
Por María Pino Brumberg, paciente de Ataxia de Friedreich, de Tenerife.
Hola mi amor:
Antes de escribir la tercera parte del artículo que tenía pensado publicar, he de hacer un paréntesis para escribirte. Me tomo la libertad de contarte algunas cosas íntimas. Verás, últimamente tengo muchos días como otro cualquiera, ya lo sabes. Más que un día, son momentos. Yo no creo eso de que alguien diga: “¡soy feliz!”, o que nunca lo sea. Digo yo que todos tenemos varios momentos en los que, por una u otra cosa, lo pasamos mal. La felicidad es relativa... depende de cómo lo mires. Yo prefiero centrarme en las pequeñas alegrías que todos tenemos, y no me agobio buscando la gran y eterna felicidad... pues no existe. Aunque no dudo de la existencia de remotas excepciones. Sí, creo que lo mejor de la vida se compone de esos pequeños momentos de alegría, en los que notas la felicidad flotando a tu alrededor. Son esos momentos que, a mí, muchas veces me los das tú.

Yo pensaba que mis momentos tristes, últimamente, van unidos al dolor físico, pero no. Una vez más, vuelvo a equivocarme. Una vez más, vuelvo a hacer las cosas sin pensar. Pero no me dejan llorar mucho, mi amor. No sé si eso es bueno... creo que puede ser también malo... pues nada lo vale. Es curioso: la luz cambia las cosas de sitio. Pienso demasiado. Siempre dando vueltas a mis cosas. Cuando me preguntan: “¿en qué piensas?”, respondo: “en un millón de cosas...”. Creo que es una buena respuesta.

Es horrible, mi amor. No quiero pensar así, porque duele. No te imaginas cuánto. Me atrevo a decir que una enfermedad degenerativa no se puede llegar a aceptar... lo único que se puede hacer es intentar sobrellevarla de la mejor manera posible. Siempre se ha dicho que hay que mirar el lado positivo de las cosas... bien, así, he podido descubrir cuánto cuesta una vida... La gente no la valora. Y ahora, por mucho que me desee quedar mirándome el ombligo y lamentándome por mi complicada existencia, no me lo permitas mucho. Sé que los pequeños momentos de alegría que me da la vida y personas como tú, son los que quedan. Al fin y al cabo... como a todos... De todo se aprende, mi amor.
Hasta pronto:
(Mery).
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Estimada María:
ResponderEliminarEn respuesta a tu artículo, como "carroza" que soy, te parafraseo las palabras de una canción de Karina: "Busca en las cosas sencillas, / y encontrarás la verdad. / La verdad es AMOR... / lo demás, déjalo pasar". He puesto en mayúsculas "AMOR" para que no se entienda únicamente por amor romántico (familia... amistades... todo cuenta).
Gracias. ¡Ánimo! Nuestro mundo no se acaba por tener que utilizar una silla de ruedas.
Un abrazo.
Miguel-A.
me encantó mmiguel, un gran trabajo ke haces
ResponderEliminarme ha gustado mucho, haces un gran trabajo0 niño jeje
ResponderEliminarbesos, María
Maria, el gris no es blaco ni negro pero esta enla escala tonal(la vida)parece una ironia el tener k vivir momentos grises para valorar las pequeñas alegrias,pero no lo se x k, pero asi sucede. Creo k la clave pare vivir una vida con sentido esta en lo cotidiano, lo sencillo,en el AMOR (concreto) como dice Miguel.
ResponderEliminarSe nota k el punto de partida, es tu vida.Joan