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martes, 13 de agosto de 2019

20- AUTOBIOGRAFÍA DE UN ATÁXICO (Mi voz disártrica, III)

Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich.

Notas:
Esto es la autbiografía de un atáxico, como se dice en el titular. No es un trabajo nuevo, sino un cambio desde el formato web, al de blog, buscando la seguridad "de enlaces permanentes". Sin embargo, no ha sido tan fácil el cambio como un copy-paste: He estado dos veces a punto de tirar la toalla.
La redacción nunca fue concebida como autobiografía en sí, sino como serie de artículos individuales. Mi objetivo era decir a los demás atáxicos que la vida con ataxia es difícil, pero no imposible. Y, con el paso del tiempo vemos cómo nos hemos agobiado por cuestiones nimias al lado de nuestras dificultades actuales. Y hasta aprendemos a reírnos de nosotros mismos.
Se podrá apreciar cómo la autobiografía se corta mucho antes de apagarse mi vida. Es cierto: Choqué contra un escollo insalvable: No es ético biografiar acontecimientos en los cuales habría de referir comentarios negativos relativos a terceras personas
.

Enlaces a capítulos de esta autobiografía:
1- Autobiografía (Primera parte). &&&&& 2- La escuela rural. &&&&& 3- Santo Domingo de Silos. &&&&& 4- Segundo fracaso. &&&&& 5- Al volver la vista atrás, (I). &&&&& 6- Al volver la vista atrás, (II). &&&&& 7- Al volver la vista atrás, (III). &&&&& 8- Al volver la vista atrás, (IV). &&&&& 9- Tiempo cero. &&&&& 10- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, I. &&&&& 11- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, II. &&&&& 12- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, III. &&&&& 13- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, IV. &&&&& 14- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, V. &&&&& 15- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, VI. &&&&& 16- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, VII. &&&&& 17- Historias de la obtención de mi carnet de conducir, VIII. &&&&& 18- Mi voz disártrica, I. &&&&& 19- Mi voz disártrica, II. &&&&& 20- Mi voz disártrica, III. &&&&& 21- Mi voz disártrica, IV. &&&&& 22- Mi voz disártrica, V. &&&&& 23- Autobiografía (II parte). &&&&& 24- Curanderos y ataxia. &&&& 25- El sexo de los conejos. &&&&& 26- Autobiografía (III parte). &&&&& 27- Autobiografía (IV parte). &&&& 28- Hispano-Ataxia e HispAtaxia. &&&& 29- Autobiografía (V parte).

*****

20- AUTOBIOGRAFÍA DE UN ATÁXICO (Mi voz disártrica, III)

... No obstante, lo que más prolongó mi estancia en el hospital fue la prueba del escáner, la misma que me habían hecho pocos años antes en Madrid. En Burgos no había esa máquina... y tenían un contrato con la Clínica Universitaria de Pamplona... y llevaban un cupo de pacientes un día a la semana. Por cierto, yo tenía las placas del escáner que me habían realizado, hacía 5 años, en la clínica Rúber de Madrid. Se las ofrecí al Dr., pero no le interesaron.

- ¡Buenas tardes! -me dijo la enfermera un día, tras presentarse en mi habitación-. Mañana a las 7 de la mañana, junto a otros tres pacientes, te llevarán a Pamplona para hacerte un escáner. Tienes que estar ya vestido y preparado para partir a esa hora. Como vais a salir antes del horario del desayuno y volver después de la comida, ahora un encargada de la cocina, te traerá una bolsa con algunas futas, tarrinas, galletas, yogures, y una botella de agua... para que puedas comer durante el viaje.
- Vale. De acuerdo -respondí.

No había pasado ni media hora, cuando la enfermera volvió de nuevo con una contraorden:
- Hay un paciente que no está afiliado a la Seguridad Social. Y, si le cobran la cuenta por los días de estancia en el hospital, le va a salir carísimo. Hemos pensado que tal vez a ti no te importe cederle el puesto.

¡Claro que en un rápido instante vi que aquello era una auténtica jodienda para mí!: Significaría una semana más de ingreso. ¡Vaya putada! No obstante, en mi respuesta imperó lo que yo consideraba mi obligación moral:

- Vale... que vaya él.

- ¡Gracias!.

*****

- ¿Sabes quién es? -dijo mi compañero de habitación, que había presenciado mis diálogos con la enfermera.
- No. No lo conozco.

- Es ese señor, de unos 40 años, que anda, y habla, como si estuviera borracho.
Claro que ahora ya lo conocía. Me había llamado poderosamente la atención su forma de hablar (disartria).
- ¿El que vino ayer contigo a la habitación?.
- Sí, ese mismo... Estaba trabajando de vigilante nocturno en una empresa constructora, pero no dado de alta en la Seguridad Social. Y se ha caído de la bicicleta al ir al trabajo, como cada tarde. Y lo han encontrado sin sentido... sin que nadie sepa qué ha pasado, puesto que la bici no tiene golpes ni arañazos en la pintura.
- ¡Joderrrrr...! ¡Pues ya es poco espabilado, el tío! ¡ Mira que estar trabajando sin estar asegurado...! Porque, el hecho de que yo hoy le ceda el puesto, es lo de menos... ahora va a necesitar una pensión... ¡¡Y a ver quién se la va a dar!!.

- Poco espabilado sí parece.
- ¡¿Pero es que no tenía cerca alguna persona que le abriera los ojos?!.
- Ése debe ser el problema: Si ves a su mujer... ésa si que es tonta de verdad. El otro día me pregunta por la habitación “xxx”. Respondo que por el pasillo de la derecha. Y pregunta que cuál es la derecha.

Te sonríes. Hasta aguantas la risa... Pero, a continuación, ves que no es tan grave, aunque para algunos, más sosegados, pueda parecerlo. A veces estás tan azorado que se te cruzan los cables, y no sabes por dónde salir... hasta puedes soltar una impertinencia... Imagino que la pobre señora estaba impresionada por el ambiente hospitalario. A sumar, impactada por los recientes acontecimientos en la vida de su marido... y el agravante de su incertidumbre ante el futuro: ¿Qué iba ser de ellos sin poder trabajar y sin ni siquiera percibir una pensión... aunque fuera mínima? Posiblemente su torre nunca fue grande, pero se había desmoronado por completo. O sea... estaría en fuera de juego. La vida tiene estas cosas.

*****

A la semana siguiente me llevaron al escáner a Pamplona. La tal ambulancia era el típico furgón de urgencias. El viaje de ida, me hicieron ir acostado en la camilla. ¡La puta leche! A mí me gusta viajar mirando los paisajes. Al regreso, me amotiné:
- No me da la gana acostarme en la camilla
Y pegué mis ojos a la ventanilla trasera del furgón...

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