiana, y allí encontré una calcomanía para el automóvil que decía: 'Toca la bocina si amas a Dios'.
Dado que había tenido un día muy malo, decidí comprarla, y pegarla en el parachoques trasero de mi automóvil.
Al salir, conduciendo, del aoarcamiento, llegué a un cruce de dos avenidas que estaba muy complicado, con muchos vehículos. La temperatura exterior era de 37 grados, y era la hora de salida de las oficinas... y allí me quedé parada (porque la luz del semáforo estaba roja), pensando en el Señor, y en todas las cosas buenas que nos ha dado en la vida.
Absorta en mis pensamientos, no me di cuenta que la luz se había puesto en verde... pero descubrí que muchos otros aman a Dios, porque, inmediatamente, comenzaron a sonar las bocinas... ¡Fue maravilloso!.
La persona que estaba detrás de mi automóvil, era, sin duda, muy religiosa, ya que tocaba la bocina sin parar a la vez que gritaba: ¡'Dale, por el amor de Dios!'.
Dirigidos por él, todos hacían sonar la bocina. Yo les sonreí, y los saludaba con la mano a través de la ventanilla, totalmente emocionada.
Vi que otro muchacho me saludaba de una manera muy particular, levantando sólo el dedo medio de la mano. Le pregunté a Betito, mi otro nieto, que estaba conmigo, qué quería decir ese saludo. Me contesto que era 'un saludo hawaiano' de buena suerte.
Entonces, yo saqué mi mano por la ventanilla, y saludé a todos de la misma manera. Betito se doblaba de la risa, supongo que por la bella experiencia religiosa que estaba viviendo.
Dos hombres, de un automóvil cercano, se bajaron y comenzaron a caminar hacia mi coche: creo que para rezar conmigo, o para preguntarme a qué templo voy. Pero, en ese momento, fue cuando vi que la luz estaba verde.
Entonces, saludé a todos mis hermanos y hermanas, y pasé el semáforo.
Después de cruzar, noté que el único auto que había podido pasar era el mío, ya que la luz volvió a ponerse en rojo... y me sentí triste de dejarlos allí, después de todo el amor que habíamos compartido.
Por ello, paré el coche, me bajé, y saludé a todos con el saludo hawaiano por ultima vez, y me fui.
Ruego a Dios por todos esos buenos hombres y mujeres.
Besos, Tu abuela.
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¡Felicidades, María!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.