La pagina web de "Ataxia y atáxicos" (información sobre ataxia, sin ánimo de lucro) es: http://www.ataxia-y-ataxicos.es/


jueves, 30 de septiembre de 2010

Mulos y mulas

Blog "Ataxia y atáxicos"
(Por Miguel Ángel Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de Villanueva de Odra, provincia de Burgos).

Antecedente - Fecha de ayer en el blog: Hoy, lo recomendado en esta sección sección, no es un artículo, sino un video cortito (18 segundos). Está colgado en Youtube. Es uno de esos acontecimientos que, por inesperado, te hace soltar una carcajada... aunque, en realidad, no debiera tener ninguna gracia... pero la vida es así... y reírse ante estas cosas es una reacción natural. Podéis reíros sin pudor. Hasta yo he soltado una carcajada (mañana aclaré este punto... explicarlo hoy sería quitar gracia al asunto). Ver video en: El gitano que susurraba a los caballos.

A pesar de haber tenido una pareja de mulas durante varios años para labores agrícolas alternativas al tractor (actualmente desaparecidas), reconozco no saber exactamente lo que es una mula... y si mis ideas, preconcebidas, tienen visos de realidad, o son simples tonterías. Creo que el mulo/a no existe como especie animal. Supongo, dicho en bromas, que Noé no tuvo que molestarse en meter dicha pareja en su arca, en prevención del diluvio. Los mulares, según mis ideas serían animales híbridos (estériles) hijos de cruce entre otros equinos que sí tienen categoría de especie. Un mulo/a es hijo o bien de caballo y burra, o de asno y yegua. O sea, por tanto, eso, fácilmente deducible, de que el mulo es hijo de la mula, no sería cierto. Los mulos y mulas carecen de función reproductora.

De hecho, aunque aquí, en esta comarca rural, en mi infancia, antes del uso masivo de tractores, se empleó para las labores agrícolas tanto las parejas vacunas, como mulares, nunca supe de dónde veían las mulas. Al fin y al cabo, a una vaca le veías parir... pero una mula se adquiría en las ferias ganaderas de otras tierras, como si también la trajera la cigüeña, o viniera de París. En realidad, salvo por la existencia de la antes anotada exigencia de parejas mulares para las labores de labranza, ésta nunca ha sido tierra de equinos.

En cuanto a burros, solamente recuerdo, en mi niñez, el de Ramiro. Ramiro era un vendedor ambulante que traía algunas cosillas. Poco puede traerse, para vender, en un carrito tirado por un burro: agujas, dedales, botones, hilos para coser, madejas de lana (para que nuestras madres nos tejieran los jerseys), peines, jabones, cremas (algún día contaré sobre cuando los niños le robamos las cremas a Ramiro). El jodido del burro, cual si estuviera amaestrado, rebuznaba cada poco tiempo. Tan estridente sonido actuaba de reclamo para que las mujeres se arremolinaran en torno al carrito a comprar tales baratijas. ¡Qué cosas... y qué tiempos! Parecen tonterías increíbles... y, sin embargo, son pura realidad del mundo rural, hace solamente 50 años.

Olvidaba que mi tío Feliciano también tuvo una burra durante un par de años para ir a la viña, pero ésta era más calladita que el burro de Ramiro... tal vez éstas sean cosas de las hormonas sexuales.

En cuanto a ganado caballar, no había mucho más. El panadero venía desde otro pueblo, dos veces por semana, trayendo las hogazas de pan en un carro tirado por un caballo. El molinero también tenía un caballo. Nunca supe para qué lo utilizaba. Lo más probable, visto desde hoy, me parece que lo quisiera para arar la huerta. Era un caballo percherón, sobrealimentado, más ancho que largo. El oficio de molinero había sido muy boyante en los años del estraperlo, pero estaba cayendo en picado.

También había un jubilado que tenía una yegua, entre otras cosas para ir y venir cabalgando a la huera. La llevaba a una parada a uno de los pueblos vecinos (que, aunque lo de parada suene a hazaña de portero de fútbol, era un establecimiento donde había un semental caballar). Huelga preguntar para qué llevaba la yegua a la parada. Curiosamente, creo que el animal murió de parto.

A mis 19 años, por enfermedad de mí padre, me tocó bregar tras una pareja de mulas allanando los sembrados, mientras mi tío hacía la barbechía con el tractor. ¡Pobre de mí... y pobres de las mulas! Si las mulas hubieran tenido acceso a libro de reclamaciones, habrían dejado escrita la queja de que aquel jodido atáxico, por necesidad, utilizaba las riendas, más que para dirigir, para ir agarrado a ellas.

Y cuento ya la aclaración prometida ayer: Aunque mis abuelos, materno y paterno, utilizaban vacas como tracción animal para las labores de labranza, unos cuatro o cinco años después de casado, mi padre compró una pareja de "muletas" (nombre dado a las mulas jóvenes, probablemente provenientes de pastizales, antes de domarlas para su futuro oficio de tracción animal en la agricultura). Tenía yo unos cinco años. Mi madre nos había acostado ya. Mi habitación quedaba frente a la puerta del establo. Oí gritos alarmantes... gritos... muchos gritos. Me levanté de la cama, y quise salir, pero me empujaron hacia adentro... y cerraron la puerta con una aldaba. Vino mucha gente... hablaban... y gritaban... pero yo no sabía por qué. Por fin, todo se silencio, y me medé dormido... sin haber podido salir... ni tener a quien preguntar por lo ocurrido... solo... ni siquiera mi hermana dormía en aquella habitación.

Sí, desde entonces, mi padre lleva 50 años con un ojo de cristal debido a que, con una coz, una mulo le reventó el globo ocular. Se llanaba "jardinero". La compañera de pareja de labranza se llamaba "miranda". Mi padre los vendió a poco de regresar del hospital. No quiso tener cerca malos recuerdos.

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2- Sección "PowerPoint del día":

Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, hacer click en:
Cuentos de mi prima, la azafata.

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2 comentarios:

  1. jojojojo qué cosasssssssssssssssss

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  2. Miguel: Muy bien escrito. Describís a la perfección la vida rural, algo que por ser bicho de ciudad y encima de la pampa, solo he visto en pelis o novelas. Felicitaciones

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