Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.
Aunque nací en él, para trabajar, por azares del destino recalé en el mundo rural. Parafraseando a Jonh Lenon: "La vida es lo que nos sucede mientras nosotros hacemos otros planes". Era un buen estudiante, y ni yo, ni nadie, hubiera vislumbrado que mi futuro estaba aquí. Pero mi, ya de por sí, mala salud, se agravó... y, tras cinco años interno en colegios, terminé en casa de mi padre. Al principio fue un estancia transitoria... que convertí en fija cuando me compraron un tractor agrícola. Era 1976.
Pienso, aquí, haber vivido en un mundo diferente. Sería discutible si mejor, o peor... pero diferente. Sí, hemos progresado mucho, pero tengo serias de que el progreso no haya supuesto un retroceso en cuanto a felicidad y valores humanos.
En el mundo rural vivimos entonces duros momento de cambios vertiginosos. Para estar al día en cuanto a maquinaria agrícola, ganadería, fincas, naves, vivienda, etc, era necesario pedir préstamos... y, para pagarlos, trabajar como locos. O sea, como la pescadilla que se come la cola, aunque, la pobre ingenua, nunca alcanzaba ni a pegarla un bocado.
Aquí, los fines de semana no existían: El sábado era igual que el lunes en cuestión laboral. Los festivos eran los domingo, pero no todos. En verano, recolección de cereales y leguminosas (dos meses), el cura daba licencia religiosa para trabajar. Y eso lo hacíamos extensivo a otros momentos clave, como la sementera. La obligación eclesiástica se limitaba a asistir a la misa dominical... que, por cierto, era de las llamadas "rezadas"... ni cánticos, ni sermones... 20 minutos, y fuera. Recuerdo que mi sitio estaba junto a la puerta. Entiéndase el porqué: llegaba el último... y salía el primero :-)
Para diversión había de irse a la ciudad, o alguna población grande. Yo comencé a ir con un vecino y compañero, que tenía coche. Los domingos hacia las 6 de la tarde dejábamos el bar, para ir a ordeñar las vacas.... luego ducharnos... y marchar. Con tanta prisa, no podíamos ir lejos. Salvo algún día que teníamos plan, la mayoría elegíamos destino sobre la marcha... con el coche ya rodando. ¿Dónde vamos hoy? Casi estaba resuelta la pregunta, por falta de opción. ¿O discoteca, o cine? La sala de baile más cercana estaba en Melgar de Fernamental.
¿Cine? Había que ir a Burgos. Nada de mirar carteleras por falta de tiempo. La jugada era ir a dos cines (de una misma empresa), en un barrio obrero de la ciudad, que compartían edificio. Ambos daban sesión continua, a razón de dos películas cada uno.
Lo curioso es que al filo de la media noche, no quedamos en el cine ni diez personas... contándonos a nosotros dos :-) Salíamos de allí, y no se veía ni un alma por la calle. Buscabas un bar, para tomarnos una cerveza, y todos estaban cerrados. Y si, por casualidad, pillabas uno abierto, el camarero estaba barriendo, y a punto de cerrar. "¡¡¡Joder... qué mundo tan raro". Su día festivo era el sábado...
Hoy, en el blog, también ponemos sesión continua: un mediometraje, y un documental. Ambas cosas han sido recomendadas por Cristina Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.
Nota: La calidad de imagen en los videos de 'Youtube' se regula pinchando en el iconito de la rueda dentada
La cabina (mediometraje... alojado en ‘Youtube'... 34 minutos de duración):
La educación prohibida (documental... alojado en ‘Youtube'... 145 minutos de duración):
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Feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn abrazo
Son tan amenas tus narraciones que me parece viajar a través del tiempo y verlos.
ResponderEliminarCelia