Blog "Ataxia y atáxicos".
Copiado de "CORDIS noticias". Fecha de publicación: 09/09/2010.
Original en: Descubierto un nuevo factor...
Un equipo internacional de científicos de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) y la Universidad Goethe (Alemania) ha identificado un nuevo factor de riesgo genético para la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también llamada enfermedad de Lou Gehrig en referencia a un conocido jugador estadounidense de béisbol que murió por esta enfermedad cerebral rara con tan sólo 38 años. El apoyo comunitario a la investigación provino del proyecto EUROSCA («Proyecto europeo integrado sobre ataxias espinocerebelares»), financiado con más de 9 millones de euros por medio del área temática «Ciencias de la vida, genómica y biotecnología aplicadas a la salud» del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. Los hallazgos se han publicado en la revista Nature.
La ELA es una de las enfermedades neuromusculares más comunes y afecta a personas de todo tipo de etnias y razas. Se calcula que la incidencia anual de la ELA es de uno o dos casos por cada 100.000 personas. Suele afectar a personas de entre 40 y 60 años, pero también pueden desarrollarla personas de otras edades.
Su evolución suele ser rápida y siempre mortal, y ataca las células nerviosas responsables del control de los músculos voluntarios, que se debilitan y desgastan de forma gradual. El cerebro acaba por perder la capacidad de controlar el movimiento voluntario y, cuando los músculos del diafragma y el pecho fallan, los pacientes no pueden respirar sin recurrir a la ventilación mecánica.
Todo avance hacia una mayor comprensión de esta enfermedad devastadora para la que todavía no hay cura es bienvenido, y el equipo de científicos, dirigidos por el Dr. Aaron Gitler de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, piensa que ha dado un paso adelante en este sentido.
Utilizando como modelos la levadura y la mosca de la fruta antes de pasar a realizar cribados de ADN (ácido desoxirribonucleico) humano, el equipo descubrió que la enfermedad se veía influenciada por mutaciones en el gen ataxina 2. En concreto, el estudio mostró que las repeticiones del aminoácido glutamina en el gen ataxina 2 (denominadas expansiones) llevaban aparejado un mayor riesgo de sufrir ELA en un 4,7%)K del total de casos de ELA examinados.
Los investigadores afirmaron que la «identificación de interacciones patológicas entre ataxina 2 y TDP-43, otra proteína asociada a la ELA, en conjunción con la potente asociación genética de las expansiones de la glutamina en la ataxina 2 y la ELA, deberían facilitar el desarrollo de biomarcadores y posibilitar el desarrollo de nuevas terapias contra esta enfermedad».
El equipo comenzó identificando genes que pudieran suprimir o favorecer la toxicidad de la TDP-43 en la levadura. Entre éstos estaba el correspondiente a la ataxina 2 en la levadura. A continuación transfirieron los genes a la mosca de la fruta para evaluar sus efectos e interacciones en el sistema nervioso de este organismo modelo.
Los resultados apuntaron a una relación entre las proteínas y la enfermedad. Por ejemplo, cuando los investigadores dirigieron la expresión de la TDP-43 al ojo de la mosca de la fruta, se comenzó a producir una degeneración progresiva relacionada con la edad; y cuando se dirigió a las neuronas motoras las moscas experimentaron una pérdida progresiva de motilidad.
Cuanto mayores eran los niveles de ataxina 2, mayor era la toxicidad de la TDP-43 y más grave la degeneración. «Puesto que la reducción de los niveles de ataxina 2 en la levadura y las moscas permitía prevenir parte del efecto tóxico del TDP-43, pensamos que podría constituir una nueva diana terapéutica contra la ELA», indicó el Dr. Gitler.
Los investigadores ampliaron el estudio y trataron de determinar si la ataxina 2 mostraba alteraciones indicativas de una asociación con la ELA, y efectivamente la descubrieron alterada en neuronas de la médula espinal de pacientes de ELA. Estos trabajos se complementaron con un análisis del tipo de mutación hallada en la ataxina 2 en otra enfermedad de la que es responsable, la ataxia espinocerebelar 2 (otra expansión de la glutamina), que presentó una relación entre las repeticiones de la expansión de la ataxina 2 y un riesgo de padecer ELA.
«No es la primera vez que se descubren similitudes entre la ELA y la SCA2», apuntó Michael Hart, estudiante de postgrado colaborador del laboratorio de Gitler y coautor del estudio. «Nuestros hallazgos atribuyen estas similitudes a causas moleculares y aumentan la posibilidad de que el tratamiento contra una enfermedad pueda ser efectivo contra la otra».
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