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viernes, 26 de abril de 2013

Junio de 1936 - capítulo I

Blog "Ataxia y atáxicos".
(Por Cristina Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza).

Para recordar la introdución a la serie de capítulos de 'Historias de la guerra civil española', pinchar en: Presentación....

Primera comunión de Lolín (1936).
Una mañana, llamaron a la puerta. Abrió Vicente, el padre de Lolín. Dolores, o Lolín, como le decían de niña, tenía nueve años. Ese mismo año había hecho la primera comunión. No hacía ni un mes. Por esto mismo, tenía que ser buena y responsable. Bueno, al menos, lo intentaba. Le gustaba mucho estudiar y leer, ayudaba a su madre en las tareas de casa y a su padre en el taller de catpintero.

La carpintería estaba al lado de la casa, y podía acceder al taller desde la planta baja, a través de una puerta que Vicente mismo había construido. Él era el dueño, y contaba con varios empleados... todos, él también, estaban afiliados a la U.G.T. (entonces, era obligatorio pertenecer a un sindicato).

Vicente era muy bueno en su trabajo, y le habían dado algún premio. Por eso, algunos del pueblo le envidiaban. Sobre todo, ahora que flojeaban las cosas, hacían ataúdes, para los muertos de Caspe, fueran ricos, pobres, gitanos, payos, de derechas, de izquierdas... daba igual. Vicente era una buena persona, un buen padre y un buen marido.

Lolín era la mayor de los cuatro hijos que tuvieron Pilar y Vicente, aunque sólo vivían dos: Lolín y Antonié, que entonces tenía tres años.

Antonié y Lolín
Al oír que llamaban, Lolín bajó las escaleras corriendo, y se paró en seco al llegar hasta la puerta y ver a un hombre harapiento, sucio, desgreñado y barbudo, que pedía limosna. Le dio un poco de miedo. Por eso se quedó un poco rezagada, mirando fijamente al mendigo con esos ojazos negros que parecía que te miraban por dentro.

Vicente preguntó al hombre si había comido. El pobre negó con la cabeza y, con algo de pudor, contestó que llevaba dos días sin comer.

Vicente pidió a Lolín que fuera a buscar una hogaza de pan a la despensa. Luego, él mismo sacó de un bote de cristal aceitunas negras, que metió en un sobre, y cortando un buen trozo de jamón, se lo entregó todo, junto a la hogaza que su hija había bajado de la cocina... esta vez sin correr, porque su madre le acompañaba. Pilar estaba recelosa, ya que conocía a su marido, y sabía que era capaz de meter a ese pobre en su casa... y, si se descuidaba, lo instalaría en la habitación de los invitados.

Pese a la mirada reprobatoria de su mujer, aún le dio una manta vieja, ya que, según le dijo, por la noche refrescaba, y veinte céntimos para un vaso de vino. El mendigo dio las gracias, y se marchó.

- ¡Rediós, Vicente! -dijo Pilar, enfadada, poniendo los brazos en jarras- Siempre igual. ¡Como si nos sobrara la comida! Además, vete tú a saber quién es. Con lo revueltas que andan las cosas, igual es un preso que se ha escapado de la cárcel de Barcelona.

Vicente se encogió de hombros, y salió con Lolín de la mano. Y Pilar cogió en brazos a Antonié para volver a la cocina, mientras continuaba refunfuñando.

Unos meses después, cuando ya había estallado la guerra civil. Caspe era sede del consejo de Aragón, creado por los anarquistas. Vicente y Pilar tenían miedo. Estaban fusilando a muchos... y Vicente estaba en la lista, seguro... aunque él no entendía de política. Se limitaba a cumplir con sus deberes de esposo y padre de familia.

Cristina Sáez Vallés (autora del texto).
Un día llamaron a la puerta. Esta vez no abrió Vicente: se había escondido en un ataúd, como hacía siempre que llamaban. Abrió Pilar, temerosa. Un hombre guapo, limpio, vestido de miliciano, preguntó por Vicente. Pilar, casi temblando, contestó que su marido no estaba, pero el hombre le miró a los ojos, y le dijo:

- ¿Es que no me recuerdas? Hace unos meses llamé a tu puerta pidiendo limosna, y tu marido se portó muy bien conmigo. Nunca me olvidaré de su hospitalidad, y mientras yo esté aquí, con mis camaradas, al compañero Vicente y a vosotros no os pasará nada. Házselo saber a tu marido. Y gracias por todo.

Tocó la carita de Lolín, y se despidió de Pilar, diciendo:

- ¡Salud, camarada!.

(Continuará).

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2- Sección "Video del día":

Hoy también, para ir en cosonancia con el artículo, se inserta un video musical de canciones de la guerra, alojado en 'Youtube': 'Si me quieres escribir...', canción también conocida como 'En el frente de Gandesa'.



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