(Por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de ataxia de Friedreich, de Vitoria).
NOTA: Para acceder al pefil literario de Ana Tolosana Artola, pinchar en el enlace abajo indicado:
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“Atrapado, sin salida”
Estaba sin luz. La compañía eléctrica estaría furiosa consigo misma, porque no habían sabido preveer que este invierno sería tan frío, y tendrían que prepararse para asumir la recarga, que los clientes necesitarían para sus calefacciones y sus estufas.
Como Dios le daba a entender, iba recorriendo la pared del opaco pasillo ayudándose de las yemas de los dedos… De repente, se paró en seco, habiendo escuchado un grito de dolor en la casa vecina a la suya.
Cambió su dirección, para poder salir por la puerta del domicilio por si podía ayudar a alguien. Fuera ya en el porche, se dirigió hacia el domicilio contiguo, pero frenó inquieto; dudó durante unos segundos si entrar, puesto que nadie le había invitado.
La puerta se entreabrió sin que la hubiera empujado. A continuación llegó a la sala de estar, y luego vagabundeó por los dormitorios en busca de los habitantes. Confirmó que en la cocina no había nadie, a pesar de que había oído unos pasos recurrentes y sofocados...
Con la intención de regresar a su casa, pensando que todo había sido una falsa alarma, ya en el recibidor se volteó, tomando un duro golpe en la nuca, que le dejó inconsciente durante unos minutos.
Al abrir los párpados, se frotó la parte de la cabeza donde le habían golpeado. Estaba tumbado en una cama; el lugar no era desconocido para él.
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¡Gracias, Pilar Ana!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A,
Gracias por tu texto.
ResponderEliminarMUY BUENO.......... GRACIAS.
ResponderEliminarEs un placer, gracias a vosotros. Muchos cariños.
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