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sábado, 16 de octubre de 2010

La curación

Blog "Ataxia y atáxicos".
Por Vicente Sáez Vallés, paciente de Ataxia de Friedreich, de Zaragoza.

Nota: Vicente Sáez, de Zaragoza, "fue" paciente de Ataxia de Friedreich. Falleció hace cuatro años. Le recordamos con uno de sus relatos.

Para acceder a una breve semblanza de Vicente (escrita por su hermana, Cristina, también paciente de Ataxia de Friedreich), hacer click en: Semblanza de Vicente Sáez Vallés.

LA CURACIÓN

El famoso psicólogo, médico, analista (de sangre), psiquiatra y psicótodo, se frotó la calva y se sentó preocupado en la mesa negra de su despacho de caoba. Agarró el afilado abrecartas para abrir un sobre. Su tablero era un espejo que le hacía ver doble la esparraguera hermosa que pendía de una maceta sobre macramé.

Suspiró agitado, porque ineludiblemente se hallaba ante el famoso anónimo que varios compañeros suyos y dos cadenas de televisión comentaban sin descanso. Tomó la carta tembloroso, y leyó las seis líneas que la componían:

"Estimado doctor:
Tenga por conocimiento que su tratamiento es infalible, y he obtenido la curación total gracias a sus atenciones y las del equipo que usted preside. Tengo ahora, gracias a usted, un buen nivel social, una gran inteligencia, una gran sensibilidad para reconocer el afecto y muchas cosas más. Es por eso que me ha hecho muchísimo daño. y no tengo mi propia persona, la cual usted me ha arrebatado, así que no dudaré en comerme a usted"
.

La leyó muchas veces, y avisó a su secretaria que ese día ventoso no vería a ningún paciente. También avisó a la policía del lugar y pidió protección, ya que, dos días antes, se producía el triste suceso en el que un colega suyo que trabajaba en un hospital de la ciudad dedicado a enfermos mentales poco pudientes, era asesinado salvajemente en la cocina del lugar; le atravesaron la garganta con un cuchillo de serreta utilizado para cortar el jamón serrano. El docto doctor se aflojó su corbata de fantasía y pensó preocupado en el detalle más importante: una vez realizada la autopsia, llevada a cabo en el mismo sanatorio mental, las partes de su cuerpo fueron secccionadas con el mismo cuchillo de serreta de la cocina psiquiátrica y trasladados a todas las cacerolas y hornos para ser asadas, cocidas o fritas en varias salsas. Él mismo revisó las historias clínicas de los pacientes de ese hospital, y no halló sospechoso alguno; deseaba fervientemente colaborar con las autoridades policiales.

El viento engañaba sus ideas y revisó mentalmente los pacientes que trataba, y no halló ninguno capaz de hacer una cosa así. Repasó el mecanismo de la incorporación, y en pasos vacilantes se percató de que no razonaba bien, y no llegó a ninguna conclusión.

Llamaron por teléfono y, cuando le dieron la noticia, sus párpados se esforzaron mucho:

- ... ha pasado dos veces más en las últimas seis horas. A la hora de comer, dos internos obsesivos se quejaban de que la sopa estaba sosa, el cocinero se extrañó porque no había cocinado sopa y examinó el plato que le llevaron. Se estremeció porque encontró los pendientes de la psiquiatra catalana... Entre los bocadillos de la merienda estaban las falanges del testólogo albino...

Colgó, y raudo fue al hospital para sentirse protegido. Con las prisas olvidó quitarse su bata blanca; en su bolsillo izquierdo de almidón estaba la carta arrugada y elegante: papel amarillento áspero y tinta azul de mar. Estaba mecanografiada en unos caracteres góticos, opulentos.

No hubiera podido conducir en ese estado, así que el taxista tuvo que insultarle, ya que no le gustaban los portazos cuando el cliente iba a una zona silenciosa como un manicomio y encima no le daba propina.

Al llegar con poco aliento y ciertamente pálido, un celador le indicó que los internos parecían más alterados aquella tarde. Los azulejos dejaron de ser cuadriculados para transformarse en un caos trapezoide isódomo recogido en una ansiedad compartida por aquellos terapeutas que ostentaban el poder de manera terapéutica. Sólo tres chiflados consiguieron pedirle un cigarrillo siendo que la media de locos que solicitaban tabaco era de cinco por minuto a las personas que no miraban fijo en tal frenocomio. Llegó a la enfermería y halló a varias auxiliares y enfermeras que habían asaltado el armario de cristales con tranquilizantes de varios colores, ya que se repitió el crimen. Esta vez fue un médico general la víctima: la cabeza separada con muchas zanahorias alrededor servida en bandeja de aluminio, sin expresión y con los ojos abiertos. Más calmados, el silencio de mil conversaciones patológicas, especularon los profesionales de la salud mental:

- ¿No tienen ningún sospechoso?

- Parece ser un grupo organizado... -dijo un sargento sagaz de la policía con gabardina gris plata.

- ¿No piensan tomar medidas?

De pronto, sonó el teléfono. Un policía uniformado agarró el auricular con más fuerza de la debida y se lo cedió al sargento que palideció ante los rostros colorados de las enfermeras. Se puso rígido y hubo más tensión que nunca cuando el policía ordenó ceremonioso con palabras altisonantes y expresión secreta de saber algo más:

- ¡Señores! No estoy autorizado a revelarles nada, así que les transmito la siguiente orden gubernamental: deben ir a sus hogares respectivos y permanecer allí hasta nueva orden. Serán personalmente avisados de su vuelta y de subsiguientes sucesos.

Se armó revuelo y el policía vio cómo todos le pedían información al unísono como mil chiquillos tras un caramelo de bastón a la puerta de la escuela. El sargento gritó su autoridad y pidió silencio. Luego se escabulló, asustado de la alerta roja.

La chica de recepción llegó chillando a la reunión y con el resuello y la figura descompuesta de correr con la falda ajustada gris por los pasillos del hospital iluminados con miles de fluorescentes unidos en carrera. Resultó que escuchó la conversación telefónica del policía y anunció a gritos que había cientos de casos:

- ... en todos los centros de atención a enfermedades mentales hay varios psiquiatras o médicos que han sido devorados por enajenados... ¡Han asesinado a equipos multiprofesionales enteros y son descuartizados, desmembrados y cocinados...!

El pavor invadió a todos, y entraron en pánico y exaltación. Miles de anónimos fueron enviados, y una fuerza oculta les impulsó a sentirse poderosos para asesinar y fagocitar. Desconocían si era la magia de adquirir las propiedades del ser devorado o era la psicosis generalizada de desmembrar los cuerpos. La gente tenía tanto miedo del delirio o de los dementes como de aquellos que tenían control sobre el sufrimiento de los demás y no del suyo propio, aquellos que eran vulgar carnaza para los depredadores. Curiosamente eran los sanos, los que habían alcanzado la cura, aquellos salvajes que propagaron la pandemia de comer; caníbales de psiquiatras.

Cuando llegó destrozado a su consulta, vio que le esperaba una mujer joven y esbelta, la cual vestía de negro y escote. Le saludó con amplia sonrisa y por su formidable melena morena y el tipo fascinante reconoció a su primera paciente. El orgullo pasó un instante en el que el sabio se volvió a considerar héroe al haberle disuelto su fobia con tanto estilo. Pero el terapeuta incurable giró de horror al encontrarse con esos ojos negros brillantes, y escuchar un hilillo de voz que le atenazó cuando ella fue a su encuentro:

- ¿Lo ha leído? -preguntó voluptuosa refiriéndose al anónimo.

Extrajo de su bolso un enorme cuchillo de serreta y lo empuñó con expresión voluptuosa.

No le hizo falta usarlo porque el psiquiatra se desplomó al suelo con el corazón parado. Ella se frotó las manos, y se remangó el vestido; se esforzó en colocar el cadáver sobre el escritorio. Y así fue como los sanadores mentales desaparecieron de la faz de la tierra.

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Sección "PowerPoint del día":

Para visionar y/o guardar el archivo PowerPoint, hacer click en:
Agresividad, al volante.

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3- Sección "Artículo recomendado":

Hoy, se recomienda un video de humor, de TV4, colgado en Facebook por un paciente de ataxia (no recuerdo quién): Intentando ligar.

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2 comentarios:

  1. Vicente siempre decía que escribía relatos surrealistas. Y éste lo es. Pero eso no quita a poder escribirse entre líneas. Este se trata de un tema archiconocido por Vicente por motivos profesionales. Yo no me atrevo ha realizar un análisis en voz alta. Acabaría metiendo la pata. Pero... supongo que hay más que lo visible...o al menos, invita a pensar.

    Abrazos.

    Miguel-A.

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  2. Queridísimo Vicente, tu siempre tan genial!!!
    Muchos besos donde estes, sabes que te echamos de menos.

    Pilar de la Torre

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