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jueves, 13 de julio de 2017

Otoño, languidez de la vida

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich, residente en Barcelona.

Notas del administrador del blog:
Debido a la progresión de la enfermedad, Bartolomé ya no está en condiciones para usar ordenador. Este poema está fechado en enero de 2005, y forma parte de su libro 'Sentimientos de una vida'.
Bartolomé nació, y vivió hasta en los 25 años, en Jódar (provincia de Jaén)... Reside en Barcelona...
Es este poema se puede apreciar cómo Bartolomé pone en verso su situación personal en un momento de progresión de su ataxia bastante avanzado, devanando en sus recuerdos.


Otoño, languidez de la vida

El viento azota los pelados ramajes del sándalo,
árbol de amarillenta madera,
engalanada, fragante en primavera,
para despojarse del follaje en otoño.

Leño oloroso en floración.
Vanidoso, ha llegado el otoño.
Y tus brozas mueren temblando,
impulsadas por el viento dañino,
con escalofríos lánguidos,
y susurros de extinción.

No temas ya soles ardorosos,
ni el enojo y la furia del viento:
Regresaste en un lento vaivén
a la tierra que te vio florecer.

Hoja caduca de color oro bruñido,
que perdiste en lenta caída.
Su tersa blonda tronchó,
dejando una espesa alfombra
de dorada y fértil simiente,
como sedoso cobertor.


Oscuro, en polvo viejo mantillo,
de filamento húmedo fuiste.
Otoño cruel que llegaste
en medio de rayos y tormentas,
deshojando su efímero atavío.

Aunque el azote tirano del viento
deja daño en tu amarillenta cortezuela.
Lacerante, perece la hoja,
que, susurrando en su dúctil vaivén,
vuelve a la tierra amorosa.

Para ti se acabaron lamentos y alborozos.
Llegó el otoño.
Se arrugó tu terso cuerpo,
trocándose en vivificador polvo,
dando vida, con tu césped rugoso,
a lo eterno...

Entre tus hermanas plisadas,
el otoño languidece,
dejando a cambio,
sólo hojas marchitas,
con abandono y apatía,
en mágica penumbra,
incuria que debilita la vida.

En el final otoñal,
sólo desolación queda en el alma,
y frío en el corazón.
Desnudo por el destino postrero,
ni hojas deja en las curvas ramas
de un otoño estéril y yermo.

Entretiempo de la soledad:
escucha el sonido de un corazón
latiendo con suspenso audible.
Manso, duerme sin esfuerzo alguno,
deseando pase sin aflicción,
palpitando por este otoño.

Núblese el cielo con sombrías nubes,
como la vida.
Aféese de tinieblas temblando
en la oscuridad de la noche.
Oscurézcanse las estrellas del alba,
que el vil otoño de la vida
repose en su espeso suelo de orugas,
cegadas por la luz
de satélites tristes y solitarios.


La vida languidece con este otoño sin fin.
Los males se multiplican,
tornando las cosas inescrutables,
frustrando los pensamientos de esperanza.
El loco desvarío de un afligido,
espera sin fuerzas y animoso,
gozosos tiempos.

Mas, la triste realidad se impone,
impera en estos aciagos otoños
de la existencia de los seres vivos,
soñando que el refulgente y deleitoso sol,
con sus rayos caliginosos,
no sea eternamente...
... otoño:
¡languidez de la vida!.

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