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jueves, 23 de abril de 2015

Octavo: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 2 - III

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Juan Conesa Arias, paciente de Atrofia multisistémica, de León.

Notas del administrador del blog:

Con su permiso, por supuesto, en este blog, por capítulos, vamos a editar la novela 'Los casos del teniente Llamazares', autoría de Juan Conesa Arias, paciente de Atrofia multisistémica, de León... La citada enfermedad, que causa ataxia, es una nominación relativamente moderna de una parte de las antiguas OPCA's (atrofias olivo-ponto-cerebelosas), grupo en el cual, antes de las diferenciaciones genéticas, también se incluían las, ahora, SCA's (ataxias espinocerebelosas).

El ritmo al que serán editados los capítulos en este blog, no está fijado, ni podría predeterminarse... pues la obra novelesca está aún en incipiente fase de escritura, e iremos editando a medida que los textos estén disponibles. Concluiremos cada capítulo con un "(continuará)", pero sin fecha fija. Eso sí, se hará constar cada día los enlaces a capítulos anteriores... para que nadie pudiera perderse el hilo de la novela.
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1- Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - I
2- Segundo: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - II
3- Tercero: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - III
4- Cuarto: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - IV
5- Quinto: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 1 - V
6- Sexto: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 2 - I
7- Séptimo: Los casos del teniente Llamazares - Dúplex de Reyes - Capítulo 2 - II

LOS CASOS DEL TENIENTE LLAMAZARES - Dúplex de Reyes - Capítulo 2 - III

Juan Conesa Arias
Pepe se levantó de su escritorio según le vio aparecer por la puerta del departamento de policía. José Suárez, Pepe para todo aquel que había tenido la suerte de trabajar con él en algún momento en la comisaría de León, llevaba trabajando con Llamazares ya cerca de diez años. El propio Llamazares lo había traído de trabajar en la calle haciendo patrullas al departamento. Y desde entonces se habían convertido en la pareja de policías más compenetrada de toda España. Pepe siempre sabía lo que pasaba por la mente de Llamazares, e incluso, en muchas ocasiones, había sido su apoyo en cuestiones de la vida privada del teniente.

Pepe era la viva estampa de una persona afable. Uno de esos hombres que, cuando se cruza uno con ellos por la calle, enseguida ve que sería capaz de hacerle cualquier favor si se lo pidiera... aún sin conocerle. Un tanto bajito y regordete, siempre con una sonrisa en los labios, que cruza, de oreja a oreja, una cara redonda como una luna llena y con unos pómulos sonrosados, de ésos a los que te gustaría darle pellizco. Siempre vestía vaqueros una talla por encima de la suya y llevaba sobre ellos una especie de chaqueta gris con capucha grande, que le daba un aire como de escritor de novelas policiacas, como las vendidas en los quioscos a euro el ejemplar.

- Anda Mauro, que tienes al jefe que trina. Dice que no te ha visto el pelo desde las seis de la mañana…

- ¿Y cómo espera, el tonto el haba, que resuelva un asesinato? ¿Con el juego de detectives de la 'Señorita Pepis' desde mi mesa, o jugando al 'Cluedo' con el comisario, en plan “amiguetes de toda la vida”? He estado averiguando cosas por ahí. Por cierto, Pepe, quiero que me hagas un par de favores. –Mauro Llamazares nunca le ordenaba nada a Pepe. Era demasiada la confianza que se tenían como para hacerlo.

- Tú dirás…

- Mira, en primer lugar, husmea un poco a ver si te enteras de en qué negocio sucio andaba ahora el andobas del Presi… Ese tío nunca fue trigo limpio, y seguro que tenía más enemigos que Fu-Man-Chú.

- ¿Por dónde quieres que empiece?.

- Esta mañana he estado hablando con uno de sus gorilas. Empieza por intentar sonsacarles a ellos. Por cierto, que el gorila me dijo que dejó al Presi y al Tesorero juntos... así que me acerqué a su despacho, y mantuve una charlina con la secretaria. Me pareció que estaba muy dispuesta a colaborar. Ahí puede haber algún filón. Y tantea también a la del Presi… Pero sin meterla mano, charrán… -Le guiñó un ojo y le dio un ligero pellizco en sus posaderas, como si Pepe fuera la secretaria-. También quiero que llames a la comandancia de la Guardia Civil, y le pidas a nuestro amigo Tejerina que la benemérita apriete un poco las clavijas al señor tesorero. Según su mujer, está en el chalé del pueblo, en Vegas del Condado.

- OK. ¿Necesita algo más el señor?.

- No, nada. Ahora me voy a comer antes que salga el ogro de su ciénaga y me termine de joder el día. Luego me pasaré por el anatómico-forense, a ver qué me dice Chuso del fiambre…

- ¿Pero no le vas a decir nada?.

- ¡Ah, sí! Dile... que le den por culo… pero con muuuucho respeto, ¿eh? –Le volvió a guiñar el ojo, dio media vuelta, y se fue por donde había llegado.

*****

Jesús Fidalgo, el jefe del Instituto Anatómico-Forense de León, y Mauro Llamazares, eran amigos desde la infancia. Los compañeros de clase andaban habitualmente detrás de zurrarle la badana a Jesús, hartos de que siempre se supiera las lecciones y tuviera los deberes hechos. Vamos, que era el típico empollón… Sin embargo, a Maurín siempre le cayó bien ese guaje escuchimizado y, como él era un jato que les sacaba la cabeza a todos, decidió que Chuso iba a ser su protegido. Y así fue creciendo una amistad entre ellos, que aún hoy duraba. Jesús había dirigido sus pasos después del bachillerato hacia Oviedo para estudiar medicina, y Mauro, después de dejarse las pestañas estudiando como nunca lo había hecho, había conseguido entrar en la academia de policía de Ávila. Muchos años después, ambos volvieron a coincidir en León, pues es sabido que la tierra tira tanto a los cazurros, como a los gallegos... aunque unos escardan la lana, y otros llevan la fama…

Cuando Llamazares llegó a la sala de autopsias, Chuso estaba aún inclinado sobre un cuerpo inerme, y dio un respingo cuando la potente voz de su amigo le despertó del trance científico en que se encontraba.

- ¿Has descubierto ya el alma de ese desgraciado, o no?.

- ¡No seas bobo! Ya nos decía el Padre Nicanor que el alma es intangible, ¿no te acuerdas?... –Se volvió, y le observó al acercarse hacia él… La manera de andar de Llamazares le llamó la atención, y tomó nota mental de la observación.

- Ya, ya… ¿Sigues igual de meapilas, Chuso? ¡Hay que joderse! Que estamos en el siglo veintiuno, hombre…

Avanzaba abriendo cada vez más los brazos, como si fuera un oso que fuera devorar a su amigo. Al llegar a la altura de Chuso, los dos se fundieron en un abrazo.

- ¿Qué tal todo, hombre?.

- Bien… Aquí estaba, examinando a Fernández. Me ha entretenido mucho la autopsia preliminar, así que no te voy a poder dar mucha información.

Chuso seguía siendo tan puntilloso con su trabajo como cuando era pequeño. Iba paso a paso y nunca dejaba nada sin hacer, sin investigar, sin responder. De él, había aprendido el joven Maurín la tenacidad de la que el teniente Llamazares hacía gala.

- ¿Qué tienes para mí?.

- Como te he dicho, más bien poca cosa. En primer lugar, el sujeto presenta un sólo disparo por arma de fuego…

- ¡Joder, Chuso! ¡Déjate de tonterías, y dime lo que has visto, aunque sea poco! ¡Y en cristiano hombre, deja esa jerigonza para los jueces!.

- Muy bien. Pues nada, que al Presi le han "dao" un balazo con dos cojones en la nuca, y que le ha salido por encima de la oreja. Así que le han "dejao" los sesos como "pesicola", y lo han "dejao" seco del primer balazo. Y…

- ¿Ves cómo sabes hacerlo bien? ¿Y qué más?.

- Pues nada, que investigando un poco más, y ya que estaba desnudo, he visto que lo de su éxito con las mujeres se debe más a su dinero que a su poderío, ya me entiendes… -dijo guiñando un ojo.

- No sabía yo que te gustara andar calculando el calibre que usan los tíos que te traen…

- ¡Ya sabes que no, cabrito! –dijo enrojeciendo de vergüenza–. Pero es que algo me llamó mucho la atención.

- ¿Qué, si puede saberse?.

- Pues que tenía un fuerte enrojecimiento en toda la zona sexual, con toda probabilidad debida a un ataque de hongos… Y que su pene expulsaba pus. Es decir, el Presi tenía una gonorrea como la copa de un pino.

- Normal… Ya sabes que se comentaba que le gustaban más las putas que a un tonto un caramelo. ¿Algo más?.

- Nada de especial… -Se acordó de la forma de caminar del teniente–. ¿Podrías hacerme el favor de traerme el cuaderno que está encima de la mesa del fondo?.

- ¡Hay que joderse! Encima de maricón, vago…

Llamazares fue hacia la mesa. Según avanzaba, Chuso podía ver que abría un poco más de lo normal las piernas, como si acabara de dejar el caballo a la puerta. También vio que acompañaba su marcha con unos ligeros movimientos de los brazos, nada armónicos, como deslavazados. Se podría decir que estuviera viendo andar a un monito del zoológico.

- Toma tu cuaderno, anda…

- Muchas gracias.

- hay de qué… Oye... una pregunta. ¿La gonorrea puede dar picores a una mujer como para que ande todo el rato cambiando de postura las piernas? Ya sabes, cruzándolas y descruzándolas una y otra vez…

- La gonorrea no exactamente. Pero si lo que tiene es una candidiasis, es posible. Como Fernández, que debía estar rascándose todo el día, según tiene el aparato… ¿Por qué lo dices?.

- No, por nada… ¡Cosas mías!.

- A propósito, Maurín… ¿Has notado algo raro últimamente?.

- ¿A qué te refieres?.

- Mareos, como vahídos… Vamos, que te parece que te vas a caer…

- Llevo una temporada así. Debe ser que tengo la tensión baja… ¿por...?

- No, por nada… -Escribió algo en el cuaderno. Arrancó la hoja, y se la dio a Llamazares–. Me gustaría que subieras al hospital cuando tengas un poco de tiempo, y hablaras con un amigo mío, neurólogo. Te doy esta nota para él.

- ¿Qué pasa, Chuso?.

- No, nada… Tú ve. y que él te diga. ¿Lo harás?.

- Ya veremos. Ahora tengo mucho que hacer. Quizá la semana que viene…

(Continuará).

Fuente: Blog del autor: http://tenientellamazares.blogspot.com.es/

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