Por Carmen Ramos Añón, paciente de Ataxia de Friedreich, de Sevilla.
Nota del administrador del blog: Esta narración de Carmen ha sido dividida en dos partes... que serán editadas en días consecutivos. Para recordar la primera parte, pinchar en: La historia de un pensamiento, I.
Carmen Ramos Añón |
– Te exiges demasiado…
"… a ti misma". Eso decía su padre... y sus profesores. Pero algo de placer encontraba en ello también: Ponerse metas, y conseguirlas, con dedicación, esmero, cuidado… Eran metas altas, pero no sabía dar otra cosa que no fuera lo mejor de sí misma. Y no creáis que no había intentado relajarse, pero no sabía... siempre volvía al mismo método. En cierto modo, le gustaba superarse a sí misma. Ya sabía que la silla no era lo único raro en ella.
- Bueno, si te gusta, sigue. Sigue exigiéndote demasiado. Sigue, aunque nadie te entienda. Pero sigue.
- ¡No puedo! -pensó exasperada–. Volvemos al principio de todo. Después de tantas vueltas, no hemos avanzado nada. ¿Qué me pasa Pepito Grillo?.
Se había dejado llevar por su rabia, y no pudo ocultar su ironía. Notó un grave gruñido en el interior de su pecho, y pensó que estaba al borde de una de las peores experiencias de su vida. Pero cuando su voz contestó, lo hizo de forma muy tranquila. Al fin y al cabo, necesitaba un nombre, y ése era tan bueno como otro cualquiera. Además Pinocho era una gran historia.
- Claro que has avanzado, ya sabes que abandonar no es la solución.
Tenía razón... como siempre. Pero...
- ¿Qué me pasa, Pepito Grillo? -esta vez su tono no era irónico, sino desesperado y cansado... al borde del llanto.
- Soy tu conciencia, no un adivino -Se había dado cuenta de que al ponerle nombre, le había otorgado género–. No obstante ... -continuó ya que no hubo respuesta de su compañera, que volvía a deprimirse- ... te recomiendo que intentes retomar tu vida. Ya sabes que para atrás no hay salida... no tienes más remedio que salir para adelante.
- No quiero, –pensó con furia. Se había hecho un ovillo en la cama, y se negaba a seguir con su hilo de pensamientos. Se tapó con las sábanas, y cerró los ojos con fuerza.
- ¿Y eso?.
- Me he cansado de luchar.
- Mientes -silabeó.
- ¿Y tú qué sabes? -acusó la niña con enojo. Ahora se sentía una niña, todo este mes se había sentido una niña.
- Porque soy tu conciencia... y lo sé. Mientes -contestó con calma infinita. Estaba segura de su victoria.
Se destapó, y se tumbó mirando al techo. Sí, mentía. Y como había dicho antes, se conocía demasiado bien para auto engañarse. ¡Pero es que era todo tan injusto…!
- Nadie ha dicho que la vida tenga que ser justa, bonita.
Ya lo sabía, y también era consciente de que era igual de injusta con quien no tenía una silla de ruedas debajo del culo que con los que sí la tienen. Pepito Grillo tenía razón: si ella no salía de esa situación, nadie iba a salir por ella. Y sólo podía salir para adelante.
- ¿Manos a la obra? -preguntó contento.
- ¡Manos a la obra, Pepito!.
Se levantó, y encendió su portátil decidida a volver a sumergirse en su mundo de líneas de colores. Mientras su Windows 8 le daba la bienvenida, notó como la voz de Pepito se iba apagando, y se retiraba contento por la determinación de su compañera... ésa que hacía tanto tiempo que no veía. La dejaba sola… pero sabía que volvería cuando le necesitara. Un silbidito, y ...
(FIN)
Fuente: El blog de la autora del artículo 'minukanews'.
Original en: Historia de un pensamiento.
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2- Sección "PowerPoint del día".
Sonará una canción de Rolando de Alarcón... enmarcada como canciones de la guerra civil española. Ciertamente, lleva la misma música de una popular canción de esa época: 'Los cuatro muleros'. Por lo cual, sería una parodia... en esta ocasión de los soldados del ejercito republicano del frente de Madrid.
Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, pinchar en: Valientes.
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¡Atrás sólo hay un precipicio, Carmen!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.