Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.
Nota del administrador del blog:
En este momento, estoy un poco saturado de textos susceptibles de convertirse en artículos del blog. O sea, hay más longanizas que días. Pero eso son cosas del azar. Pasará la racha, y otra vez habrá que rebuscar algún hueso para dar sabor a los garbanzos del puchero... Advierto esto para que nadie se impaciente esperando ver su artículo editado en el blog. Todo se "andará", o "rodará" :-)
En realidad, en principio, esta pequeña serie de textos que, mediante enlace, iba a ocupar un solo día, ahora ocupará cinco... a ser posible, en días consecutivos... Como razón, aduciré que el humor irónico y satírico de Vicente bien vale la pena ser reproducido en lugar de enlazado. No obstante, como tenía previsto, también lo he colgado para quien desee hallarlo sin particiones, ni "continuará mañana"
Para acceder al relato en su integridad ... en archivo ".doc", de Word, tal y como lo dejó Vicente antes de morir, pinchar en: Relato 'Pendientes de Pensión II'.
3- Visita a la residencia psiquiátrica (Pendientes de pensión, II)
Vicente Sáez Vallés |
Faustino estaba agachado en el sueldo, acurrucado en un rincón... entre llorando, sollozando, y rumiando.
- Tino, debes de comer algo. No has comido desde ayer.
- He fallado a Pepejuán –no prestaba atención a su novia.
- Sí.
- Y a mis amigos... que son mi familia…
- Y a mí que me parta un rayo, ¿no?.
En la fría habitación del manicomio, Faustino con su novia parecía desconsolado.
- ¡Oigo sus voces!.
- Pero si están ahí…
- Puedo escucharles como si estuvieran aquí. Oigo a Pepejuán, oigo a Serafín, oigo a Inmaculada… ¡Puede que tengan razón, y que me hayan concedido poderes extra humanos!.
- ¡Será capullo! Pero si están al otro lado de la ventana. Aparcados en la carretera.
- ¡Qué pasada!.
- ¿Faustino? ¿Me escuchas? ¡Cambio! –La voz de Pepejuán desde la furgoneta sonaba distante,debido al fuerte viento.
- Claro y fuerte, ¡cambio!.
(“Es un juego que tenemos”).
- Se han ido con el dinero… ¡Cambio!.
- ¿Quién? ¡Cambio!.
- Ellos. ¡Cambio!.
- ¿Pero quiénes...? ¡Cambio!.
- Pues ellos. ¡Cambio!.
- ¿Por qué has venido aquí? ¡Cambio!.
- Ellos me han traído. ¡Cambio!.
- ¿Quién? ¡Cambio!.
- Ellos. ¡Cambio!.
Pepejuán miró fijamente los rostros de quienes iban en la furgoneta, miró al techo, diciendo para sí: “lo que me faltaba”. Luego miró fijamente y en silencio hacía la residencia, hacia la ventana en la que estaba Faustino con la novia. Como no se podía abrir ni romper (porque estaba con una fuerte malla), se frotó la barbilla al estilo de Vickie el vikingo, y exclamó para sí: “¡Ya lo tengo!. Se decidió, y con un grito pudo encender una luz en los ojos de todos, incluyendo los de Tino:
- Tranquilo Faustino, te sacaremos de allí y recuperaremos el dinero.
- ¡Estoy entusiasma-do! –saltó Manín como si supiera de qué iba el tema, y haciendo sonreír a todos menos a Mariluz, que miraba el reloj.
- Nos quedan unas tres horas antes de que cierren los bancos y podamos hablar con el director -dijo Serafín indicando el reloj de su muñeca.
- Bien, tranquila, Mariluz, llegaremos a comer. Lo vamos a lograr, tenía que escucharme atentamente, tengo un plan:
- ¡In-fa-li-ble! -dijeron todos a coro.
Todos confiaban, pero Pepejuán estaba seguro de poder hacerlo... y todos empezaban a concentrarse, sabiendo que tenían un as en la manga.
- Este Pepejuán es un sol -dijo Inmaculada, con los ojos haciéndole chirivitas.
(Continuará)
Nota segunda del administrador del blog:
Vicente falleció en el año 2006. Para acceder a una breve semblanza del autor del texto (escrita por su hermana, Cristina, también, como él, paciente de Ataxia de Friedreich), hacer click en: Semblanza de Vicente Sáez Vallés.
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